Enamorado de su
tierra natal, Nicaragua, un gran predicador, fiel máximo de la Iglesia y
un humilde sacerdote que entiende que en la obediencia está la
felicidad. Ese es el Padre Arturo, un presbítero que tras diez años y
medio sirviendo a Ceuta, principalmente en la parroquia de Santa Teresa,
se despide de la ciudad para prestar servicio en la vecina localidad de
La Línea de la Concepción. Atrás quedan años complicados pero,
principalmente, "llenos de felicidad", donde por encima de todo siempre
ha estado al servicio a los demás, el saber escuchar, ser comprensivo,
estar cercano a la feligresía y, fundamentalmente, seguir los pasos que
Dios le ha ido marcando, han sido el secreto de un párroco que deja
huella en Ceuta por su capacidad a la hora de transmitir.
El Padre Arturo, un enamorado del Camino Neocatecumenal, llegaba a
Ceuta hace diez años y medio. "Era un lugar del que nunca había oído
hablar, pero hasta aquí me destinaron por tres años y finalmente he
permanecido durante más de diez", asegurando que "me marcho enamorado de
Ceuta, una tierra de la que no me despido, pues la visitaré cada vez
que pueda", reconoce.
A lo largo de estos años, el Padre Arturo
ha vivido numerosas experiencias, algunas buenas y otras no tanto, pero
todas forman parte de una realidad que es la vida y del destino que
Dios nos tiene para cada uno de nosotros. Momentos felices y otros muy
dolorosos de numerosas personas que a lo largo de estos años ha
escuchado y a las que siempre supo dar una palabra en nombre de Dios.
Una palabra de esperanza, de fe y de vida, estando al servicio de todo
aquel que lo ha requerido, independientemente de la hora que marcase el
reloj. Así, una de sus últimas experiencias las pudo vivir a inicios del
pasado mes de junio en la Romería del Rocío, donde por primera vez
acompañó a la Hermandad de Ceuta, viviendo una experiencia única que a
buen seguro jamás podrá olvidar, pues se vivieron experiencias
importantes bajo el manto de la Virgen María en la festividad del Día
del Espíritu Santo en el Domingo de Pentecostés.
A lo largo de estos años son muchos
momentos para recordar del Padre Arturo. Sus homilías cargadas de fuerza
y de verdad, su servicio a las diferentes comunidades del Camino
Neocatecumenal y, más concretamente, al Centro Sancta María de África,
su conexión con los niños en aquellas comuniones que no se olvidarán, su
entrega a la parroquia, su empatía con la feligresía, peregrinación con
la Virgen del Rocío, atención a hermandades y cofradías, homilías a
través de las redes sociales en plena pandemia que se hicieron viral
pero, sobre todo, si hay una palabra que define al Padre es verdad, pues
como él mismo dice "solo la verdad lleva a la realidad, aunque la
verdad duela".
Desde la redacción de este diario
deseamos el mejor peregrinar al Padre Arturo en esta nueva encomienda
que la Iglesia le otorga.