Érase una vez Francisco de Asís, el pobre. Lleno de celo por el
Evangelio predicaba a pie por todas partes. Fue también a la cruzada,
así lo cuenta Tomás de Celano. Ha ido a su forma. Quería anunciar el
amor de Dios al sultán para ser asesinado. Quería morir mártir, como les
ocurrió a muchos de los suyos.
Sucedió que realmente logró hablar con el sultán, le anunció a Jesús
muerto y resucitado, pero también sucedió que no murió mártir. Al
contrario, fue acogido con benevolencia.
Ochocientos años después, esta vez es un rey, el rey de Bahrein Hamad bin Isa Al Khalifa el que ofreció al vicario apostólico de Arabia del Norte, el santo
arzobispo Camilo Ballin, que ya ha pasado al Padre, 9000 metros
cuadrados de terreno para la construcción de una iglesia.
El hecho no parece ser habitual.
Para el proyecto de la Catedral de Nuestra Señora de Arabia y del
contiguo obispado, Ballin ha lanzado un concurso internacional. En 2014
salió ganador el grupo de arquitectos dirigido por Mattia del Prete. Del
Prete es desde hace décadas el colaborador más cercano de Francisco
Argüello Wirtz (otro Francisco, casualmente), co-iniciador con Carmen
Hernández del Camino Neocatecumenal. Personaje fuera de lo común, Kiko.
También él eligió ser pobre y se fue a vivir entre los últimos en las
chabolas de Madrid. Después, ha dado varias vueltas al mundo para
anunciar el Evangelio en todas partes.
Kiko es un artista. Un artista que, a la pintura, a la escultura y a
la arquitectura ha añadido en los últimos años, la música: «El
sufrimiento de los inocentes», la sinfonía que compuso, se ha
representado, además de en las mejores salas de conciertos del mundo,
también frente a la entrada principal del campo de concentración de
Auschwitz-Birkenau, en presencia de las más altas autoridades religiosas
judías y cristianas.
Kiko sabe que el culto «es el culmen hacia el que tiende la acción de
la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de la que brota toda su
fuerza» (Sacrosanctum Concilium) y por eso, siempre ha prestado
tanta atención a la calidad de los ambientes en los que se reúnen las
comunidades que él fundó. A lo largo de más de cincuenta años, la “Nueva
Estética” del Camino, como se le ha llamado, se ha enriquecido con
muchas soluciones artísticas que hoy forman un cuerpo arquitectónico
bien reconocido. Iglesias, seminarios, catecumeniums, la Domus
Galilaeae en el Monte de las Bienaventuranzas en el lago de Tiberíades,
representan un conjunto bien articulado de soluciones que permiten a los
hermanos nutrirse, junto con la Palabra de Dios y los sacramentos, de
la belleza.
Kiko ha hablado de la belleza muchas veces. Cito algunas de sus
expresiones: “Juan Pablo II cuando hablaba de artistas dijo una frase
profunda: ‘Este mundo en el que vivimos necesita la belleza, para no
caer en la desesperación’. El Papa relacionó la belleza con la
esperanza, con el amor ”; “En la estética hay un secreto profundo, que
es el amor”; «Dios ha creado el universo y la tierra con un amor inmenso
y con gran armonía. Hay un equilibrio sabio y profundo que lo abarca
todo, empezando por los colores (por ejemplo, a cada rojo le corresponde
un tipo de verde complementario), porque cada cosa tiene relación con
otra, en una policromía y polifonía maravillosas: el cielo azul, el
verde de las copas de los árboles, las montañas rugosas y escarpadas,
todo canta y proclama la belleza de la obra de Dios»; «Este amor de Dios
al hombre tiene un profundo valor estético, porque Dios, que es Amor,
también quiere dar placer al hombre»; «Estoy convencido de que sólo una
nueva estética salvará a la Iglesia».
En cuanto a las iglesias, la «Nueva Estética» presenta dos
características fundamentales: la construcción de planta central,
octogonal, que permite la plenitud de la vida litúrgica comunitaria que
se desarrolla en torno al altar, y la recuperación de los iconos de la
tradición ortodoxa: «Queremos recuperar las figuras, recuperar la unidad
entre Oriente y Occidente”, “en Oriente la iconografía no es un
elemento accesorio, un adorno en sí mismo, sino que es parte integral y
esencial de la liturgia: es un anuncio, el anuncio de Jesucristo. Todas
las grandes iglesias orientales son ricas en iconos, y al comienzo de
cada ‘divina liturgia’, es decir, de la Eucaristía, se inciensan los
iconos, que son el anuncio de la realidad del cielo. El oro que abunda
en los iconos, en el fondo, en las decoraciones, en las imágenes,
significa el anuncio de una realidad celestial”.
A partir de los iconos, Kiko ha ideado lo que ha llamado una «corona
misterica»: un espacio circular en la base de la cúpula, totalmente
pintado de frescos, con pinturas que ilustran los episodios más
destacados de la vida de Jesús y anuncian su regreso triunfante: «Las
imágenes de la corona mistérica quieren impresionar el espíritu de los
fieles que las contemplan. Tienen como fin ayudar al hombre a elevar su
espíritu hacia Dios».
El arquitecto Del Prete y su equipo se han valido del consejo
artístico de Kiko Argüello y han realizado una valiosa síntesis de las
más hermosas innovaciones desarrolladas a lo largo de los años por la
Nueva Estética del Camino: una gran cúpula dorada que hace presente el
cielo, la corona mistérica cuyas láminas de «pan de oro puro» envuelven
las pinturas y las unen en una franja ininterrumpida de luz, el uso de
un nuevo tipo de vidrieras modernas, simbólicas, con trazos geométricos,
el altar central, los revestimientos de mármol en el exterior y en el
interior, realizados con mármol travertino pajizo romano, piedra serena,
amarillo de Siena, rojo de Verona y mármol de Carrara.
Todos los elementos de madera y de mármol se han realizado por
empresas italianas. Las obras, que comenzaron en 2018, han concluido
ahora y Nuestra Señora de Arabia será inaugurada mañana 10 de diciembre
de 2021.
Hamad bin Isa Al Khalifa, que regaló al Papa una maqueta en metales
preciosos del proyecto ganador, apreciando la belleza de esta iglesia,
ha permitido colocar en ella una cruz.
Una elección, también ésta, nada usual.