“Tenemos una batalla común que librar contra la bestia, la bestia que
quiso Auschwitz, que sigue actuando en el mundo y que prepara un nuevo
ataque contra la Iglesia y el pueblo judío, un terrible ataque de
ateísmo, de negación de Dios”. Así se expresó ayer el iniciador del Camino Neocatecumenal, Kiko Argüello, en su discurso tras ser investido doctor honoris causa por la Universidad Francisco de Vitoria, junto al rabino David Rosen, por la contribución de ambos al diálogo judeo-católico.
“En esta batalla, en esta situación histórica en la que nos
encontramos, debemos ayudarnos mutuamente, cristianos y judíos, a
estrechar profundamente nuestros lazos para hacer la voluntad de Dios,
para redimir esta sociedad, para salvar la familia judeo-cristiana y la
transmisión de la fe a los hijos”, agregó durante su intervención, ante
la atenta mirada del cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro; el cardenal arzobispo emérito de Madrid, Antonio María Rouco Varela; y el obispo de Alcalá, Juan Antonio Reig Pla.
Argüello agradeció “al Señor y a esta universidad este
acontecimiento, que sella un itinerario de acercamiento y amistad entre
el Camino Neocatecumenal y el pueblo judío, que comenzó con Carmen
Hernández en su viaje a Israel en 1963-64, y que fue promovido por la declaración ‘Nostra Aetate’ del Concilio Vaticano II en 1965 .
Y añadió: “El redescubrimiento de las raíces de nuestros hermanos mayores y padres en la fe, propiciado por la constitución ‘Dei Verbum’,
que afirmaba la unidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, y que el
Camino Neocatecumenal ha puesto en práctica desde hace más de 50 años
en la celebración semanal de la Palabra de Dios, ha hecho nacer el amor
al pueblo judío en los hermanos del Camino”.
“Encuentro con el sufrimiento de los inocentes”
Como expresó durante su alocución, “el Señor me llevó, a través del
encuentro con el sufrimiento de los inocentes y el conocimiento del
beato Carlos de Foucauld, a vivir con los pobres,
pensando que si el Señor volvía, en su segunda venida, yo quería estar a
los pies de Cristo crucificado con los últimos de la tierra, con los
inocentes”.
En ese contexto conoció a Carmen Hernández, que había pasado un año
viajando por la tierra de Israel. “Fue un viaje inolvidable para ella en
el que las Escrituras se le abrieron de forma impresionante. La visita
de Pablo VI a Nazaret en 1964, en la que pudo estar presente, le ayudó a
comprender las claves fundamentales del Concilio, viendo en la vuelta a
los orígenes cristianos y a las raíces judías los pilares más
importantes para la renovación de la Iglesia”, explicó. Por tanto, “este doctorado lo merecería también Carmen Hernández”, destacó.
Siguiendo recordando su amistad con Carmen Hernández, señaló que se volvieron a encontrar a la vuelta de esta peregrinación. “Me había ido a vivir a una chabola con los pobres de Palomeras Altas (Madrid).
Allí Carmen conoció la comunidad de los hermanos que se reunían en mi
barraca y quedó impresionadísima de la respuesta que daban a la Palabra
de Dios. Decidió quedarse a vivir con nosotros y le construimos una
chabola cerca de donde yo estaba. A petición de los mismos pobres
empezamos a anunciarles el Evangelio”, rememoró.
Comunión fraterna
Así, “con el paso del tiempo, el Señor nos llevó a descubrir una síntesis teológico-catequética
basada en la Palabra de Dios, la liturgia y la comunidad, con el fin de
conducir a las personas a la comunión fraterna y a una fe adulta. Dios
se ha servido de Carmen y de mí para llevar a cabo una obra de
renovación de la Iglesia que no es nuestra: es un don del Espíritu
Santo”.
Este nuevo itinerario de iniciación cristiana despertó el interés del entonces arzobispo de Madrid, Casimiro Morcillo,
que después de visitar la barraca de Argüello, “quedó profundamente
impresionado y nos animó a llevarlo a las parroquias; así se difundió
por Madrid, por España, y más tarde por miles de diócesis en todo el
mundo”. En mayo de 2008, el Estatuto del Camino Neocatecumenal recibió
la aprobación definitiva de la Santa Sede.
¿Y de dónde viene el cariño de los miembros del Camino por el pueblo judío? “Todos somos como Abraham,
que sale de su tierra sin saber a dónde va: Dios elige a Abraham, le
hace una promesa y la Palabra de Dios fecunda, da vida a la historia, la
pone en marcha y Abraham debe continuar siguiendo al Señor. Así
enseñamos a nuestros hermanos que este es el camino de la fe: vivir día a
día respondiendo a los acontecimientos de la historia, donde Dios se
manifiesta. ¡Los hechos de la historia siempre nos sorprenden!”,
contestó Argüello.
Domus Galilaeae, en Israel
El iniciador de esta realidad eclesial puso en valor su desembarco en Israel con la Domus Galilaeae.
“Nunca habíamos pensado en construir este centro internacional en la
cima del Monte de las Bienaventuranzas, en Israel, y que llegara a ser
tan importante para la relación con los judíos”, señaló. Allí reúnen
cada año a obispos. En una de esas reuniones invitaron a los de Estados
Unidos. “Había empezado a componer una sinfonía dedicada al sufrimiento
de los inocentes y quería ofrecerla como homenaje a los obispos”,
explicó.
A ese encuentro también acudió el rabino David Rosen. “Escuchando la
sinfonía, Rosen se sintió conmovido y dijo: ‘Esta es nuestra música
judía, se ve que realmente sentís lo que nos hace sufrir'”, destacó.
Asimismo, él estaba “muy impresionado por la Shoah y el sufrimiento de
los inocentes, así como el hecho de que la Santísima Virgen María, al
ver a su Hijo muerto sintió que una espada le atravesaba el alma. Así,
el Señor me inspiró componer un poema sinfónico en honor a ella y a todas las madres judías que vieron morir a sus hijos en Auschwitz y en los distintos campos”.
El discurso de Argüello finalizó con la orquesta, dirigida por
Luciano di Giandomenico y con todos los músicos neocatecumenales,
tocando una parte de la Sinfonía de los Inocentes.