De hecho, a ravés de este libro se
pretende que desde las diferentes dimensiones de la Semana
Santa en Castilla y León, alcanzar sus esencias artísticas y
espirituales, porque es imposible conocer las obras de los
escultores-imagineros (Alonso Berruguete, Juan de Juni,
Gregorio Fernández, Francisco del Rincón, Lucas Sanz
Torrecilla, Andrés de Solanes, etc.), sin ellas.
Vuelve a sorprender con otra gran obra, muy
amplia y minuciosa, sobre los escultores y las esculturas de
la Pasión de Castilla y León. ¿Cómo surge la idea?
A
través de la editorial andaluza Tartessos, que posee una
trayectoria amplísima y muy rica en el estudio de la Semana
Santa de Andalucía y que está especializada en libros
lujosos (en lo que se refiere al papel, la portada…) y de gran
formato. Me pidieron que profundizara en nuestros pasos,
nuestras esculturas, en cómo transitamos de la imagen
procesional a esa escena teatral que es el paso.
¿Por qué procesos ha ido transcurriendo la idea original de la publicación?
Por
el de asumirla, ilusionarnos, informarnos, diseñar su
estructura… Es una publicación, a priori de arte, pero que está
elaborada por un historiador y que no nace de un archivo, sino
de muchísimas fuentes bibliográficas que ha habido que ir
desgranando. Hay que destacar, además, la imprescindible
aportación de una veintena de fotógrafos que nos han permitido
coser el contenido con imágenes.
¿Cuál es el secreto para escribir tanto, con una prosa amena y rigurosa, en tan poco tiempo?
No
tengo ningún secreto. Lo son las horas que tú vas sumando a ese
trabajo y que las quitas de otras muchas cosas. Creo que mi
pequeño secreto es que mi trabajo me gusta demasiado.
¿Cómo definiría la vinculación de los escultores con la obra creada?
Los
escultores del Barroco viven en una sociedad propicia para la
creación de estas imágenes. Gregorio Fernández, por ejemplo,
participaba de forma muy activa en la realidad sacralizada
de su tiempo, en la realidad de las cofradías. Los escultores que
trabajan para la Semana Santa, también en la actualidad, son
partícipes del ambiente.
¿Y qué relación hay entre lo tallado (la religiosidad popular) y la liturgia?
La
religiosidad popular es una forma de liturgia. Hay una
liturgia oficial, que ahora es muy cercana, flexible y
formativa, pero que no siempre ha sido así. Estaba alejada del
pueblo, en un idioma diferente, clericalizada… Y entonces
surge la otra liturgia, la de la pasión para laicos, la que se vive
en la calle y que se transmite a través de un canal de
información diferente, las cofradías, que además cumplían
otras funciones. Esa es la vinculación entre la liturgia de
antes y la que se va a crear con las procesiones.
¿Por qué escultura siente una especial predilección?
Me
cuesta responder sobre las imágenes vallisoletanas y el
ámbito de Castilla y León complica aún más la elección… Está la
Virgen de las Angustias, de Juan de Juni, con una iconografía
totalmente revolucionaria… pero la elegida para la portada
ha sido la del Atado a la Columna de Gregorio Fernández. Yo no sé
si es la mejor pero a mí es una de las que más me gusta e
impresiona. ¿Eso quiere decir que no las hay mejores?. Pues a lo
mejor las hay.
¿Somos conscientes de la importancia del valor de la aportación de estos escultores a la Pasión?
Primero
tenemos que apreciar lo que nos han aportado las cofradías,
encargando todos estos pasos, hay que romper una lanza por
ellas, y ojalá nos demos cuenta, si no lo hemos hecho ya, de lo que
han significado y seguirán significando para esta
comunidad autónoma. Para eso estamos los historiadores, para
hacer de ‘Pepito Grillo’. Con este libro yo mismo he aprendido
una barbaridad. He descubierto muchas cosas de esta tierra a la
que muchos amamos profundamente, que es Castilla y León.
(Iglesia en Valladolid)