El arzobispo de Valencia, el cardenal
Antonio Cañizares, ha
escrito una carta dirigida a todos los fieles de su diócesis ante la
situación de inestabilidad política y social que vive España en estos
momentos y ante la más que probable llegada de un gobierno con claros
tintes anticlericales.
En su misiva, el purpurado pide "orar por España" ante una
"situación crítica, de verdadera emergencia". Y Cañizares afirma que
esta afirmación "no es ni retórica ni dramatismo estéril".
"Es tiempo de oración. Ni la renovación y fortalecimiento de
la Iglesia, ni la renovación y edificación de nuestra España serán
posibles si no oramos. Todos debemos orar. Todos necesitamos volver al
Señor, encontrarnos con Él, escucharle, tratar con Él, conocerle más y
mejor, vivir la experiencia de su amor y de su cercanía, gozar de su
gracia", escribe el arzobispo valenciano.
Por ello, el cardenal Cañizares hace esta petición concreta a los
fieles valencianos: "Pido encarecidamente y me pongo de rodillas ante
todos, que a partir de hoy, y en los días sucesivos mientras no se
aclare el futuro incierto que vivimos ahora en España, que en todas
las Iglesias se ore por España, que se eleven oraciones
especiales por España, que en todas las Misas se ore por España, en
los conventos de vida contemplativa se ore intensamente por España.
La situación urge y apremia. Para Dios nada hay imposible. Oremos con
confianza a Dios. Oremos también en los hogares. Oremos con fe
profunda y sencilla el Padre Nuestro donde se contiene todo lo que en
estos momentos necesitamos".
Esta es la carta íntegra del arzobispo de Valencia:
EN ESTA HORA CRUCIAL PARA ESPAÑA: "¡ORAD POR ESPAÑA!
Estamos en los comienzos de un nuevo Año y nos encontramos en España con una situación crítica, de verdadera emergencia de cara a su futuro.
Muchísimo va a depender de lo que suceda estos días. Lo que digo no es
ni retórica ni dramatismo estéril. Es así y no hay que darle vuelta,
hora crucial y de emergencia.
¿Qué podemos y debemos hacer los cristianos, la Iglesia, nuestra
diócesis? ¿Qué necesita la Iglesia para y en este año nuevo? ¿Qué cabe
aconsejar a la Iglesia en los momentos que vivimos en este año que
acabamos de comenzar? Estas preguntas le hacía a un señor muy importante
de España y me respondía con toda sinceridad y sentido católico de la
vida: "Sencillamente, que sea Iglesia y que nos anuncie y testimonie a Jesucristo, en obras y palabras,
que es lo que necesitamos los hombres para que nos convirtamos a Él,
para construir un mundo nuevo con hombres y mujeres nuevos, con
mentalidad nueva, una España nueva, que esto cambiará el mundo y nuestra
España". Es verdad lo que este señor muy importante me decía: esto es
lo que necesitamos en este nuevo año. Es providencial que Dios haya
querido que celebremos el sínodo diocesano en Valencia para hacer -para
que Dios haga- de esta diócesis una diócesis evangelizada y
evangelizadora.
Haríamos muy bien todos los cristianos valencianos en ahondar,
reavivar y fortalecer el conocimiento de Dios, Dios de misericordia,
revelado en el rostro humano de Jesucristo, Hijo de Dios vivo. Harían
muy bien los catequistas y profesores de Religión en adentrarse en este
conocimiento vivo y profundizado, meditado, interiorizado, para avivar su experiencia de Dios y comunicarla en la catequesis o en la enseñanza religiosa.
Haríamos muy bien los sacerdotes en interiorizar y afianzar este
conocimiento a través del estudio sosegado, de la meditación y de la
oración contemplativa, para predicar a Dios con palabras nuevas y
vigorosas que brotan de la experiencia acrecida y renovada de Dios
misericordioso.
Por mi parte, en medio del silencio de Dios que lacera nuestro mundo y
nuestra cultura, mi ministerio en Valencia deseo -y así lo pido- que
consista principalmente en hacer resonar públicamente, a tiempo y a destiempo y con todos los medios a mi alcance, la palabra sobre Dios,
hablar de Dios, como el solo y único necesario, y pedir que volvamos a
Él, exhortar a que centremos toda nuestra vida en Él, porque en Él está la dicha y la salvación que anhelamos.
Que Dios me dé fuerzas para no cesar ni cansarme en este anuncio, que
me conceda sabiduría y experiencia suya para no hablar de Él con
palabras gastadas, sino con palabras vivas y verdaderas, que brotan de
la oración, del encuentro con Él, del trato de amistad con Él, que
sabemos nos ama. Necesito orar, necesitamos orar, para tratar con
Él y así conocerlo más, intimar con Él, tener experiencia cada día y
cada instante renovada de Él y de su amor misericordioso.
Al comenzar este año 2020 invito a todos -sacerdotes, personas
consagradas, fieles cristianos laicos- a escuchar en lo hondo del alma
la llamada de Dios a conocerle mejor para amarle más y responderle con
un gozoso "Sí, Padre". Si perdemos el gusto por Dios, si la misma
palabra "Dios" significa poco para algunos, si la pregunta "¿Dónde está
tu Dios?”, que nos dirige una cultura despojada de la fe y unos
acontecimientos que nos llenan de incertidumbre, llega a inquietarnos
demasiado ¿no será porque hablamos poco con Dios? ¿Buscas “pruebas"
de Dios? Reza con perseverancia. ¿Buscas fortaleza para una vida
esperanzada y justa? Ora en lo escondido al Padre. Quien se
encuentra de verdad con el Dios vivo se pone en seguida en sus manos por
la oración, que surge desde el fondo del alma como un impulso
incontenible.
Que el año de gracia que hemos comenzado y la coyuntura concreta que
vivimos en España sea un año en el que los fieles cristianos de Valencia
y de todas las partes, cualquiera que sea nuestro estado y lugar en la
Iglesia, avivemos nuestra vida de oración, para que se renueve y
fortalezca nuestra experiencia de Él, para que así hablemos de Dios a un
mundo tan necesitado de Él como la tierra reseca está necesitada del
agua para que florezca en ella la vida. Nos urge y apremia avivar
nuestro conocimiento y experiencia de Dios, Padre misericordioso,
fortalecer nuestra fe en Él, acrecentar nuestra vida de oración.
Pocas veces mejores para pensar en la oración que al comienzo de un año
nuevo, y en estos precisos apremiantes momentos en que se nos abren
tantas expectativas, se agolpan tantas necesidades, se ponen ante
nosotros tantas inquietudes, sufrimientos, gozos y esperanzas, y nos
vemos como impulsados a levantar nuestros ojos a Dios en súplica
esperanzada.
Al comenzar el año y en estas circunstancias, de una manera más
espontánea, desde todo ello, nos abrimos a la oración. De esta manera
confesamos que sin Dios nada podemos hacer, que todas nuestras empresas
nos las realiza Él y que nada verdaderamente digno podríamos llevar a cabo si no contamos con su amor y su gracia.
Pedimos que todo comience en Él cómo en su fuente y que todo conduzca a
Él como a su fin, que todo nos lleve a realizar su designio en favor de
los hombres: designio de paz y no de aflicción, designio de amor y de
felicidad, designio de luz y de verdad para todo hombre que viene a este
mundo. Invocamos su Santo Nombre y le rogamos que nos alcance y colme
su copiosa bendición.
Es tiempo de oración. Ni la renovación y fortalecimiento de la Iglesia, ni la renovación y edificación de nuestra España serán posibles si no oramos.
Todos debemos orar. Todos necesitamos volver al Señor, encontrarnos con
Él, escucharle, tratar con Él, conocerle más y mejor, vivir la
experiencia de su amor y de su cercanía, gozar de su gracia. No cesemos
de orar. Es preciso, absolutamente necesario, como nos dice Jesús, "orar
en todo tiempo y no desfallecer".
Por eso pido encarecidamente -me pongo de rodillas ante todos- que a
partir de hoy, y en los días sucesivos mientras no se aclare el futuro
incierto que vivimos ahora en España, que en todas las iglesias se
ore por España, que se eleven oraciones especiales por España, que en
todas las Misas se ore por España, en los conventos de vida
contemplativa se ore intensamente por España. La situación urge y
apremia. Para Dios nada hay imposible. Oremos con confianza a Dios.
Oremos también en los hogares. Oremos con fe profunda y sencilla el
Padre Nuestro donde se contiene todo lo que en estos momentos
necesitamos.
No me cansaré de recordar y renovar, una y otra vez, mi invitación a
orar. Es la invitación más importante que os puedo hacer, el mensaje más
esencial, máxime en estos tiempos de secularización y de eclipse de
Dios. El olvido de la oración es olvido de Dios; y el olvido de Dios es
olvido del hombre. Necesitamos orar para acercarnos al hombre, a todo
hombre, a la persona humana y encontrar el bien común, conforme a la
voluntad de Dios. Es la oración la garantía de humanización de nuestro mundo, de nuestra España, porque es la garantía de la recuperación de lo humano y del bien común que sólo en Dios encuentra su fundamento y su verdad.
Dijimos los obispos españoles hace años en una instrucción pastoral, Dios es Amor:
"Como la caridad es criterio de la autenticidad de la oración, animando
a la oración estamos llamando también a una vida de verdadera
solidaridad, de comunión en la Iglesia y de comunión con todos, en
particular, con los excluidos y necesitados. Porque... la oración nos
convierte al Dios de la misericordia. Jesucristo ora por el testimonio
de unidad entre los suyos, vital para suscitar la fe: 'Que ellos también
sean uno en nosotros para que el mundo crea’ (Jn 17, 21) y nos pide que
brillen nuestras buenas obras para que el Padre sea glorificado (cf. Mt
5,16)".
Os lo repito: rezad por España. ¡Gracias a todos!
Valencia, 3 de enero de 2020, fiesta del Santísimo Nombre de Jesús.
+Antonio Cañizares Llovera
Arzobispo de Valencia