CAMINEO.INFO.- En numerosas casas, habrá un ser querido
que nos falta y ya no está entre nosotros. Una situación especialmente
dura en estas fechas próximas a la Navidad. Con el título “Es Navidad y
en casa no estamos todos. Duelo en Navidad”, la charla-coloquio que hoy
martes día 14 ofrece la Pastoral de la salud, en la parroquia San Juan
de Ávila, a las 17:30 horas, intenta ayudar a afrontar ese momento desde
la fe y la esperanza cristiana. Conversamos con su Delegado y capellán
hospitalario Diego A. Molina.
-- La situación es especialmente evidente en estas fechas próximas a la Navidad. Cómo afrontar esto.
Lo mejor para vivir la Navidad es dejarnos encontrar por ese Jesús que nace.
-- Esta charla-coloquio toca un tema que, podríamos decir, es
casi tabú en nuestra sociedad actual: la muerte, la pérdida,
especialmente en seres queridos.
Cuando hablamos de duelo,
hablamos de cualquier sufrimiento o dolor producido por cualquier tipo
de pérdida, bien sea la pérdida de la salud, del empleo… y ahora, muy
específicamente, hemos querido enfocar el duelo por la pérdida de un ser
querido. Cómo enfocar la Navidad cuando hemos tenido recientemente, o
en el último año, la pérdida de un ser querido. La idea es que esta
pequeña charla pueda iluminar, dar luz y un poco de esperanza, dar
algunos criterios y algunas pautas para que ese dolor, que va a estar
ahí, que se recrudece especialmente y profundamente en estos días, pueda
ser sanado, sonsolado, perdonado, reconciliado.
-- En qué consiste esta charla. Cómo surge.
Desde
la Delegación de la Pastoral de la salud, cada año, cada mes, hacemos
dos cosas. Una, en coordinación con la Hospitalidad de Lourdes, que se
encarga de una oración y eucaristía por todos los enfermos. Se celebra
todos los 11 de cada mes, día de la Virgen de Lourdes, en la parroquia
de San Agustín. Invito especialmente, si no podemos asistir, a que ese
día nos acordemos de las personas que están solas, de los enfermos, de
sus familiares, del personal sanitario. Y esa oración nos lleve un poco a
la concienciación y al acercamiento a cualquier enfermo. También todos
los meses tenemos una charla formativa, que es esta charla, en la
parroquia de San Juan de Ávila. Normalmente, las charlas de formación
que se están dando van en consonancia con el lema del año de la campaña
del enfermo, que empezamos el 11 de febrero. El lema de este año es
“Acompañar al que sufre”. Estamos hablando del tema de la escucha como
terapia para acompañar, acogida incondicional, empatía, escucha activa. Y
en la segunda parte hablamos de duelo, pérdida, de sufrimiento y cómo
iluminarlo también desde la fe. La Delegación de Pastoral de la familia,
junto a la Delegación de la Pastoral de la salud, estamos haciendo un
curso de dos años, un sábado al mes, para crear un centro de escucha y
de duelo en la Diócesis. Una de las charlas es precisamente ésta. Pensé
que podía ser un momento bueno e interesante, que nos puede iluminar y
ayudar, y ver qué hacer ante esa situación, que creo que se da en todas
las familias, donde ha habido una pérdida y un dolor, como ha habido
tantísimas muertes en este tiempo.
-- Cuáles son las claves de la charla “Es Navidad y en casa no estamos todos. Duelo en Navidad”.
Es
casi imposible condensar en una hora todo lo que uno quiere decir.
Empezamos con una pequeña oración. Hablo de lo que es el duelo y algunas
características del duelo en general, que puede ayudar e iluminar
saberlo, porque no hay dos duelos iguales, porque cada duelo depende del
apego, de la relación, del tiempo que ha pasado, cómo se esté
afrontando, si está en la fase aguda, si ha pasado un año... Un poco
iluminar para que tomemos conciencia de ese tema. Después daré unas
pautas para que cada uno pueda coger la que le interese, porque las
pautas no son recetas. Aquí no hay recetas, pero sí son muletas que nos
pueden ayudar a sanar el duelo. Es importante que esa frase que decimos
“ojalá me durmiera el día 23 y amaneciera el 7 de enero” descubramos
que, aunque lo deseamos, no es bueno. Hay que afrontar estas
situaciones. Hay que pasarlas, porque creo que nos van a iluminar. Y
después de la preparación, en la charla habrá un diálogo sincero,
incluso con lágrimas de los familiares y de los dolientes (cuando muere
una persona, entra en duelo toda la familia), aprender a respetar y a
expresar las emociones. Hay que aclarar que no es lo mismo duelo que
luto. El duelo es algo que todos vamos a pasar cuando tenemos una
pérdida, aunque la manifestación de ese duelo creamos que no existe; y
el luto es algo impuesto socialmente, para que se exprese ese dolor, lo
tengamos o no lo tengamos. Habrá que ver qué comportamientos evasivos
tenemos de ese dolor y qué comportamientos son afrontativos de ese
dolor. Y dar pistas de los momentos más dolorosos, como en las cenas
navideñas, intentamos simbolizar al ser querido, buscando las
tradiciones, aceptar y solicitar ayuda, intentar aliviar el estrés,
cuidar el cuerpo y cuidarse, tomar respiro en la reunión. Y al final,
hablaré de la esperanza en el duelo. De la esperanza en el Niño que nace
y que será crucificado y resucitado. Esa esperanza nace de la misma
experiencia de duelo, porque es la experiencia del dolor que se produce
por el amor y que nos lleva al dolor de Dios crucificado en la cruz por
amor a nosotros. Terminaré con algunas pistas y consejos de cómo tratar
ese duelo con los niños, que también están en ese duelo. Cómo hablar con
ellos y respetar las emociones. Y los criterios que los especialistas
dan para que estos momentos se conviertan en terapéuticos, que no
significa sin falta de dolor, y que nos ayuden a afrontar esta
situación. Y abordamos el tema de dinamizar la esperanza desde el dolor.
-- Qué nos puedes decir de esa dinamización de la esperanza.
Yo
siempre recomiendo que leamos este genio que es Benedicto XVI y su Spes
salvi, de gran profundidad. La esperanza se fundamenta en dos cosas. En
la confianza, de quién nos hemos fiado. Y la esperanza será mayor en
cuanto nuestra fe de verdad no sea un conjunto de ritos muertos y de
celebraciones o de tradiciones, sino esa confianza en de quién me fío,
sé lo que tú me quieres, Dios mío. Esa confianza y esa esperanza se
dinamiza desde la experiencia profunda de amor que nos muestran de
alguna forma que, en ese dolor que tenemos, la muerte no tiene la última
palabra; que el amor es más fuerte que la muerte y que ese sufrimiento
se puede ir convirtiendo y elaborando –el duelo requiere su tiempo- en
agradecimiento y ese agradecimiento en esperanza. Y esa fe que se
traduce en esperanza, luego, si de verdad se vive, la vamos a vivir
desde la caridad en los demás. La misma experiencia de dolor es la que
nos va a ayudar a creer, a sentirnos amados y a descubrir cómo el amor
es más fuerte que la muerte.