Desde que comenzó el confinamiento por la pandemia del Covid-19, en el Monasterio de la Visitación el grupo de diez religiosas salesas que componen esta Congregación en Granada dedican intensas jornadas de costura para confeccionar batas de plástico destinadas al Hospital Ruiz de Alda en respuesta a la petición de ayuda del centro hospitalario ante la necesidad de material para el personal sanitario.
Hasta la fecha, las Salesas han confeccionado y entregado más de cien unidades y se continúan confeccionado otras doscientas batas con seis máquinas de costura a pleno rendimiento con las que las hermanas se distribuyen el trabajo haciendo mangas o rematando pespuntes, entre otras tareas.
“Para nosotras es un trabajo voluntario, Protección Civil nos hace llegar los materiales al monasterio y también se encargan de distribuir el material. Colaborando de esta forma nos sentimos espiritualmente muy unidas a los médicos y sanitarios, trabajando con ellos, luchando con ellos, dando la vida en cierta manera junto con ellos a través también de nuestra oración”, afirma Sor María Amada, Superiora de la Congregación en Granada.
EN UNIÓN ESPIRITUAL
Desde el Monasterio de la Visitación y ante las duras circunstancias que el mundo atraviesa derivadas de la pandemia del Covid-19, las Salesas también quieren transmitir un mensaje de esperanza especialmente para el pueblo granadino:
En este año del centenario de Santa Margarita María de Alacoque, que se conmemora el próximo 13 de mayo, Sor María Amada ve como a través de su intercesión, Dios las está haciendo participes, a través de la situación del Coronavirus, del misterio de la cruz, algo muy marcado en la vida de Santa Margarita.
“Dios puede sacar muchísimo bien de esto que nadie lo hubiese querido y nadie lo esperaba, al ser una situación delicada, crítica y dolorosa, pero sin embargo es el misterio de la cruz que a través de ella Dios va a sacar muchos bienes para la humanidad. Es pensar que las familias tienen que volver a ese encuentro, a esa vivencia, al calor de hogar que lo teníamos perdido y abandonado, no hay tiempo de nada con tantas actividades, y para el Señor no solemos tener ese tiempo que nos reclama y nos pide humildemente. Entonces es una llamada también de atención para que volvamos a Él. En Cristo está toda la esperanza, la salud, la vida” resalta la superiora.
CUIDAR DE LA HUERTA Y LA MISA ESPIRITUAL
Las consecuencias derivadas de la crisis del Covid-19 también ha traído nuevas tareas y actividades a la vida de las religiosas dentro del Monasterio de la Visitación como por ejemplo el trabajo y cuidado de la huerta, en contacto con la tierra, o la vivencia de la Misa espiritual.
“Teníamos un hortelano que ahora no puede venir pero nos va diciendo como cuidar de la huerta y entre todas las hermanas lo hacemos. Hemos empezado a sembrar maíz, trigo, tomate, hortalizas en general, garbanzos, alubias y hasta picante. Es una experiencia muy bonita porque es el contacto con la naturaleza, la tierra, el trabajo del campo es muy saludable para cuerpo y espíritu. Lo hacemos con la intención también de compartir con ellos que tienen necesidad de alimentos. También cuidamos de los animales, tenemos conejos y gallinas” cuenta Sor María Amada.
En lo relativo a la vida espiritual, ya de por sí intensa, también la pandemia ha hecho surgir en la vida de estas religiosas nuevas experiencias en su relación con Jesucristo con las que poder unirse más a Él, como por ejemplo viviendo la Misa Espiritual, siguiendo y recitando todos los pasos de la Santa Misa teniendo presente que Cristo está en el Santísimo Sacramento:
“Después de consultarlo con un sacerdote y ante la falta de la Eucaristía diaria estamos recitando todas las partes de la Eucaristía interiormente, es algo muy bello, el valor de la Eucaristía. Es de estas cosas que ahora que no la tenemos nos damos cuenta del mérito infinito que tiene, es algo tan grande que nunca podremos agradecérselo a Dios lo suficiente”, relata la superiora salesa.
María José Aguilar
Secretariado de Medios de Comunicación Social
Arzobispado de Granada