CAMINEO.INFO.- Se realizó por cuarto año consecutivo en la Sala Clementina del Palacio Apostólico el
encuentro del Santo Padre Francisco con los miembros de la Curia Romana para el tradicional intercambio de felicitaciones ante la inminente Navidad.
En dicho encuentro el Papa Francisco dirigió cordiales felicitaciones a todos los presentes, entre los que se encontraban los Superiores, Oficiales, Representantes Pontificios y Colaboradores de las Nunciaturas esparcidas por el mundo, junto a todas las personas que prestan su servicio en la Curia Romana, incluyendo a sus familiares. «Felicitaciones por una santa y serena Navidad y por un feliz año nuevo 2017».
Tras poner de manifiesto el significado de la Navidad como cambio profundo de los meros criterios humanos, para destacar el Cristo centrismo, es decir que el corazón y el centro de la reforma es Cristo, el Papa afirmó textualmente:
«En realidad, Dios ha elegido nacer pequeño, porque ha querido ser amado. He aquí que la lógica de la Navidad es el vuelco de la lógica mundana, de la lógica del poder, de la lógica del mando, de la lógica farisea y de la lógica causal o determinista».
Y añadió que precisamente bajo esta luz suave e imponente del rostro divino de Cristo Niño, eligió como argumento de este encuentro anual la reforma de la Curia Romana.
«Me ha parecido justo y oportuno compartir con ustedes el marco de la reforma, evidenciando los criterios-guía, los pasos realizados, pero, sobre todo, la lógica del porqué de cada paso dado y de lo que se realizará».
Aludiendo a la dinámica de los Ejercicios Espirituales en el método ignaciano, el Papa dijo que no hay duda de que en la Curia el significado de la reforma puede ser dúplice: ante todo hacerla «conforme» a la Buena Nueva que debe ser proclamada gozosa y valerosamente a todos, especialmente a los pobres, a los últimos y a los descartados. Y «conforme» a los signos de nuestro tiempo y a todo lo que de bueno el hombre ha añadido, para salir mejor al encuentro de las exigencias de los hombres y de las mujeres a los que están llamados a servir. Mientras, al mismo tiempo – prosiguió diciendo el Santo Padre – se trata de hacer que la Curia sea más «conforme» a su finalidad, es decir, colaborar en el ministerio propio del Sucesor de Pedro, lo que significa «sostener al Romano Pontífice en el ejercicio de su potestad singular, ordinaria, plena, suprema, inmediata y universal».
Después de recordar que en dos precedentes encuentros se detuvo – en el año 2014 – a considerar algunas «enfermedades», bajo el modelo de los Padres del desierto, y, al año siguiente, en una especie de catálogo de las virtudes necesarias que debe tener quien presta servicio en la Curia, junto a todos los que desean hacer fecunda su consagración o su servicio en la Iglesia, partiendo de la palabra «Misericordia», Francisco agregó:
«Era necesario hablar de enfermedades y de cuidados porque cada operación, para que tenga éxito, debe estar precedida por profundos diagnósticos, atentos análisis y debe ser acompañada y seguida por prescripciones exactas».
Por esta razón, el Papa Francisco enumeró algunos criterios guías de la reforma, que individuó en una docena de conceptos, a saber: «Individualidad; carácter pastoral; carácter misional; racionalidad; funcionalidad; modernidad; sobriedad; subsidiaridad; carácter sinodal; catolicidad; profesionalidad y gradualidad».
El Pontífice explicó brevemente el significado de cada uno de estos doce conceptos, para mencionar, de modo sintético, algunos de los pasos dados a fin de poner en práctica los criterios-guía de las recomendaciones expresadas por los Cardenales durante las Reuniones plenarias antes del Cónclave, de la COSEA – es decir de la Comisión de estudio sobre la organización de la estructura económico-administrativa de la Santa Sede – del Consejo de los Cardenales y de los Jefes de los diversos Dicasterios así como de otras personas y expertos.
El Santo Padre concluyó este encuentro con una palabra y una oración. La palabra fue la de reafirmar que la Navidad es la fiesta de la humildad amante de Dios. Y la oración fue una invocación navideña del monje contemporáneo Matta el Meskin, quien dirigiéndose al Señor Jesús, nacido en Belén, le expresa sus sentimientos con gran sencillez.
Y para esta Navidad Francisco regaló a los miembros de la Curia Romana el libro titulado «Actitudes para curar las enfermedades del alma», a cargo del jesuita Claudio Acquaviva, tercer superior general de la Compañía de Jesús.