A través de la web de la parroquia Virgen de la Paloma y
San Pedro el Real, el párroco Gabriel Benedicto ha compartido un
mensaje en el que agradece «las numerosas muestras de cariño y de
cercanía que está recibiendo» desde que se produjera la explosión en un edificio parroquial.
En el texto detalla que «todo lo ocurrido se produjo en un lapso tan
breve que no nos dio tiempo ni siquiera a ser conscientes de lo que
estaba pasando». «Fuimos seis personas las que percibimos, en apenas
unos minutos, un extraño olor a gas en cuatro puntos distintos: patio,
planta cero, planta quinta y planta sexta. Pero no dio tiempo a nada más
que a advertir ese olor», señala el también vicario de la Vicaría VI.
Según relata, ni los fallecidos David Sanz ni Rubén Pérez Ayala ni
ninguno de los demás tuvieron tiempo de intervenir. «Solamente, como
cualquier persona preocupada por el olor a gas, intentaron conocer la
causa, seguir el rastro, sin manipular en ningún momento ninguna de las
calderas», remarca.
«Que el Señor consuele en lo profundo a todos los familiares de las víctimas»
En espera de las investigaciones en curso y en permanente
comunicación con las autoridades para «esclarecer cuanto antes la verdad
y la secuencia de los hechos», el sacerdote recuerda a los cuatro
fallecidos y a todos los afectados, con palabras especiales para el
joven sacerdote y el feligrés, muy vinculados a la parroquia: «No tengo
más que agradecimiento por haber sido testigo de la vida de estos dos
grandes amigos. Estaban siempre juntos y así les encontró la muerte».
Rubén fue un «gran compañero y amigo», con el que Benedicto vivió «el
confinamiento de la pandemia en familia, celebrando la Eucaristía
diariamente». «He conocido su fuerza en la debilidad, su paciencia al
obedecer, su sentido del humor, su agudeza. Lo sentíamos como un
hermano», asevera.
Por su parte, David fue un «catequista de adolescentes, padre
ejemplar, dispuesto siempre a entregar su tiempo día y noche». «La
gratuidad y la alegría eran sus notas características. Nunca le vi dejar
de entusiasmarse por todo: muy enamorado de Sara, devoto de la Virgen,
fanático del Atleti», señala.
El párroco concluye pidiendo al Señor «que consuele en lo profundo a
todos los familiares de las víctimas» y confía en «que la tribulación dé
paso a la esperanza».
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