Paco Roig y Mara Vidagany, de 65 y 66 años, vecinos de Valencia,
ambos ya jubilados, padres de dos hijos y casados por lo civil desde
hace cuarenta años, han contraído matrimonio canónico en la Basílica del
Sagrado Corazón, de la misma capital valenciana.
La pareja estaba
bautizada pero ambos vivían alejados de la Iglesia y de la práctica
religiosa desde temprana edad y nunca habían sentido hasta ahora la
necesidad de recibir el sacramento del Matrimonio, según relatan en el
semanario diocesano PARAULA.
Sin embargo, a raíz de la vivencia de fe que observaron en su hijo
menor, Victor, desde muy niño se inició un proceso de conversión
religiosa de Paco.
Con 3 años, Víctor colocaba la tabla de
planchar como altar, una sábana como mantel y la bufanda como estola y
todo a iniciativa propia.
“Aquello nos sorprendió porque lo hacía
sin que nadie le indujera a ello, sin que hubiera tenido noticia en
catequesis de parroquia alguna ya que nunca le llevamos o sin que
hubiera escuchado algo al respecto en clase de Religión porque fue
inscrito más tarde, a los 8 años, y, además, le inscribimos porque él
insistió enfadado porque no le apuntábamos”, explica el padre en la
publicación.
Aquellos juegos se convirtieron con el tiempo en una
auténtica religiosidad y el niño comenzó también a rezar y pidió ser
bautizado a los 10 años. Sus padres se resistieron y le dijeron que
podría hacerlo a los 18, cuando fuera mayor de edad.
“A los 18 años y un día nos lo recordó y ya no nos pudimos negar”,
señala Paco, que reconoce que ni él mismo sabe precisar qué le movió
exactamente a él a regresar a la Iglesia, pero tiene la sensación de que
“la misteriosa fe de mi hijo orientó mis pasos de retorno a la práctica
religiosa”.
Conversión religiosa tras la visita a un monasterio
A
los 45 años Paco comenzó a sentir la necesidad de encontrar algo más
que respondiera a sus inquietudes en un momento de su vida en el que se
encontraba bajo de ánimo. En una visita al monasterio de Leyre, en
Navarra, se dispuso a conversar con un sacerdote, “yo quería hablar y al
final me ayudó a confesarme, reflexionando, vi toda mi vida, todas las
cosas que había hecho, salí al claustro y me dio por llorar”.
Tras
esa experiencia empezó a plantearse su vuelta a la Iglesia católica y
después de tres años meditando, ese regreso se decidió. El punto de
inflexión sucedió en el monasterio de la Puridad de las Franciscanas
Clarisas de Valencia.
“Las monjas rezaban y escuché una letanía
que decía algo así como ´acercaos los indecisos, humillaos ante Dios y
Él os ensalzará`… Y en ese momento decidí retornar a la Iglesia”, señala
Paco Roig.
De esta manera, empezó, a escondidas de su mujer, las
catequesis de inicio del Camino Neocatecumenal, en la parroquia
valenciana de San Martín. Sin embargo, su catequista le aconsejó que si
su mujer se oponía, le hiciera caso a ella y lo dejara, para no
comprometer la estabilidad del matrimonio.
Finalmente, Paco se
animó a contarle todo a su mujer y ella se molestó. “Me dio por todas
partes, y con razón”, explica. Pero después de la sorpresa inicial,
Mara le dijo que si él se sentía a gusto, era importante para él y era
algo bueno para la relación, no se pondría en contra y estaría dispuesta
a acompañarlo. Al año siguiente también ella realizó las catequesis del
Camino y entró a formar parte de una comunidad neocatecumenal y
continúan actualmente acudiendo juntos.
“Nos ha venido muy bien la vuelta a Dios para afrontar el cáncer de mi mujer”
Su
boda ha sido la primera celebrada en la antigua iglesia de la Compañía,
desde que el papa Francisco le concedió el rango de basílica menor hace
un año como Basílica del Sagrado Corazón de Jesús, según PARAULA.
Tanto
Paco como Mara acuden a la misa dominical en esa iglesia, en la que,
aseguran, que se sienten “muy acogidos”, al igual que en la cercana
parroquia de San Martín, la cual también frecuentan. Además, su hijo,
ejerce como acólito en el templo basilical.
Hace un año y medio a
Mara le diagnosticaron un cáncer avanzado y con mal pronóstico médico.
“Esta vuelta a Dios y a la Iglesia me ha venido muy bien para afrontar
una enfermedad tan grave ya que la Iglesia siempre nos da una palabra de
esperanza: que la muerte no es lo último, que ese es un viaje que todos
tenemos que hacer con alegría porque vamos a ver a nuestro Creador”,
precisa Paco.
Precisamente, el templo, ubicado en la la plaza
cerca de la Lonja de Valencia, se encuentra celebrando un Año Jubilar
con motivo de la concesión del rango de basílica.
Hasta que se
clausure el Jubileo el próximo mes de marzo, la iglesia celebra todos
los primeros viernes de mes una meditación y una misa jubilar. Además,
ofrece misas jubilares todos los domingos a las 12 horas.