En la cordillera cantábrica, en la provincia de Santander, en la aldea de San Sebastián de Garabandal, en varias ocasiones se apareció el arcángel san Miguel, entre el 18 de junio y el 1 de julio de 1961, para preparar a cuatro niñas, de entre 11 y 12 años de edad, para que fueran las videntes de varias apariciones de la Virgen María ocurridas entre 1961 y 1965. Durante su última manifestación, el Arcángel les anunció a las niñas que la Virgen se les aparecería al día siguiente, 2 de julio, festividad de la Visitación.
Durante los casi cuatro años que duraron las apariciones la Virgen se mostró como madre cariñosa, aunque exigente, y entregó toda una catequesis doctrinal, moral y espiritual. Además, reveló dos mensajes, uno el 18 de octubre de 1961, y otro el 18 de junio de 1965,
-El primer mensaje indica: "Hay que hacer muchos sacrificios y mucha penitencia, y tenemos que visitar mucho al Santísimo, pero antes tenemos que ser muy buenos. Y si no lo hacemos vendrá un castigo. Ya se está llenando la copa y si no cambiamos vendrá un castigo".
-El segundo mensaje advierte: "Como no se ha cumplido y no se ha hecho conocer al mundo mi mensaje del 18 de octubre de 1961, les diré que este es el último; antes la copa se estaba llenando ahora está rebozando. Los sacerdotes, obispos y cardenales van muchos por el camino de la perdición, y con ello llevan a muchas más almas. A la Eucaristía cada vez se le da menos importancia. Deben evitar la ira de Dios sobre ustedes con sus esfuerzos. Si le piden perdón con sus almas sinceras, Él los perdonará".
Además, la Virgen María profetizó tres acontecimientos de dimensión universal: un Aviso, un gran Milagro y un Castigo.
-La primera profecía revela la llegada del Final de los Tiempos con un gran aviso de Dios, que coincidiendo con un fenómeno cósmico de gran estruendo y luminosidad en toda la tierra, permitirá que todo ser humano, creyente o no, de cualquier religión, pueda ver y conocer en su interior el estado de su alma tal y como Dios la ve. Será motivo de purificación y sufrimiento, y de profunda conversión. Este aviso vendrá en un gran momento de agitación mundial y de persecución religiosa.
-La segunda profecía anuncia un gran Milagro que sucederá en el pueblo de Garabandal en un lapso no mayor a 12 meses después del Aviso. Durará de 10 a 15 minutos un jueves a las 20:30 horas coincidiendo con la fiesta de un santo mártir de la Eucaristía, entre los días 6 y 16, entre los meses de febrero y junio, y coincidirá con un acontecimiento venturoso para la cristiandad. Los enfermos que asistan sanarán y los incrédulos creerán. El Papa verá el milagro desde donde quiera que esté.
-La tercera profecía advierte que si la humanidad no se convierte como el Cielo espera, Dios mandaría un castigo.
En la enseñanza doctrinal, la Virgen María confirma el sentido de nuestra fe, que es Dios y su Trinidad; Jesucristo, como Hijo de Dios y de María; la existencia de los ángeles; la poderosa intercesión de san José, la vida eterna, el purgatorio, el infierno, la muerte y las almas de los fieles difuntos. También recordó que los medios para alcanzar el Cielo consisten en tomar conciencia de la realidad del pecado, de la vida de la Gracia, la necesidad de oración y de los siete sacramentos, el sentido de lo sagrado, la práctica de las virtudes como la humildad, penitencia, paciencia, modestia y pureza, e hizo énfasis en la importancia de la señal de la cruz, los objetos benditos, el santo escapulario, el Rosario y la devoción a los corazones de Jesús y de María.
La Iglesia no ha aprobado ni desaprobado estos acontecimientos, se mantiene en espera del cumplimiento de las profecías. El 8 de julio de 1963, el obispo de Santander, monseñor Beitia Aldazábal, declaró: "No hemos encontrado materia de censura eclesiástica condenatoria, ni en la doctrina ni en las recomendaciones espirituales que se han divulgado". En enero de 1966, Conchita, una de las videntes, fue convocada a Roma por el pro-prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Alfredo Ottaviani, para ser interrogada, y tras solicitar ella audiencia con el Santo Padre, Pablo VI le dijo: "Yo te bendigo y conmigo te bendice toda la Iglesia".
El tiempo dirá si se cumple el contenido de las revelaciones en Garabandal. Mientras tanto, no nos viene nada mal atender a la conversión, por el bien propio y de la humanidad.