CAMINEO.INFO.- Una revisión de más de 200 artículos científicos sobre la salud de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales (LGBT) socava supuestos comunes que se utilizan en el esfuerzo por crear leyes y políticas internacionales LGBT.
El informe especial sale a la luz en un momento en que los defensores LGBT están haciendo incursiones en las Naciones Unidas. Publicado en la revista The New Atlantis, no encuentra ningún apoyo científico a la noción generalizada de que las personas que experimentan atracción por el mismo sexo y la disforia de género simplemente «nacen así».
«Algunas de las posturas más ampliamente sostenidas acerca de la orientación sexual, tales como la hipótesis de que ‘nacen de esa manera’, simplemente no son admitidas por la ciencia», escriben los autores del informe Lawrence S. Mayer y Paul R. McHugh de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins. McHugh fue durante veinticinco años, el jefe de psiquiatría en dicho hospital.
El informe también echa por tierra la creencia popular de que la identidad de género es una «propiedad innata, fija de los seres humanos, que es independiente del sexo biológico». Esa suposición se encuentra en el corazón de los intentos de establecer la orientación sexual y la identidad de género como categorías de no discriminación en la ley internacional.
Recientemente, con un margen estrecho y muchas divisiones, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU adoptó una resolución para comenzar a incluir las nociones de orientación sexual e identidad de género como cuestiones de derechos humanos en el sistema de la ONU.
En los últimos tres años la Secretaría y organismos de la ONU han abrazado la opinión popular en los países desarrollados que los individuos «nacen de esa manera», y que estas características tienen una base biológica, innata y fija en los seres humanos, con un enfoque especial en los niños.
El Fondo para la Infancia de la ONU, UNICEF, entre otros, ha recomendado la reducción de la edad de consentimiento de los menores a los actos homosexuales y la eliminación de las sanciones penales a tales actos, y la Organización Mundial de la Salud está ahora tratando de cambiar «trans género» como un estado psicológico conocido como «disforia de género», y que requiere atención psicológica, a una médica, que requiere cirugía y tratamiento hormonal en su lugar.
El informe de Mayer y McHugh cuestiona recomendaciones de organismos de la ONU
Las personas afectadas por la atracción del mismo sexo y la disforia de género «muestran mayores tasas de depresión, ansiedad, abuso de sustancias y el suicidio en comparación con la población general», según el informe. El estrés social y el estigma asociado a la homosexualidad y la transexualidad no son capacer por sí mismos de dar razón de tanta disparidad según los autores. Los autores llegan a la conclusión de que es necesario seguir investigando.
Si bien no se puede encontrar una relación de causalidad entre el abuso sexual y la no heterosexualidad, los autores destacan cómo los documentos de publicaciones científicas documentan que «las personas no heterosexuales son de dos a tres veces más probables de haber sido objeto de abuso sexual en la infancia».
Los autores concluyen que a la luz de los resultados negativos de salud relacionados con la atracción hacia el mismo sexo y la disforia de género y su origen incierto, «podemos tener algunas razones para dudar de la suposición común de que con el fin de vivir una vida feliz y floreciente de alguna manera hay que descubrir este hecho innato acerca de nosotros mismos –que llamamos sexualidad u orientación sexual– , e invariablemente se debe expresar a través de determinados patrones de comportamiento sexual o una trayectoria particular de la vida».
Sugieren que los profesionales de la salud y la sociedad en general «consideren qué tipo de comportamientos, ya sea en el ámbito sexual o en cualquier otro, tienden a ser propicios para la salud y el florecimiento, y qué tipos de comportamientos tienden a debilitar una vida sana y floreciente».