CAMINEO.INFO.- Con la 'resaca' del encuentro de ayer en Madrid para celebrar la fiesta de la familia, con un eminente cariz europeo, se han suscitado en mi numerosos pensamientos y planteamientos, después de haber leído por doquier noticias y comentarios del antes y el después en los diferentes medios.
Por desgracia he detectado una doble crítica al citado encuentro proveniente de dos sectores, a priori, distintos. Por un lado el lobby de gente abiertamente anti-Iglesia, que lo hay, lo ha habido y siempre estará, que por norma general enjuicia todo lo que los Obispos y los fieles hagan o digan, tengan o no razón, y por otro lado el de una doble vertiente de la Iglesia que ha cargado tintas contra uno de los promotores del encuentro desde sus inicios, el Camino Neocatecumenal.
Me sorprende tristemente que numerosos fieles, que se declaran católicos, aprovechen ciertas ocasiones para generar división en lugar de unir fuerzas, en base –generalmente- a prejuicios o ignorancias varias que dañan en su conjunto la realidad viva de la Iglesia. El Camino Neocatecumenal está subiendo, desde la aprobación de los Estatutos, a la palestra mediática más por lo que se le recrimina que por lo que aporta, que es mucho, siendo curiosamente reprendido por los más 'tradicionalistas' que lo ven demasiado moderno y folclórico, y por los 'progres' que lo ven demasiado conservador y beato… Cuando su presencia en este tipo de encuentros es mayoritaria es tachado de acaparador y soberbio, y cuando no están se les echa en cara su poco sentido de Iglesia y colaboración diocesana ¿En que quedamos?
El Camino es, como dicen los Estatutos aprobados por la Santa Sede en 2008, una iniciación cristiana de adultos… -y digo 'una' porque no es la única- que se desarrolla como un catecumenado bautismal, es decir, como un itinerario de formación para adultos, ya estén bautizados o quieran bautizarse, y que se vive en régimen de pequeñas comunidades en las parroquias. Después de 40 años de vida los frutos son sorprendentes y a todas luces espectaculares, pues de nacer como una sencilla experiencia en un barrio de chabolas madrileño a su expansión en más de 120 países y 6.000 parroquias se puede comprender que hay algo un tanto inexplicable.
Unos quieren acusarlo de prácticas sectarias, algo completamente desmentido y rechazado por el Vaticano que ha estudiado y comprobado con delegados durante años todas las catequesis y los pasos, antes de la definitiva aprobación. Otros quieren achacarlo al gran volumen de dinero que mueven, cuando no tiene bienes propios y las donaciones y aportaciones privadas son gestionadas por fundaciones legales auditadas por los Obispados.
La realidad palpable son los más de 3.000 misioneros, entre matrimonios, seglares y presbíteros que por todo el mundo están repartidos colaborando con los Obispos en las tareas de evangelización en las parroquias, realizando, en algunos lugares donde ni siquiera existe la Iglesia, una auténtica 'Implantatio ecclesiae'.
El Papa Juan Pablo II, un hombre moderno que sufría viendo la sociedad marcada por la destrucción de la familia, en el VI Simposio de Obispos Europeos del año 1985 tras haber hecho un serio análisis de la secularización actual que destruía las raíces de la fe, dijo: "El Espíritu Santo ha respondido ya a esta situación, debemos ir allí donde el Espíritu Santo está actuando, donde está dando señales de vida, debemos tener el valor de abandonar nuestros esquemas atrofiados y acoger las nuevas realidades que el Espíritu Santo está suscitando..."
En España es la realidad eclesial más numerosa, triplicando a los que se sitúan en segundo lugar, al igual que en países como Italia o Polonia. En este último país el entonces Arzobispo de Cracovia, Karol Wojtila, los introdujo y potenció en su diócesis y en todo el país.
Precisamente, Juan Pablo II, en sus años como auxiliar de Cracovia, en su intervención en el aula conciliar en 1962 en la discusión sobre el texto de la constitución Sacrosanctum Concilium sobre la liturgia sostuvo tesis en aquella época sorprendentes, ya que veía con claridad la fragilidad de la cristiandad frente a la secularización y a la apostasía del hombre moderno: "Estamos viviendo en un período de descristianización; parece que los creyentes, los bautizados hace tiempo, no están suficientemente maduros"
Hay que decir que después del Concilio fueron muchas las realidades, iniciativas y colectividades que surgieron espontáneamente, con mayor o menor acierto, y que no acabaron cuajando con los años, dada la complejidad que supone perpetuar cualquier grupo con el transcurso del tiempo y los cambios sociales que se producen. Sobrevivir ya se puede considerar, en cierto modo, un éxito.
¿Pero cuales han sido y siguen siendo las claves?
El principal secreto del 'éxito' del Camino Neocatecumenal ha sido siempre el favor que ha encontrado en Obispos y Papas a lo largo de todos estos años, muchos de ellos con gran don profético, potenciándolo, guiándolo y animando a los iniciadores y responsables del mismo en todas las iniciativas que iban surgiendo.
A esto hay que añadirle la obediencia fiel y constante a las directrices del Vaticano, al Magisterio y tradición de la Iglesia y de los Papas, a veces sufriendo contrariedades, incomprensiones e injustas persecuciones por sectores minoritarios, valiéndole en el transcurso de los años el reconocimiento de la Santa Sede, como el doctor 'Honoris Causa' que Kiko Argüello recibió en 2009 por el Instituto Pontificio Juan Pablo II para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia por el apoyo del Camino a la familia y el cumplimiento en las comunidades de la Encíclica sobre la paternidad responsable de Pablo VI 'Humanae Vitae', el nombramiento como consultor del Pontificio Consejo para los Laicos o las invitaciones como ponente a los Sínodos de Obispos desde los años ochenta.
Otro ha sido el modelo de parroquia propuesto desde el principio, formado por una 'comunidad de comunidades', según ha repetido Juan Pablo II en numerosas ocasiones, como en noviembre de 2004, al recibir a los participantes en la Asamblea Plenaria del Pontificio Consejo para los Laicos: "los laicos deben redescubrir la parroquia como una verdadera "comunidad de comunidades" y lo recoge el reciente documento de los Obispos del CELAM de Latinoamérica realizado en 2007 en Aparecida: "exige reformar sus estructuras, para que sea una red de comunidades y grupos" (DA 172), o también lo ha manifestado el Cardenal Antonio Cañizares en una entrevista de Zenit realizada el pasado mes de julio de 2007 en Querétaro, durante años Primado de España, colaborador de Benedicto XVI como miembro de la Congregación para la Doctrina de la Fe y de la Comisión Pontificia «Ecclesia Dei» y actualmente Prefecto de la Congregación para el Culto y Disciplina de los sacramentos:"Una Iglesia de pequeñas comunidades pero abierta totalmente al hombre".
Y por último el ardor misionero de sus miembros, dispuestos a partir en misión donde la Iglesia los necesite, como decía el Cardenal Cañizares en la misma entrevista: 'El futuro del mundo está en San Benito: el hombre que busca y afirma a Dios. Y entonces crea comunidades que se extienden, que civilizan, que hacen cultura y rehacen tejido social. Estamos en tiempos de sembrar granos de mostaza. San Benito se encontró con una sociedad totalmente destruida. Y la rehizo mediante las comunidades donde -por encima de todo- se busca a Dios'.