Su Santidad Benedicto XVI acudió –como es una tradición- a la parroquia de Santo Tomás de Villanueva en Castel Gandolfo para celebrar la Santa Misa en la Solemnidad de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María.
El Papa inició su homilía recordando la proclamación por parte de Pío XII de este dogma que nos indica que terminado el curso de la vida terrena, la Madre de Dios fue asunta a la gloria celeste en cuerpo y alma, una verdad de fe que el Papa expresó era ya conocida por la tradición y afirmada por los padres de la Iglesia.
En la última parte de su homilía (del párrafo 3 al 6) Benedicto XVI nos ha regalado palabras inspiradas para describir la profunda unión de la Madre con el Hijo, cuando nos explica que la Asunción de María aporta a nuestro camino la certeza de que en Dios hay un espacio para el hombre, Él es la casa de tantos apartamentos de la que habla Jesús, y lo más importante que en Dios está el espacio de Dios, y por lo tanto María, la Asunta, unida a Dios no se aleja de nosotros. El Sucesor de Pedro ha indicado que la Bienaventurada siempre Virgen María es el Arca Santa que lleva en sí misma la presencia de Dios.
Por ello – y constatando que un mundo sin Dios es un mundo sin futuro-, Su Santidad nos invita a seguir el ejemplo de María y abrir nuestro ser a Dios porque en Él nuestra vida se enriquece y se hace grande. El Papa concluyó con la certeza que nos acompaña en nuestra vida y que es aquella de que Dios nos espera, y citamos: “¡Dios nos espera: esta es nuestra gran alegría y la gran esperanza que nace justo de esta Fiesta. María nos visita, y es el gozo de nuestra vida, y el gozo es esperanza!”.
(PLJR – RV)