Que si el Yoga es bueno o es malo es ya una pregunta común,
pues ha crecido el número de cristianos imbuidos en su práctica bajo la idea de
que les aportará grandes beneficios físicos debido al estiramiento del cuerpo,
la relajación, el movimiento de los órganos internos y la respiración; pero en
el fondo, saben que su práctica no va de acuerdo con la fe en Cristo-Jesús.
Lo de la relajación no es más que una falacia inoculada en
occidente como un pretexto convincente, aunque engañoso, para alejar al ser
humano de la verdadera fe en Dios y de los sacramentos. No se requiere de mucho
sentido común para ver que si la práctica del yoga fuese tan maravillosa, los
campeones olímpicos de siempre serían los pobladores de la India, como también
es evidente que quienes se han entregado a su práctica cotidiana no dejan de
padecer dolores musculares, cansancio permanente, mal humor y hasta depresión.
Entonces… ¿Dónde están los beneficios del yoga?
La práctica del Yoga es incompatible con la fe en Jesucristo.
La Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, en su Carta a los obispos de la Iglesia Católica sobre algunos aspectos de la
Meditación Cristiana, del 15 de octubre de 1989, establece que “Toda
oración contemplativa cristiana remite constantemente al amor del prójimo, a la
acción y a la pasión, y, precisamente de esa manera, acerca más a Dios” (inciso
13) y agrega que “Cristo se nos da a sí mismo y nos
hace partícipes de su naturaleza divina, sin que destruya nuestra naturaleza
creada, de la que él mismo participa con su encarnación” (inciso 14).
El investigador de la India, Tarun Chopra, por su parte
explica que “el yoga es una forma de obtener progreso espiritual porque la
disciplina del cuerpo tiene influencia en la conciencia. La concentración de la
mente tiene poder sobre la materia. Los ejercicios simples de yoga potencian el
poder de la elevación espiritual, esto es lo que da su nombre al yoga”,
sostiene que “el Raja Yoga no
considera al cuerpo como una ilusión, el Hatha
yoga utiliza al cuerpo como un método
de liberación practicando la fuerza del yoga como disciplina para la
purificación del cuerpo, el cual es inmune al karma y a la enfermedad. Una vez purificado, el cuerpo y la mente
toman un estado de éxtasis llamado Samadhi,
donde la meditación intensiva conduce a la liberación. Kundalini yoga busca la unión de Shiva y Shakti (dos deidades del hinduismo) dentro del cuerpo
llevando a la serpiente femenina de
gran poder hasta el centro energético de la cabeza, la ubicación trascendental
de la cabeza de dios” y agrega que “el yoga es un ejercicio que ayuda en el
proceso de unión de la mente con el cuerpo, que se logra disciplinando al
cuerpo a través de una mezcla de 84 asanas
(posiciones) de las que la más básica y efectiva es Padmasana o la posición de loto”[1].
¿Así, o más incompatible con la fe cristiana…? Pues aun hay más, ya en el Padmasana se hacen ejercicios de Pranayama (respiración) que “tiene que
ser regulada para que el estómago se contraiga o extienda con cada exhalación o
inhalación a un ritmo constante. Mientras uno exhala, debe aprender a decir Om, el sonido que parte desde el
estómago, y que produce un sonido que dura tanto como la exhalación lo permita
hasta llegar al Dhyana (concentración
total)” (Op Cit).
¿Qué significa Om?
El mismo Tarun Chopra explica en su libro que Brahma en el dios creador que “se creó a sí mismo creando primero
el agua, en la que depositó una semilla que más tarde fue un huevo dorado. De
este huevo nació Brahma, el creador
que creó todos los mundos con el sonido Om,
un sonido que define el pasado, presente y futuro”.
La Biblia, por su parte, sostiene que Dios creador es Yahveh
y creó el universo con su Palabra, Palabra que luego se encarnó para venir al
mundo como Dios y como hombre a traernos la redención. La Palabra de Dios es
Jesucristo, la segunda Persona de la Santísima Trinidad, no un sonido
impreciso.
En el yoga
no deja de haber engaños de los que posiblemente el más evidentemente absurdo
sea este: “se dice que los yoguis con experiencia tienen poderes
extraordinarios, como la habilidad de desaparecer cuando quieren, pero que esos
poderes no son generalmente utilizados frente al público” (Op Cit). ¿O sea que
no desaparecen en público? ¿De qué sirve entonces desaparecer? o ¿Quién puede
dar testimonio de una desaparición cuando no se puede desaparecer ante nadie…?
Ya es de risa…
[1] Chopra, Tarun “La vaca
sagrada y otras historias de la India” Nueva Dehli, 2000