La gran mayoría de la Iglesia está conformada por laicos, el inmenso número de fieles bautizados que no participan del sacramento del orden y que no son sacerdotes, presbíteros, obispos ni cardenales. Esta mayoría de laicos, que tampoco participa en sínodos, capítulos generales ni cónclaves, lo que conoce de la Iglesia es la Liturgia, a la que bien se le puede reconocer como el rostro de la Iglesia.
La palabra Liturgia -del griego clásico profano- significa "Obra para la comunidad". A partir de los siglos II y III antes de Cristo, en la traducción del Antiguo Testamento al griego -la Versión de los LXX- la palabra comenzó a tener un sentido meramente cultual, y fue en la iglesia primitiva griega cuando se le nombró así al "Culto divino" para luego referirse a la "Misa". En occidente, fue hasta el siglo XIX cuando se comenzó a utilizar.
El Concilio Vaticano II afirma que la Liturgia "es la cumbre a la que tiende la actividad de la Iglesia y la fuente de donde mana toda su fuerza".
Hoy se distingue "Lo litúrgico" -actos sagrados realizados por personas legítimamente designadas, en conformidad con los libros litúrgicos aprobados por la Santa Sede- de lo "Lo no litúrgico" o "Ejercicios piadosos" -que son las demás acciones sagradas que se hacen en una iglesia o fuera de ella, con o sin sacerdote-.
La Liturgia utiliza diversos colores para cada uno de los tiempos y celebraciones litúrgicas, aunque no siempre ha sido así, sino hasta principios del siglo XII durante el pontificado de Inocencio II. Luego, en el siglo XVI el papa Pío V le otorgó un uso temporal específico formalizando el empleo de los colores según los tiempos del Año litúrgico:
-Blanco, durante Pascua y Navidad; para fiestas del Señor, de la Virgen María, de los ángeles y de los santos no mártires. También para impartir los sacramentos del Bautismo, Comunión, Matrimonio y Orden Sacerdotal. Simboliza la luz, lo divino, gozo, pureza, gloria y gracia.
-Rojo, para el Domingo de Palmas, las fiestas del Espíritu Santo, de los apóstoles (excepto la de san Juan, el 27 de diciembre), de los santos mártires y de los evangelistas. También para el Viernes Santo y la fiesta de la Santa Cruz. Simboliza amor y martirio.
-Verde, durante el Tiempo Ordinario y en períodos después de Epifanía y Pentecostés. Simboliza la esperanza.
-Morado, durante Cuaresma y Adviento, los días penitenciales, el día de los Fieles Difuntos y para celebrar exequias. También para impartir los sacramentos de Reconciliación y Unción de Enfermos. Simboliza penitencia.
-Rosa, para Laudete -tercer domingo de Adviento- y para Laetare -cuarto domingo de Cuaresma-. También para algunas festividades de la Virgen María.
-Dorado, para Domingo de Pascua o en sustitución del color blanco.
-El Azul, puede usarse por las iglesias de España en la Fiesta de la Inmaculada Concepción.
El empleo de estos colores litúrgicos se traduce en una ayuda visual para entrar al misterio que se celebra.
El Año Litúrgico, que inicia el primer domingo Adviento y concluye el domingo de la festividad de Jesucristo rey del universo, tiene como finalidad catequética enseñar los misterios de Cristo, y como finalidad salvífica otorgar la gracia de cada uno de esos misterios. Consta de dos ciclos: el A su vez, el ciclo temporal cristológico tiene dos ciclos: El ciclo de Navidad comprende: Adviento, queEl ciclo Pascual comprende Cuaresma, Semana Santa, Triduo Pascual, y Tiempo Pascual. La