En el tiempo de pandemia, las escuelas parroquiales de Buenos Aires sostienen la continuidad pedagógica de los alumnos de manera muy creativa junto con acciones solidarias. De esta manera, refuerzan su presencia en los barrios y su obra pastoral, buscando llevar el Reino de Dios a partir de la preocupación de unos por otros en el marco de la cultura del encuentro a la que constantemente nos invita el papa Francisco.
Al comienzo del aislamiento social preventivo y obligatorio, muchas parroquias se encontraron con la realidad de que los voluntarios de Cáritas eran en su mayoría personas de riesgo. Fue entonces que los jóvenes de las escuelas parroquiales porteñas, de sus grupos misioneros de exalumnos y varios docentes, que realizaban distintas actividades solidarias como la “Noche de la Caridad” visitando a gente en situación de calle, se pusieron al hombro la acción solidaria de Cáritas. En ocasiones, pasando por las casas a buscar los alimentos que la gente donaba y no podía acercar, otros los clasificaban en las parroquias y escuelas, otros preparaban viandas para llevar junto con bolsones de alimentos a las casas de quienes acompañaban desde Cáritas.
Son exalumnos y docentes, que además de enseñar y estudiar brindan parte de su tiempo para ayudar a sus hermanos. Como subraya el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Poli: “Hoy es necesario presentar el rostro de la Iglesia de la caridad y el servicio” y “la parroquia es mucho más amplia que el templo y debe estar abierta para recibir especialmente a los pobres y más necesitados”. Podemos decir que desde el servicio de la caridad también las escuelas siguen abiertas y sus docentes enseñando con el ejemplo de la entrega, haciendo vida lo que rezamos en la liturgia: “Señor, danos entrañas de misericordia frente a toda miseria humana”.
Algunos miembros de las comunidades educativas de la arquidiócesis, además de seguir enseñando a sus alumnos a través de la virtualidad (lo que requiere el doble de esfuerzo), lo hacen también dando testimonio de su fe al brindar su tiempo para acompañar a los más vulnerables, llevándoles alimentos a sus casas para que no corran el riesgo de salir, haciendo campañas solidarias para juntar alimentos, llevando a las villas de la ciudad ropa de abrigo para el invierno. En fin, en las comunidades educativas se enseña y se aprende no sólo los contenidos de la currícula sino también el valor de la proximidad y solidaridad viendo en el otro a Jesús y educando con el ejemplo personal de una vida entregada al servicio de los hermanos.
Entre quienes se pusieron “al hombro” esta tarea, se encuentran la escuela Cura Brochero, ubicada en la Villa 21-24 dentro del sector de Zavaleta. La directora del nivel inicial, licenciada Jesica Sampertini, brindó su testimonio: “Desde que inició el tiempo de cuarentena, decidimos institucionalmente, ofrecer bolsones semanales de mercadería para cada niño, niña y familia de la comunidad educativa. Siendo una comunidad muy golpeada por la desigualdad social, intentamos aumentar y enriquecer este servicio con variedad de alimentos”.
“Para este fin, junto al equipo docente, realizamos una campaña buscando padrinos y madrinas, que con un aporte mensual, nos ayuden a comprar pollos, frutas y verduras para cada semana. La campaña, bendecida por nuestro querido San Brochero, viene siendo un éxito”, aseguró. “Hace ya dos meses que entregamos 200 pollos semanalmente y bolsones de 5 kilos de frutas y verduras cada 15 días. Logramos además entregar un kit de artículos de librería: lápices de colores, hojas, cuaderno, pegamento y un set especial para los futuros egresados y egresadas de sala de 5: un cuaderno y una cartuchera para cada uno”.
“No sólo nos preocupa la situación económica de cada familia, sino que además queremos que cada niño y niña de nuestra escuela reciba propuestas y materiales que le permitan tener oportunidades de aprendizaje. Sabemos que la escuela es un segundo hogar y es presencia de la Iglesia en nuestro barrio, por eso intentamos estar cerca, ofreciendo alimentos, materiales, pero principalmente, acompañando, sosteniendo y compartiendo la vida a través de una llamada, un video, una foto y varios mensajes en este tiempo tan difícil que nos toca atravesar”, afirmó.
Por su parte, la directora del nivel Inicial de la escuela Nuestra Señora del Carmen, Nazarena Loisi, explicó que en la escuela, ubicada en Villa 15, más conocida como Ciudad Oculta, “desde el inicio de la cuarentena y la suspensión de clases presenciales comenzamos a diseñar, como escuela y como parroquia, estrategias de acompañamiento a los niños, niñas y familias de la escuela y del barrio. Se destinaron distintos espacios como son el jardín, la escuela primaria y las distintas capillas para entregar diariamente la ración de comida, que reciben más de 200 familias en cada espacio del barrio, y como asilo en caso de ser necesario aislar a algunas personas”.
“Durante los primeros meses se entregó diariamente a las familias de la escuela algunos productos alimenticios junto con la merienda y desayuno de su hijo o hija. Actualmente, cada quince días, realizamos la entrega de bolsones de mercadería junto con las donaciones que vamos recibiendo, que complementan la entrega de alimentos que reciben por cada niño o niña. Ante esta situación tan compleja y preocupante que nos toca vivir, se hacen sentir aún más las necesidades por las que atraviesan los integrantes del barrio. Por esta razón, no sólo acompañamos tratando de alivianar las necesidades alimenticias, sino que también consideramos esencial acompañar los procesos de aprendizaje de cada niño y niña. Es por ello que a diario las docentes y profesores especiales envían sus propuestas a cada familia a través del Wassp”, detalló.
“También contamos con el Facebook del jardín en el que se publican otras propuestas de trabajo y realizamos entregas de los cuadernillos del Ministerio de Educación junto con algunos materiales de librería que habíamos adquirido a principio de año para iniciar el ciclo lectivo. Semanalmente realizamos llamados telefónicos o videollamadas para saber de cada niño, niña y familia. Sabemos que la escuela es espacio de contención y de amor y queremos seguir estando cerca en estos tiempos tan complejos”, aseguró.
Verónica López, de la comunidad de Santa Magdalena Sofía Barat, del barrio de Agronomía, relató: “Desde que comenzó el aislamiento social obligatorio, los jóvenes de la parroquia, exalumnos, y docentes del Instituto Nuestra Señora de la Unidad, empezamos a compartir la necesidad de hacer algo por quienes peor la estaban pasando. Sentíamos que era injusto estar nosotros tan bien frente a esta realidad. Entonces, conmovidos por esta realidad, decidimos buscar la manera de estar, acompañar y comprometernos con esta situación”.
“Es por eso que después de organizarnos y en conjunto con los curas de la parroquia, decidimos tomar el lugar de Cáritas (tres veces por semana) para entregar alimentos y ropa para las casi 70 familias que se acercan cada semana y ofrecer, también, un plato de comida caliente los sábados por la tarde-noche. Todo esto es posible no sólo por el esfuerzo y compromiso de cada uno de los voluntarios y voluntarias sino también gracias a todas las donaciones de la comunidad”. +