Los obispos de la Conferencia Episcopal de Guatemala, expresaron su
preocupación por el número masivo de compatriotas -junto con ciudadanos
hondureños- deportados desde los Estados Unidos y México, tras la crisis
causada por la pandemia de coronavirus, que provocó la aceleración de
los procesos de deportación.
“¿Cómo es posible que tanto el gobierno de los Estados Unidos como
el de México, sigan con estos procesos de deportación en medio de la
crisis que nos golpea en el contexto de una precariedad nacional en
términos de servicios de salud y estrategias contundentes para contener
la pandemia?”, escriben los prelados.
El Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, le dio
la autorización a la Patrulla fronteriza para acelerar los procesos de
deportación y hasta el momento se calcula un número aproximado de seis
mil personas deportadas.
En su comunicado titulado “Sometidos a la prueba, mantenemos la
esperanza”, los obispos cuestionaron los procesos de deportación en
medio de la crisis por la propagación del coronavirus que golpea al país
que en términos de servicios de salud y estrategias para contener la
pandemia, vive un contexto de precariedad.
Así mismo se preguntan cómo pueden ser expulsados de los Estados
Unidos, cuando por años trabajaron y contribuyeron con su mano de obra a
la economía del país; sin importar su estatus de ilegalidad.
“¿Ya no les son útiles a la sociedad norteamericana, particularmente si
han contraído el coronavirus? Si los gobiernos de los Estados Unidos y
de México se mostraron siempre como paladines de la defensa de los
derechos humanos, ¿por qué ahora hacen lo contrario?, cuestionan los
prelados guatemaltecos.
Aclarando que no hace parte de sus propósitos ver la paja en el ojo
ajeno, también analizan la situación interna de su país y lamentan ser
testigos de la falta de solidaridad de las comunidades que se niegan a
recibir a sus compatriotas ahora deportados. Solos y sin dinero, son
víctimas de la discriminación y el rechazo; mientras que cuando enviaban
remesas eran acogidos con felicidad; lo que para los prelados demuestra
una falta de solidaridad.
“Tanto los Estados Unidos como México y como nosotros en Guatemala
nos consideramos mayoritariamente cristianos –señalan los obispos-, por
ello hoy apelamos a este sentido religioso para que nuestra voz sea
escuchada”.
Por otra parte, reconocen que los guatemaltecos atraviesan por una
situación de profundo miedo; ya sea por el contagio del coronavirus, la
duración del confinamiento, sus consecuencias y el peligro de
desabastecimiento. Sin embargo, recuerdan que esta situación no debe
dejar a sus conciudadanos, sin esperanza ni sujetos a la resignación.
“Todos podemos contribuir y colaborar en estos momentos a que la
solidaridad se mantenga en alto y que así se viva en las comunidades”,
puntualizaron.
Una de las principales preocupaciones de la Iglesia es la situación
de millones de guatemaltecos que viven al día en trabajos informales y
que ahora no reciben ningún ingreso por lo que apoyan acciones estatales
como la entrega de subsidios al tiempo que reiteran su llamado a la
solidaridad.
Recordando el espíritu de la Pascua, espíritu de Resurrección de
Jesús, que nos da fuerza y esperanza en este tiempo incierto y difícil,
concluyen: "Si sufrimos por el contagio también debemos contagiarnos de
esperanza y de ánimo fraterno”.+