A la valerosa, abnegada y ejemplar madre de los Macabeos que padeció martirio por la verdad.
Bendita y nunca suficientemente alabada hija de Israel:
Eres digna de alabanza porque diste testimonio de heroísmo, un heroísmo que solamente es posible cuando se ama apasionadamente. La sabiduría y fortaleza están tan íntimamente unidas, que ni es posible poseer la sabiduría sin ser fuerte, ni tampoco se puede serfuerte sin poseer la sabiduría.
De la necesidad de la fortaleza para alcanzar la sabiduría ya traté al comentar la necesidad de llevar una vida recta tanto para alcanzar como para no perder la sabiduría; ahora es el momento de detener la mirada en la necesidad de la sabiduría para poder ser fuerte.
Una persona que está segura de poseer la verdad, en virtud de la esperanza que tal verdad le ofrece puede ser capaz de morir por ella; también el que cree erróneamente que posee la verdad es capaz de dar la vida, pero el que duda, jamás será mártir. La verdad hace al hombre fuerte y, por lo tanto libre, de ahí que diga la Escritura: veritas liberavit vos (Jn 8,32).
La verdad libera al hombre porque le enseña lo que debe hacer: El que ignora el deber no es un hombre libre. Para ser libre es necesario tener la potestad de elegir, pero solamente el que sabe está en condiciones adecuadas para poder elegir. El que elige desde la ignorancia no sabe sisu elección es la correcta o no, si él es un malvado, o no. Además, la verdad no solamente enseña el camino, sino que también nos da la fuerza para recorrerlo.
Hay personas que presumen de «liberales» ante la intransigencia de los demás, pero mas que presumir deberian estar avergonzados porque su transigencia nos está diciendo a gritos la carencia de valores que hay en sus vidas vacías. Bien experimentado tengo, y con pena lo digo, que estos que se dicen «liberales» cuando realmente poseen «algo», en la defensa de esto se convierten en las personas más intransigentes. Es evidente que a quien todo le importa un bledo puede ser completamente liberal.
De todas formas no basta con poseer la verdad para hacer el bien, pues es necesario que esté acompañada por la fuerza de voluntad, que es, precisamente, algo que distingue a los hombres de las bestias. Ningún animal tiene fuerza de voluntad, por eso las personas que tienen este defecto se asemejan a los animales. San Josemaría en el punto 5 de Camino ha dejado escrito: "Acostúmbrate a decir que no". Se refiere evidentemente a las pasiones desordenadas.
Para ti, madre de los Macabeos, mujer heroica, que claras deben estar estas ideas que acabo de exponer. Tú mostraste una gran fuerza de voluntad, pero tal dominio estaba fundado en la verdad, en aquella verdad que te proporcionaba tu religión hebrea. Por ello con estas hermosas palabras te alaba la Escritura:
«La madre fue de todo punto admirable y digna de gloriosa memoria. Viendo morir a sus siete hijos en el plazo de un día, lo soportaba con serenidad gracias a la esperanza en el Señor. Exhortaba en su lengua patria a cada uno de ellos llena de nobles sentimientos; e imprimiendo a su talante femenino un coraje varonil les decía:
—No sé como aparecisteis en mi vientre; yo no os di el espíritu y la vida, ni puse en orden los miembros de cada uno de vosotros. Por eso el creador del mundo, que plasmó al hombre en el principio y dispuso el origen de todas las cosas, os devolverá de nuevo misericordiosamente el espíritu y la vida, puesto que ahora, a causa de sus leyes, no os preocupáis de vosotros mismos» (II Mac 7, 20-23).
¡Qué categoría la de esta mujer! Ante semejante ejemplo cabe interrogarse acerca del progreso de los hombres, ¿avanzamos hacia delante, o hacia atrás? No es fácil encontrar hoy mujeres así, ni tampoco hombres.
Admirable mujer, tu fortaleza procede de la fe, de una fe gigante, que crece por la coherencia entre conducta e ideas. De ti se puede decir de ti que eres una verdadera israelita. Al comentar este pasaje, no se debe pasar por alto un dato muy significativo y que refuerza lo que vengo diciendo, este dato es el siguiente: La primera vez que en la Escritura aparece expresada de modo explícito la creación ex nihilo ("de la nada") es entu boca. Mientras animabas a tu hijo menor al martirio, entre otras expresiones, que revelan la madurez y prudencia de tu conducta, dijiste:
«Te suplico, hijo, que mires el cielo y la tierra, y viendo todo lo que hay en ellos reconozcas que Dios no los ha hecho de cosas ya existentes, y que lo mismo sucede con el género humano» (II Mac 7, 28).
Eres una persona de admirable formación y fidelidad; por eso, tu conducta es digna de ser alabada de generación en generación de manera que sirva de ejemplo a los hombres que buscan la senda de la verdad.