El cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella,
afirma que el principal “reto y objetivo transversal” actual de la
sociedad catalana es “trabajar por la concordia y la cohesión social”.
En su carta dominical de este domingo, Omella señala que tras los
acontecimientos políticos de los últimos meses en Catalunya, en los que
él mismo ha intentado mediar entre los gobiernos de Catalunya y España,
“la concordia y la cohesión social” son ahora los objetivos “en nuestra
tierra”.
“Es un objetivo que implica a la Iglesia, pero que va más allá,
porque es un reto para toda la sociedad catalana. Es, como se dice hoy,
un reto y un objetivo transversal”, añade.
La Iglesia también se ve implicada
El prelado hace suyas las palabras que escribió el que fuera
obispo auxiliar de Barcelona Joan Carrera, reconocido catalanista y
defensor de las clases obreras, del que recuerda que fue “un cura y un
obispo muy arraigado en Catalunya y, al mismo tiempo, muy cercano a los
inmigrantes que vinieron a trabajar a Catalunya desde diversos lugares
de España en los años sesenta y setenta”.
“El obispo Carrera, que antes de ser obispo fue rector en parroquias
de barrios periféricos, siempre decía que los jóvenes sacerdotes
enviados a las nuevas parroquias creadas por el obispo Gregorio Modrego,
en zonas de fuerte inmigración, habían hecho un gran servicio a nuestra
sociedad, que favoreció la integración en Catalunya de los ‘otros
catalanes’”, subraya Omella.
“Y lo hicieron –agrega- con todo tipo de iniciativas que no tenían, entonces, el apoyo oficial”.
Los cambios en la sociedad catalana
Omella recuerda también que Carrera escribió en 1997: “Pero
vino otro tiempo en el que la llegada a Catalunya de un sinfín de
hombres y mujeres de toda España hizo presente el uso de la lengua
castellana en la pastoral y en la liturgia de muchas iglesias”.
“Nacieron parroquias nuevas en los barrios obreros que surgían
alrededor de Barcelona y de muchas ciudades y pueblos grandes (...)
“Alrededor de aquellas parroquias, única presencia activa, durante
muchos años, de la sociedad catalana en las zonas de más inmigración,
surgieron escuelas, cooperativas de viviendas, agrupaciones culturales
e, incluso, sindicales, y se estableció la primera red de asistentes
sociales de barrio, gracias a la organización de Cáritas”, escribió
Carrera, según recuerda Omella.
“Ahora las circunstancias sociales son distintas”, reconoce
Omella, que sin embargo advierte de que “diversos observadores atentos a
nuestra realidad actual están preocupados por las posibles
consecuencias negativas que los hechos políticos recientes puedan
representar para la cohesión social de nuestra sociedad”.
“Por eso, -defiende Omella- todos estamos llamados a hacer un
esfuerzo para tejer la concordia y la confianza mutua dentro de una
sociedad en la cual se da una gran pluralidad cultural, política y
también religiosa”.
“Trabajar por la cohesión social es responsabilidad de todos. La
Iglesia querría asumir este reto en el trabajo concreto y diario de las
parroquias, escuelas e instituciones cristianas”, agrega el prelado. “Es
bueno que compartamos todos los retos propios de vivir en comunión
desde la disparidad de puntos de vista, como una gran familia en la que
todos se quieren y respetan a pesar de las diferentes opiniones y
procedencias”, concluye Omella.