El matrimonio de César Campomar y María Auxiliadora Hernando ha tenido que hacer las maletas en pocos minutos para abandonar Kiev cuanto antes tras la invasión militar de Rusia en Ucrania.
Pertenecientes al Camino Neocatecumenal, acudieron a la misión en el
país del Este europeo junto a sus diez hijos en 1997 procedentes de
Burgos.
Una de las preocupaciones del matrimonio era la madre de César, que con 90 años padece alzhéimer. La familia ya se encuentra en Burgos tras llegar en furgoneta atravesando media Europa: “Hemos tenido un viaje bastante movido, el Señor nos ha llevado realmente por un éxodo, pero siempre hemos tocado la mano de Dios. Hemos tenido a los niños enfermos, un coche roto, pero el Señor ha proveído de tal manera que estamos muy contentos porque vemos que Dios no abandona a los pobres en medio de tanta angustia y sufrimiento de haber dejado todo”.
Tras un largo viaje, toda la familia ha podido regresar a Burgos:
“Volvimos en una caravana de tres furgonetas donde veníamos con mi madre
que tiene alzhéimer y vive con nosotros, nuestros hijos que ya están casados y nuestros nietos. Tres furgonetas y un coche de apoyo que nos dio la Federación de fútbol gratuitamente”.
La familia ha dejado allí más de la mitad de su vida: “Somos una familia misionera del Camino Neocatecumenal que fuimos enviados en el año 1991 por San Juan Pablo II a Bielorrusia. Estuvimos allí 5 años y en el 1997 nos fuimos a Kiev. Llevamos desde ese año allí y es prácticamente toda una vida”.
La situación ha sido “angustiosa y hemos dejado allí a tantos hermanos con los cuales hemos hecho amistad. Hemos llorado mucho, pero hemos visto que teníamos que venir aquí también por la seguridad de todos. No sabemos lo que nos espera el día de mañana, tenemos nuestro corazón puesto allí, con ganas de volver en cuanto se pueda”.
Durante estas semanas estamos viendo imágenes de oración y de fe por parte de los ucranianos: “Gracias a la fe se están manteniendo muchos hermanos con esperanza y con vida”.
Tras
un viaje por media Europa, el arzobispo de Burgos, Mario Iceta, ha
recibido a toda la familia misionera en el arzobispado: “Nos acogió como un padre, ha sido un encuentro bastante entrañable. Nos recibió en la puerta del arzobispado, nos dio un abrazo y nos ha ofrecido toda la ayuda que necesitamos”, dice César.
María Auxiliadora subraya que “el
obispo es la cabeza de la Iglesia y para nosotros es como si la Iglesia
nos estuviese recibiendo de nuevo aquí en Burgos y para nosotros eso es
muy importante”.
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