CAMINEO.INFO.- En la Misa con la que los colegios diocesanos de Madrid celebraron la Pascua, el arzobispo, cardenal Carlos Osoro, les lanzó una propuesta:
hacer un proyecto para cambiar Madrid al estilo de Jesús. En el colegio
Nuestra Señora de Fátima es algo que siempre han intentado y este
jueves, 26 de mayo, se lo han querido mostrar durante la visita que el
purpurado les ha hecho para bendecir sus nuevas instalaciones.
Tres años –con pandemia de por medio– han durado las obras de
acondicionamiento de un centro que acoge una línea de Infantil y
Primaria, con 160 alumnos, de los cuales todos menos dos son de familias
migrantes. Se han adaptado espacios para clases, se ha dotado de mayor
accesibilidad a todas las instalaciones y se han reformado zonas que ya
había, por ejemplo los baños, «¡como los de los hoteles!» a ojos
asombrados de los pequeños.
El centro escolar y la parroquia del mismo nombre son todo uno y
comparten edificio: los niños tienen allí también las catequesis, se
trabaja y hace acompañamiento con las familias, y todas las
celebraciones litúrgicas las realizan en el templo parroquial o bien en
una nueva sala acondicionada como oratorio. Una parroquia con siete
comunidades del Camino Neocatecumenal, entre otras, porque «aquí tenemos
de todo», indica Jorge González, el párroco.
Las obras se han llevado a cabo gracias a la Fundación Familia
Alonso, que, desde el año 2004, colabora con la diócesis apoyando los
colegios diocesanos. Lo hace sufragando obras de acondicionamiento o
subvencionando las becas de comedor, de apoyo escolar, aulas
tecnológicas... La fundación de carácter familiar nació en 1954 como
rama social de Laboratorios Alter y, por ello, a la visita de las
instalaciones han acudido también Cristina y Beatriz Alonso, integrantes
del patronato que hacen la tercera y la cuarta generación de una saga
que, de momento, no tiene intención de abandonar su fin: «colaborar con
la educación cristiana».
Algo que el cardenal Osoro les ha agradecido expresamente en varias
ocasiones durante el recorrido: «Es impresionante lo que la fundación ha
hecho por la transformación de los colegios diocesanos». La reforma de
Nuestra Señora de Fátima sería imposible con recursos propios, «pero sí
con el corazón de personas que son capaces de poner a disposición de los
demás» los suyos. Ante los niños, el cardenal Osoro ha insistido en
esta generosidad: «El colegio está precioso, pero hay personas detrás
que ayudan a que esto sea así; que cuando seáis mayores aprendáis a
hacer lo mismo sabiendo que hay personas que a mí me ayudaron».
Un huerto, clases de psicomotricidad…
La visita ha sido conducida por la directora del centro, Juan Trigo, y
en ella ha estado presente también la delegada episcopal de Enseñanza,
Inmaculada Florido. Ha sido todo un éxito; cada clase habría preparado
con antelación lo que le iban a mostrar al arzobispo, que a su vez se
iba interesando por los niños, por sus nombres, por su origen (Cuba,
Venezuela, Colombia, República Dominicana...).
Los mayores le han contado su proyecto para cambiar Madrid mediante
el desarrollo de los ODS e integrando el Pacto Educativo Global
propuesto por el Papa Francisco. Otros estaban haciendo recetas sobre la
alegría –«trabajáis muy bien», les ha animado–; en una clase los
alumnos representaban en dibujos los favores que hacían a los demás; los
pequeños le han enseñado el huerto que tienen en la azotea y cómo se
hace compost de forma natural.
También ha podido asistir a una clase de relajación corporal, a otra de psicomotricidad, e incluso a una interpretación del Ave María de Fátima con cazús, instrumentos musicales parecidos a una flauta. «Vais a ser unos músicos yo creo que extraordinarios».
Sorprendidos se han quedado los pequeñitos de Infantil cuando el
cardenal Osoro les ha pintado en sus pizarras a san José, la Virgen y el
Niño Jesús; luego todos imitaban su dibujo. Como se pide en el rito de
bendición, que el purpurado ha proclamado al inicio de la visita, «que
los educadores instruyan aquí a los niños y a los jóvenes, les enseñen a
conciliar debidamente la sabiduría humana con la verdad evangélica y
sean, de este modo, capaces de guardar la fe verdadera y profesarla
externamente en su conducta». En Nuestra Señora de Fátima lo hacen, como
reza el lema del colegio, Todo desde el corazón.
Aunque no todos los niños que acuden al centro son de origen católico
(y, en ocasiones, tampoco cristiano), en el centro valoran mucho la
elección que hacen sus padres, «porque saben que aquí se les respeta» y
encuentran en él un ambiente de familia. Un estilo que ha quedado
reflejado en la frase que los visitantes han completado con piezas de un
puzzle que les daban en cada clase: «Gracias por hacer de nuestro
pequeño cole un gran sitio donde crecer; un lugar del que todos nos
sentimos orgullosos y al que siempre podremos volver».