CAMINEO.INFO.-
En Congo muchos creen que el Covid-19 no existe, que es una
enfermedad de blancos o que se inventan las cifras y se aumenta el
número de muertos con intención de justificar el dinero que están
donando las grandes potencias extranjeras. Lo cuenta la española
Candelas Varela, directora de la Escuela de Enfermería del Hospital
Monkole, en Congo, país en el que trabaja desde 1997.
Candelas Varela señala a The Diplomat que el impacto
sanitario del coronavirus en el Congo (84 millones de habitantes) no
está siendo el mismo que en el resto del mundo. “No sabemos si empeorará
más tarde, pero la virulencia del Covid en este país no parece tener
unas grandes dimensiones, aunque los datos del Congo rural no abundan”,
dice.
Desde que se declaró el primer caso, el 10 de marzo y hasta el 25 de
abril, ha habido oficialmente 28 muertes y 416 positivos, de los cuales
49 están curados.
Más afectados entre los enfermeros y personal sanitario
La enfermera explica que la enfermedad se localiza principalmente en
Kinshasa (11 millones de habitantes) con el 95% de los casos. Sólo 2
millones están en zona urbana en la capital, es decir, con asfalto y
acceso a agua y electricidad estable. Que el 70 por ciento del Congo sea
rural hace prever que los cálculos de incidencia del virus no sean ni
mucho menos exactos, indica.
Varela señala que actualmente los más afectados son los enfermeros y
personal sanitario que ha estado en contacto con los primeros casos,
venidos en su mayoría desde Europa y Estados Unidos. “Las clases
‘altas’, los que pueden viajar, por motivos profesionales o por turismo
-afirma-, han sido los más tocados por esta enfermedad y entre ellos ha
habido varios políticos o personas cercanas a la Presidencia. Gracias a
eso, las medidas tomadas por el presidente, al que el estado de
emergencia ha ampliado sus poderes, han limitado mucho el contagio y el
número de casos”.
Mascarillas multicolores
La directora de la Escuela de Enfermería del Hospital Monkole,
recuerda que desde el día 18 de marzo se cerraron las iglesias, los
colegios y universidades, los bares, restaurantes… Se prohibieron las
reuniones de todo tipo de más de 20 personas y el día 21 de marzo, se
cerraron las fronteras. “En la zona de la Gombe, que es el barrio de
negocios de la capital, hay confinamiento, pero en el resto de la
capital cada uno se autogestiona. En algunas zonas si sales a la calle
llevas mascarilla pero en las casas -que a menudo son compartidas con 4 o
5 familias- es imposible”, explica.
“Para luchar contra el contagio -añade-, se ha obligado a la
población al uso de mascarillas. Y da igual el tipo, cada uno se la ha
hecho en su casa como ha podido. De hecho, si no la llevas te ponen una
multa de 5.000 francos, al cambio 2,6 ¤. Algunos policías y militares se
aprovechan para llenarse los bolsillos y arrestar a los que según
ellos, llevan mascarillas que incumplen las “normas”; por supuesto no se
sabe cuáles son las normas ni quién las ha dictado pero ellos se
aprovechan y claro, los propios policías no llevan mascarilla”.
Candelas Varela continúa su relato: “Gracias a todo esto, y como
nadie quiere pagar multas ni que le molesten arrestándole, en las
principales zonas de la capital, Kinshasa se ve a mucha gente con
mascarillas multicolores, hecha incluso a veces a conjunto con la ropa
que lleva”.
“La zona de la Gombe sigue en confinamiento, porque es donde se
localizaron la mayoría de los casos. De hecho en la Gombe solo se puede
salir al supermercado y como anécdota, todos los niños de la calle que
“ganaban” dinero en esa zona, se han ido a pedir a otros barrios, que se
quejan ahora de la inseguridad de estas bandas”, indica.
“Mucha gente -añade- piensa que se podría aprovechar para limpiar las
calles de la capital, siempre llenas de basura, aprovechando que están
menos transitadas. Sería posible en esa zona de la Gombe, porque en las
zonas más periféricas como NDjili, la llamada china popular, la
población sigue actuando como si no pasara nada e incluso te insultan si
llevas mascarilla; piensan que atraes al virus. Ahora, el virus se va
extendiendo por el resto de la ciudad pero muy lentamente”.
“Monkole 2”: 25 camas en 13 habitaciones con acceso a oxigeno
Con respecto a Mont Ngafula, la comuna donde está el Hospital
Monkole, la enfermera apunta que no hay casos declarados al menos
oficialmente. “Un falso caso -dice- sirvió para empezar la preparación a
la acogida, y parece que después de cuatro semanas la zona para
hospitalizarlos ya está lista. Se instalarán en lo que llamamos “Monkole
2”. Esta área era utilizada hasta el mes pasado, como ambulatorio de
cirugía, consulta preescolar, de diabéticos…y zona de rehabilitación.
Ahora, se ha adaptado para acoger a los pacientes y al personal que los
atenderá, que estará confinado durante todo el periodo que dure la
pandemia y evitar así el contacto con sus familias”.
Agrega que se han habilitado 25 camas en 13 habitaciones con baño
completo, y con acceso al oxígeno, al agua corriente y a la electricidad
las 24 horas del día. “Gracias a la ayuda de varios donantes y al
trabajo de los servicios técnicos de Monkole, se ha logrado respetar al
máximo las medidas para instalar a estos pacientes y al personal. Algo
que parece tan básico pero no lo es en los hospitales de Kinshasa”,
manifiesta.
Candelas Varela dice que se mantienen muchas incertidumbres, dudas y
preguntas, “hasta el punto -subraya- de que muchos creen que el Covid-19
no existe, que es una enfermedad de blancos o que se inventan las
cifras y se aumenta el número de muertos en el Congo, con intención de
justificar el dinero que están donando las grandes potencias extranjeras
como el FMI, el BM… Si al menos este dinero sirve para comprar material
sanitario, equipar los hospitales y pagar al personal, será algo
positivo lo que se saque del coronavirus”.
La formación sacará adelante el país
Por último, la enfermera indica que un aspecto positivo es que los
congoleños rezan y creen en el poder de la oración. “Aunque las iglesias
están oficialmente cerradas, hay Misa los domingos para un pequeño
grupo de fieles, elegidos por los párrocos e incluso a veces, la
policía ha debido intervenir para dispersar a la masa, como ocurrió el
domingo de Ramos, que todos salieron a la “calle” con sus ramos para que
el cura los bendijese. ¡Cómo no iba a haber bendición de las palmas!,
¡no es posible! Así que la policía tuvo que esperar a que este acto
terminara para dispersar a la masa”, relata.
“Esperemos -concluye- que pronto se pueda recuperar una vida normal,
sobre todo que los niños vuelvan al colegio, a aprender, para que la
formación pueda ser lo que saque adelante este país”.