Dominique Savio Tuyisenge, sacerdote de los Misioneros de los Sagrados Corazones, de 43 años de edad, y párroco de San Pedro Pascual de Valencia desde enero de 2016, vivió hace 25 años el genocidio que acabó con la vida de cerca de 800.000 personas en su país natal, Ruanda.
Este mes de abril se cumplen 25 años del genocidio en Ruanda, una masacre que se prolongó durante cien días en los que se persiguió a la etnia de los tutsis tras el atentando contra el avión del presidente del país, Juvénal Habyarimana, de la etnia de los hutus.
Dominique Savio Tuyisenge -que reside desde hace siete años en España, cuatro de ellos en Valencia- tenía entonces 17 años y fue testigo directo de este episodio histórico de Ruanda, cuando cursaba la educación secundaria, y que solo quiere recordar “la resurrección y que nos hemos levantado tras una caída”, ha explicado en una entrevista la semanario diocesano PARAULA.
Según sus palabras, aquella experiencia “fue horrible porque te das cuenta de que el ser humano es capaz de cometer atrocidades”. Él vivía en Kigali, la capital, y vio como el país sufría una auténtica guerra, lo que le obligó a huir a El Congo, con su familia, donde permanecieron cerca de tres años.
“La guerra estaba en Ruanda, lo llenaba todo y veías como la gente moría”, ha comentado sobre aquellos días, en los que perdió a muchos familiares y amigos y en los que aprendió a “valorar cada instante de la vida y lo bueno que tiene”.
Sin embargo, el sacerdote ha destacado que en esa dura situación “la esperanza era Dios, que a pesar de tanto mal iba a sacar bien” porque “cuando el hombre falla solo puede solucionarlo Dios, es el único que puede cambiar el corazón del ser humano cuando se pervierte, por eso fueron días para apoyarse en Dios, era el único camino”.
El sacerdote ruandés también ha destacado la “gran labor que realizó la Iglesia aquellos días en Ruanda, cuando muchos misioneros arriesgaron su vida y los templos se convirtieron en refugio”. Además esa labor continuó después porque “la Iglesia ha sido pionera en la reconciliación y está haciendo mucho trabajo en las cárceles y con iniciativas para conseguir el perdón”.
Al respecto, Dominique Savio ha apuntado que “perdonar es amar y hay que mirar para adelante y resucitar”.
La vocación de Dominique surgió gracias al ambiente cristiano con el que creció y por su participación en diferentes grupos de la Iglesia. “Yo quería entrar al Seminario desde pequeño pero mi padre no quiso”. Años después quedó cautivado por el testimonio de los Misioneros de los Sagrados Corazones “que anunciaban que Dios es amor”.
Hoy en día, 25 años después del genocidio, el sacerdote no duda en que Dios “siempre ha estado con Ruanda, nos ha bendecido con un país hermoso, conocido como el de las mil colinas y que, poco a poco, se va levantando con su ayuda”.