La educación es tarea, arte y realidad
dinámica, con dimensiones individuales y sociales. Hoy necesitamos una educación humanista de calidad y para todos. Esto
precisa renovar el compromiso, la pasión y el esfuerzo para lograr una
educación más integrada, abierta e incluyente. Es lo que ha desarrollado
Francisco en un discurso a la Congregación para la Educación Católica (20-II-2020), en el
marco de los trabajos relacionados con el "Pacto Educativo Global" (Instrumentum laboris, 2020) y la Jornada Mundial de la Educación por él
convocada para el próximo mes de mayo (*).
El movimiento educativo, hoy
1. En la primera parte de su discurso, el Papa ha señalado rasgos
esenciales del movimiento educativo, que necsitan ser afrontados hoy de modo
renovado. “La educación que tiene en el centro la persona en su realidad
integral tiene el fin de llevarla al conocimiento de sí misma, de la
casa común en la que vive y sobre todo al descubrimiento de la fraternidad
como relación que produce la composición multicultural de la humanidad,
fuente de mutuo enriquecimiento”.
1) Cabe considerar, pues, la educación como “movimiento ecológico” en el
que se pueden distinguir los cuatro niveles personales. La relación de la
persona con Dios (nivel espiritual), consigo misma (nivel interno), con los
demás (nivel solidario) y con todos los demás seres, especialmente los seres
vivos (nivel natural). Esto ha de traducirse en los correspondientes itinerarios
pedagógicos, capaces de educar en una “ética ecológica” que ayude a
crecer en esas cuatro dimensiones. En su encíclica Laudato si' (24-V-2015,
ver capítulo 6) Francisco señalaba, en esta línea, algunas orientaciones para
encauzar hoy la espiritualidad y la educación ecológica.
2) En cuanto a su método -continúa el Papa– la educación es un "movimiento
inclusivo" que se dirige a todos los "excluidos." Y esto es
"parte integrante del mensaje salvífico cristiano". Hoy -observa- es
necesario acelerar este movimiento inclusivo de la educación para frenar la cultura
del descarte, originada por el rechazo de la fraternidad como
elemento constitutivo de la humanidad".
3) Un tercer rasgo de la educación es ser un "movimiento
pacificador", constructor y portador de la paz. No como una
utopía sino como un bien siempre posible. Debemos construir la paz contra el
movimiento de la "egolatría", que genera fracturas y
contraposiciones a todos los niveles, porque tiene miedo a la diversidad y a
las diferencias. La educación ha demostrar cómo, en realidad, "las
diversidades no obstaculizan la unidad, es más, son indispensables para la
riqueza de la propia identidad y la de todos".
En efecto, y para esto la educación debe enseñar el discernimiento
no solo personal sino también social y cultural y ecológico: lo que pide
enseñar a escuchar, a dialogar y a comprender (cf. R. Guardini,
"Comprensión" en Idem, La esencia del cristianismo-Una ética para
nuestro tiempo, Madrid 2007, pp. 253-265).
4) El cuarto elemento de la educación es ser un "movimiento de
equipo", en el que participan muchas personas: familias, maestros,
instituciones civiles y religiosas, etc. Pero este movimiento de equipo
-lamenta Francisco- hace tiempo que ha entrado en crisis. Y por eso hoy
necesitamos promover un "pacto educativo global" entre todos
los que intervienen en la educación.
Con ese propósito es bueno detenerse –como ha propuesto el Papa al convocar una
Jornada mundial de educación para el próximo 14 de mayo–, con esta finalidad:
"Reavivar el compromiso por y con las jóvenes generaciones,
renovando la pasión por una educación más abierta e incluyente, capaz de
la escucha paciente, del diálogo constructivo y de la mutua comprensión"
(Mensaje para el lanzamiento del pacto educativo,
12-IX-2019).
Algunos
retos del "pacto educativo"
2. En la segunda parte, Francisco ha señalado otros retos actuales de ese
“pacto educativo”. Algunos se refieren a nuestras actitudes personales y
como sociedad. Otros se refieren al método de hoy necesita la educación
e incluso a peticiones concretas.
1) Para alcanzar una alianza educativa amplia y capaz de formar personas
maduras, que puedan superar fragmentaciones y contraposiciones, y contribuir a
una humanidad más fraterna, hace falta, en primer lugar, valentía: “La
valentía de colocar a la persona en el centro […]. La valentía de invertir
las mejores energías […]. La valentía de formar personas disponibles que se
pongan al servicio de la comunidad” (Ibid, 12-IX-2019). La
valentía –agrega con gran sentido realista– de pagar bien a los
educadores.
2) En segundo lugar apunta Francisco la necesidad de una educación
interdisciplinar y transdisciplinar (cf. Const. ap. Veritatis gaudium, Proemio,
4c), capaz de abordar la unidad del saber y de afrontar la fragmentación actual
de muchos estudios, especialmente ante el “pluralismo ambiguo, conflictivo o
relativista de las convicciones y de las opciones culturales” (Ibid.).
3) Formula el Papa, finalmente, cuatro peticiones o caminos concretos para los
próximos años: la redacción de un Directorio sobre este tema; el
establecimiento de un Observatorio mundial; la actualización de los
estudios eclesiásticos; el impulso al “trabajo pastoral universitario
como instrumento de nueva evangelización”.
Espera así contribuir a restaurar y consolidar el pacto educativo a
todos los niveles, en el sentido que enseña la Palabra de Dios:
“El pacto entre Dios y los hombres, el pacto entre las generaciones, el
pacto entre los pueblos y las culturas, el pacto –en la escuela– entre
los maestros y los alumnos, el pacto entre el hombre, los animales, las
plantas e incluso las realidades inanimadas que hacen que nuestra casa común
sea hermosa y variopinta. ¡Todo está relacionado con todo, todo está creado
para ser un icono vivo de Dios que es Trinidad de Amor!” (Discurso al Instituto Universitario Sophia de Loppiano,
14-XI-2019).
(*) Posteriormente la jornada ha sido
trasladada al 15 de octubre.