(RV).- Con el Papa Francisco nos preparamos a la celebración de la Epifanía del Señor. Es decir, la «manifestación» del Salvador a todos los pueblos, haciendo memoria de la llegada de los Magos para adorar al Dios humilde recién nacido, tras un «viaje del alma, como camino al encuentro con Cristo». Que la Madre de Dios ampare a la Iglesia en su misión de caminar y difundir en todo el mundo la Palabra de Dios, que es «la estrella, capaz de guiar a todo hombre a Jesús», pidió el Obispo de Roma el 6 de enero de 2015:
«Nos dirigimos ahora a la Virgen María e invoquemos su protección sobre la Iglesia universal, para que difunda en todo el mundo el Evangelio de Cristo, luz de las gentes, luz de todos los pueblos. Y que Ella haga que estemos cada vez más en camino; que nos haga caminar y, en el camino, estar atentos, ser incansables y valientes.
Recuerden bien: la vida es un caminar, caminar siempre, buscando a Dios. Caminar atentos, incansables y valientes. Y falta una cosa, falta una cosa: atentos, incansables, valientes... ¿y qué falta? Caminar con la luz. ¿Y qué es la luz? El Evangelio, la Palabra de Dios. Siempre con el Evangelio: en el bolsillo, en la cartera, para leerlo, siempre con nosotros. Caminar, atentos, incansables, valientes y con la luz de la Palabra de Dios».