Se cumplen hoy 15 años de aquel 2 de abril de 2005, día en que moría san
Juan Pablo II, el Papa polaco que gobernó la Iglesia durante casi 27
años de pontificado. En la víspera el papa Francisco invitó a “confiarse
a la Divina Misericordia y a la intercesión de San Juan Pablo II, en
“estos días difíciles que estamos viviendo” con motivo de la epidemia de
coronavirus Covid-19.
El pontífice realizó esta invitación en el saludo a los fieles de
lengua polaca al finalizar la audiencia general de este miércoles 1 de
abril, que presidió desde la Biblioteca del Palacio Apostólico del
Vaticano.
Francisco señaló que “el hombre de hoy ve que los signos de muerte
se han hecho más presentes en el horizonte de la civilización”. Ahora,
“vive más en el miedo, amenazado en el mismo núcleo de su existencia.
Cuando se sientan en dificultad, que su pensamiento vaya hacia Cristo:
sepan que no están solos. Él los acompaña y nunca decepciona”, aseguró
Francisco a los polacos.
La muerte de Karol Wojtyla, fue un momento histórico vivido
intensamente, no sólo por los católicos sino por el mundo entero. El
papa Benedicto XVI lo beatificó el 1 de mayo de 2011 y el papa Francisco
lo canonizó el 27 de abril de 2014.
La congoja de los fieles alcanzó su punto máximo cuando impartió su
penúltima bendición desde la ventana de su estudio con aquel conmovedor y
fallido intento de pronunciar algunas palabras. Volvería a asomarse a
la ventana el 30 de marzo para bendecir a la gente por última vez. Allí
se comprendió que se trataba de la última aparición pública del largo y
doloroso Via Crucis con que concluyó su vida la noche de aquel 2 de
abril. Eran las 21.37.
Falleció en la víspera del Domingo de la Misericordia, fiesta que él
mismo había establecido habiendo sido hijo espiritual de Santa Faustina
Kowalska.
Un extraño silencio, muchas lágrimas, en lugar de aplausos para
saludar al Papa polaco por última vez. Muchos jóvenes que pasan el
mensaje y se congregan en las calles adyacentes del Vaticano para rezar
juntos. Se llegará a un millón en los próximos días para dar un último
adiós al ataúd del “papa de los jóvenes”, “el papa de las familias”, el
“papa de los trabajadores”.
Roma fue invadida por una peregrinación espontánea que clamaba
“santo súbito”. Incluso diez horas o más en una fila para tener unos
segundos de oración en la basílica. Y luego el funeral con todos los
jefes de estado más importantes del tiempo.
Card. Comastri: Juan Pablo II transformó su cruz en amor
“A pesar de los muchos sufrimientos y de la larga enfermedad, Karol
Wojtyla siempre dio a quienes lo conocieron la sensación de ser un
hombre en paz y lleno de alegría”, expresó el cardenal Angelo Comastri,
vicario general del Papa para el Estado de la Ciudad del Vaticano,
entrevistado por VaticanNews sobre qué enseñanza sacar hoy de san Juan
Pablo II ante la pandemia que atemoriza al mundo.
“Juan Pablo II -continuó el purpurado- sabía que la vida es una
rápida carrera hacia la Gran Fiesta: la Fiesta del abrazo con Dios, el
Infinitamente Feliz. Pero debemos prepararnos para el encuentro, debemos
purificarnos para estar listos para el encuentro, debemos quitar las
reservas de orgullo y egoísmo que todos tenemos, para poder abrazar a
Aquel que es el Amor sin sombras. Juan Pablo II vivió el sufrimiento con
este espíritu: e incluso en los momentos más duros (como el momento del
atentado) nunca perdió su serenidad. ¿Por qué? Porque siempre tuvo el
objetivo de la vida por delante. Hoy en día mucha gente ya no cree en el
objetivo de la vida. Por eso viven el dolor con desesperación: porque
no ven más allá del dolor.”
El vicario del Papa para el Estado del Vaticano agregó: “El dolor
indudablemente asusta a todos, pero cuando es iluminado por la fe se
convierte en una poda del egoísmo, de las banalidades y frivolidades.
Aún más. Los cristianos vivimos el dolor en comunión con Jesús
Crucificado: aferrándonos a Él, llenamos el dolor de Amor y lo
transformamos en una fuerza que desafía y supera el egoísmo aún presente
en el mundo. Juan Pablo II fue un verdadero maestro del dolor redimido
por el Amor y transformado en un antídoto para el egoísmo y la redención
del egoísmo humano. Esto sólo es posible abriendo el corazón a Jesús:
sólo con Él se puede entender el dolor y apreciarlo”.
“Todos recordamos el último Viernes Santo de Juan Pablo II. Esa
inolvidable escena que vimos en la televisión: el Papa, ya sin fuerzas,
sostenía el Crucifijo con sus manos y lo miraba con un fuerte amor y se
podía sentir que decía: "Jesús, yo también estoy en la cruz como tú,
pero junto a ti espero la Resurrección". Todos los santos vivieron así.
Juan Pablo II creyó, confió en María y con María transformó el dolor en ocasión de amor.
Por último el cardenal Comastri contó una anécdota que vivió junto
al santo papa: “En marzo de 2003, Juan Pablo II me invitó a predicar los
Ejercicios Espirituales en la Curia Romana. También participó en ese
curso de Ejercicios Espirituales con un recogimiento ejemplar. Al final
de los Ejercicios, me recibió con gran amabilidad y me dijo: "Pensé en
darte una cruz como la mía”. Jugué con el doble sentido de la palabra y
le dije a Juan Pablo II: "Santo Padre, es difícil para usted darme una
cruz como la suya...". Juan Pablo II sonrió y dijo: "No... esta es la
cruz", y me señaló una cruz pectoral que quería donarme. Y luego añadió:
"Tú también tendrás tu cruz: transfórmala en amor. Esta es la sabiduría
que ilumina la vida". Nunca más he olvidado este maravilloso consejo
que me dio un santo”, concluyó el cardenal.