Como era de esperar la celebración de la ordenación sacerdotal, del que se convierte en el cura más joven de la Diócesis de Vitoria, fue una fiesta diocesana y neocatecumenal. Los cantos, los recitados semitonados, las palmas, el ambiente.
A las doce en punto estaba lista la comitiva procesional que arropaba a diácono que pronto alcanzaría el segundo grado de la ordenación sacerdotal. Jose Antonio Vega, 30 años, pasará a ocuparse de la pastoral en las parroquias de la zona rural del sur alavés. Concretamente atenderá los pueblos de Rivabellosa, Comunión, Salcedo, Tubiso y Zubillaga, incorporándose desde ese mismo día al equipo de párrocos de la zona.
Monseñor Elizalde, orgulloso por presidir la primera ordenación sacerdotal desde que llegó a Vitoria, hace ya cuatro años, anunciaba el contenido de su homilía que se centraría en cuatro palabras de lo que José Antonio ha vivido hasta el día de hoy, y cinco signos que comprenden el ritual de la ordenación presbiteral.
Las palabras que destaca Elizalde son: Sabiduría, Lealtad, Misericordia y Salvación. Y estas palabras las enlaza con el agradecimiento a todas las personas que han estado junto a José Antonio a lo largo de este camino. Los primeros sus padres, que se encontraban siguiendo la ceremonio desde Nicaragua por el canal diocesano; los padres y toda la familia; también tuvo un recuerdo especial a la familia del Camino Neocatecumenal que se encontraba representada en el templo. El agradecimiento del obispo fue extensivo a los formadores de José Antonio en Castellón y en Vitoria.
Elizalde se hacía eco del agradecimiento que a todos ellos se les hacía desde la Diócesis, desde las poblaciones y zonas pastorales que a partir de hoy José Antonio tendrá que atender pastoralmente con otros compañeros sacerdotes y religiosos. “gracias de corazón porque vuestra generosidad ha sido grande para con esta Diócesis de Vitoria.” Y, dirigiéndose a José Antonio, Elizalde le dijo: “vas a ser un sacerdote desde un carisma que va a enriquecer nuestro presbiterio.”
El obispo de Vitoria ensalzó los valores del Camino Neocatecumenal que “tiene el carisma de hacer cristianos, de transmitir la fe por contagio, de desarrollar las potencialidades del bautismo. Yo debo respetar y potenciar este carisma fuente de vocaciones. Serás un sacerdote con un estilo determinado, con un sello.”
Seguidamente el obispo repasó los cinco signos de la ordenación sacerdotal: El primero el candidato postrado en tierra mientras se recitan las letanías de los santos. Elizalde le recordó las palabras de San Juan Pablo II que en su ordenación, en ese momento, se sintió “suelo para su rebaño”. El segundo momento, la imposición de manos, primero las del obispo y después la de todo el presbiterio presente en la celebración. Para este signo Elizalde tomó las palabras que Benedicto XVI pronunció recordando su propia ordenación: “tú estás bajo la protección de mis manos”. El tercer signo es la unción de las manos con el óleo sagrado “manos ungidas para bendecir, para sanar, para acompañar, para trabajar mucho. Serán las manos del Señor, porque tu serás signo sacramental de Cristo cabeza, pastor, siervo y esposo de la Iglesia.” El siguiente momento es la promesa de obediencia al obispo y sus sucesores Y el último signo el abrazo del obispo y el de todo el presbiterio. En esta ocasión el abrazo efectivo fue solo con el obispo, el resto del presbiterio se limitó a un gesto de acogida en la distancia.
La celebración se prolongó más allá de la hora y media. A la entrada del templo unos voluntarios fueron proponiendo a los asistentes su colocación, teniendo en cuenta a las familias que ocupaban juntos una bancada, y las personas que acudían solas o en pareja que se fueron distribuyendo por la nave central y las laterales guardando las distancias reglamentarias.
Non solum sed etiam
El sacerdocio no es una formación autodidacta, un sacerdote se forma con la aportación de todas las personas que acompañan la vida de quien es llamado a esta vocación. Los primeros los padres, la familia, los amigos, profesores, formadores, compañeros del Seminario, el obispo, ...pero la formación no acaba en la ordenación, es una formación continuada en la que seguirán aportando a esa formación los compañeros sacerdotes, la feligresía, ...Entre todos vamos definiendo el perfil de nuestros curas. Por eso, si les abandonamos, otros influyen en ellos, si los acompañamos, algo siempre quedará de nosotros en ellos. En cierto modo esta idea también estaba presente en los agradecimientos del obispo; y también en las palabras que el nuevo presbítero hizo al final del acto, cuando recordó cómo un anciano sacerdote al comienzo de su camino vocacional le preguntaba con insistencia “¿quienes son tus padres?”. La respuesta puede ser la que encontramos en Mt.12, 50.- “cualquiera que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre”. Estimado José Antonio Vera, bienvenido a la comunidad cristiana de la Diócesis de Vitoria para servirla como sacerdote, que nunca te encuentres solo, que tus feligreses te acompañen y te ayuden a descubrir el sacerdocio que necesita la iglesia del siglo XXI. Felicidades al Camino Neocatecumenal, fuente de vocaciones que llegan a término. Ojalá cunda el ejemplo y surjan nuevas vocaciones desde otros carismas, otras sensibilidades, que garanticen esa Iglesia plural que peregrina en este mundo.