En 1986 Edmond Ilg fue padre de Philip y el pasado 21 de junio, ya con 62 años, la paternidad adquirió un sentido universal para este hombre, al ser ordenado sacerdote en la Arquidiócesis de Newark (U.S.A.). Ese día, además, el mundo secular celebraba el Día del Padre y para sumar novedad a esta historia, Edmond recibió las gracias de la ordenación sacerdotal también a través de las manos del padre Philip, ¡su propio hijo!
"Estar con Philip en este momento ha sido un tremendo regalo y además que rezara por mí, me invistiera, algo aún mayor", comentó Edmond a CNA. Su hijo fue ordenado en 2016 en la Arquidiócesis de Washington, D.C., y pudo estar presente en Newark con su padre, quien pocos años antes jamás habría pensado en que sería sacerdote. Tenía una esposa, eran padres de Philip, había logrado un título de ingeniería química y una carrera exitosa. Pero luego que su esposa muriera de cáncer en 2011, comenzó a reconocer el llamado de Dios a través de diversos signos...
De la conversión al sacerdocio
En el velorio de su esposa, recuerda, escuchó a un amigo de la familia afirmar en voz alta que "tal vez Ed se convertiría en sacerdote". Ese día le pareció una sugerencia loca pero hoy lo considera "extremadamente profético", y reconoce que el comentario sembró la idea en su mente.
Este padre, viudo y ahora sacerdote, no creció siendo católico. Fue bautizado como luterano, y en ocasiones asistió a los servicios religiosos, "como media docena de veces" -dice- hasta los 20 años, cuando conoció en un bar a Constance, su futura esposa. Mientras salían juntos, como ella era católica, la acompañaba a misa y para cuando se casaron en 1982 Edmond ya era católico.
Después de la muerte de Connie, Edmond, que junto con su familia participa del Camino Neocatecumenal, dejó su trabajo y se embarcó en lo que este Movimiento católico llama "itinerancia", un período de trabajo misionero. En este tiempo misionero ayudó en una parroquia de Nueva Jersey y también en la pastoral penitenciaria. Fue así que comenzó a descubrir el llamado al sacerdocio.
Aquella voz de Dios fue casi explícita en algunos momentos de oración, durante su voluntariado para la Jornada Mundial de la Juventud, Río de Janeiro 2013. Y fue así que sinceró a su catequista del Movimiento lo que estaba viviendo: "Creo que tengo la llamada (al sacerdocio)", le dijo. Le enviaron entonces a un seminario vinculado al Camino Neocatecumenal en la Arquidiócesis de Agaña (isla Guam); y finalmente fue transferido al Seminario Redemptoris Mater en la Arquidiócesis de Newark para completar sus estudios.
Vocación en el Camino
El padre Philip, hijo de Edmond, confidencia a CNA que después de la muerte de su madre tuvo una moción sobre este asunto... “Cuando mamá murió, allí en la habitación, el primer pensamiento que pasó por mi mente fue que mi papá se convertiría en sacerdote”. Tenía la certeza -agrega- de que su progenitor no podría dedicarse simplemente a “ganar dinero”, pues “sabía que tenía una misión”.
Philip nunca le contó a nadie sobre esto, sino que, muy al estilo de la Virgen María, depositó estas interrogantes en su corazón abandonando todo en las manos de Dios. "Nunca dije una sola palabra sobre ese pensamiento. Porque si venía del Señor, daría fruto", reitera.
Padre e hijo, ambos sacerdotes, valoran agradecidos el apoyo que ha significado en sus vidas la comunidad del Camino Neocatecumenal, que Philip describe como "el instrumento que Dios usó para salvar a mi familia". De hecho -recuerdan- la familia se incorporó a este movimiento durante un tiempo tumultuoso, poco después de la pérdida de un hijo en el parto. Las vocaciones de padre e hijo "no ocurrieron de forma aislada... Ocurrió porque había una comunidad que alimentaba la fe y permitía que la fe creciera", destaca Philip.
