El presidente de la Acción Católica Argentina, Rafael Corso, hizo un
balance de los 90 años de la institución en el país y destacó los pasos
dados en la promoción de las vocaciones, tanto laical como sacerdotal y
religiosa.
“El balance siempre es de gratitud, porque la Acción Católica es un
camino de fe, de misión y de servicio”, destacó en diálogo con AICA.
El referente laical subrayó la impronta sinodal que caracterizó
siempre a la Acción Católica y valoró el “camino madurativo” seguido por
la institución tras algunas “sombras” que desenfocaron su andar
evangélico.
En este sentido, Corso lamentó que todavía no se ha transitado un
camino similar en la vida política y social del país, marcada por las
grietas y divisiones, a fin de aunar esfuerzos para trabajar por el bien
común.
Consultado sobre cuál es la vocación laical hoy, el dirigente
respondió: “Es la construcción del orden social, es la construcción del
mundo con los valores del Evangelio”, y aseguró que “no hubo un cambio
de mira” en el fomento institucional de las vocaciones de los
bautizados.
“Nuestra preocupación ha sido siempre ayudar a que en el proceso
formativo cada uno encuentre la respuesta a ese llamado interior. La
Acción Católica ha sido ese semillero de vocaciones sacerdotales y
religiosas, y sigue siéndolo. Es cierto que hay hoy un menor número de
vocaciones, pero una mayor conciencia de la vocación laical”, sostuvo.
-¿Qué balance hace de los 90 años de la Acción Católica Argentina?
-El
balance siempre es de gratitud, porque la Acción Católica es un camino
de fe, de misión y de servicio. Cuando uno se detiene, contempla de qué
se trata este caminar, descubrís a las personas concretas: tantos
laicos, tantos sacerdotes, tantos obispos, tantas religiosas. Cantidad
de vocaciones que nacieron abrigadas por la institución y con frutos
extraordinarios, tanto de compromiso como de corresponsabilidad en la
construcción de la comunidad dentro de la Iglesia Católica, como es el
diálogo ecuménico e interreligioso, el desarrollo vocacional, el
crecimiento de las profesiones, las actitudes del quehacer cotidiano, la
construcción de la vida social. Entonces, descubrís a personas con
tantos talentos, con tanta vocación de servicio, que el camino
institucional genera una impronta, un sentido de compromiso, de
responsabilidad.
-Eso en lo personal, pero cómo en lo institucional...
-Institucionalmente
también, es cierto, uno está llamado a mirar ese camino comunitario,
que transciende a las personas y es asociativo. Hay que ver que la
Acción Católica ha crecido de ese punto inicial del 5 de abril del 1931 y
en comunión con el resto de las acciones católicas de muchas partes del
mundo, particularmente nosotros hemos seguido el modelo italiano.
-¿Hubo etapas en este crecimiento de la ACA?
-Hubo
un período de crecimiento, en el que la Acción Católica era un espacio
de unidad del laicado de la Iglesia en la Argentina. Durante el tiempo
del Concilio (Vaticano II) hay una explosión de frutos vocacionales,
especializaciones, carismas, como se los quiera llamar. Hay una gran
diversificación de propuestas apostólicas, misioneras, de los que la
Acción Católica también fue germen: mundo empresarial, mundo educativo,
mundo de la familia, padres, madres…
-¿Qué luces y sombras, que piedras en ese camino encontró la institución?
-En
lo eclesial, creo que siempre ha habido frutos en cuanto a la visión de
una Iglesia sinodal; eso está mucho en el corazón de la Acción
Católica. La institución tiene cuatro notas distintivas y constitutivas:
consagra el compromiso ordinario del laico, el vínculo con la jerarquía
eclesiástica… El camino de la Acción Católica en la Iglesia es sinodal.
Es un camino de luces, de trabajo comunitario, de mesa común, de
observación de la realidad, de ofrecimiento de propuestas de
intervención tanto para el crecimiento de la comunidad eclesial como
para la consolidación del bien común en lo social.
-Y en lo social...
-Entonces, ahí, me
atrevo a responder un poco más. En lo social, en lo personal casi diría
que hay un enriquecimiento. La Acción Católica es un camino formativo
que llega a mayores grados de conciencia y compromiso con la realidad.
En lo institucional ha habido también sombras, no podemos obviar que el
final de los 60 y a principios de los 70 fueron años efervescentes en la
sociedad argentina, donde en la Acción Católica se vio involucrada,
como tantas expresiones de Iglesia, en un sentido de urgencia por la
realización del Reino y creo que hubo, sin ninguna duda, en algunos la
tentación a ver a la violencia como un camino, que llevó a la
frustración, al fracaso, a la muerte, a la decepción; a un camino
antievangélico, en el fondo. Eso nos ha producido, dentro de la
institución, un grado de reflexión que, creo, en la Argentina todavía
sigue siendo una materia pendiente; que aparece y reaparece, estamos
viviendo grietas que tienen mucho que ver con eso. No nos terminamos de
sincerar, cortamos el análisis histórico a partir de donde nos conviene o
reemplazamos los datos históricos objetivos, por un relato o una
memoria parcial.
-¿Cómo fue el proceso para afrontar esas sombras y fortalecer las luces?
-La
Acción Católica tiene grandes luces, tanto en la vida eclesial como en
la vida personal e institucional porque hay un camino madurativo; y
también ha tenido sombras, porque ha sufrido las tentaciones de su
propio tiempo, de una inmediatez que nos ha hecho mal. Hoy hay otras
tentaciones de la inmediatez. Los objetivos del corto plazo sacrifican, a
veces, las verdades de la búsqueda del bien común a largo plazo, se
tira gente del bote para alivianarlo y cumplir objetivos de corto
plazo…
-¿Cuál es la posición hoy?
-Nosotros no
estamos hoy en esa posición hoy, hay una maduración muy fuerte en el
espíritu de los últimos papas, todos, desde Juan XXIII en adelante, en
el objetivo de la realización del bien común, que es un bien de todos y
de todo persona llamada a reconocernos como hijos de Dios y hermanos
entre nosotros. Ese es el corazón del carisma que hoy estamos explotando
en todas sus dimensiones, hasta donde nos da el cuero, por eso tenemos
un Instituto de Formación Social y Política, por eso tenemos aparte el
trabajo etareo: niños, jóvenes, adultos. También tenemos un área de
Sectores, que aborda lo social, más especializado; tenemos trabajo en lo
interreligioso, en el área de la trata de personas. Nos animamos
también al diálogo en el espacio De Habitantes a Ciudadanos; en Justicia
y Paz, donde se dan las reflexiones más sociales de la Iglesia; tenemos
a gente trabajando en muchos espacios eclesiales y sociales.
-¿Cuál es la vocación laical hoy?
-La
vocación laical es la construcción del orden social, es la construcción
del mundo con los valores del Evangelio. Como síntesis, la riqueza de la
oración de la celebración de Cristo Rey lo dice perfectamente: la
realización del Reino de Cristo y sus valores, que son la verdad, la
vida, la santidad, la gracia, la justicia, el amor, la paz y la
misericordia. La realización de esos valores evangélicos en la vida
cotidiana es que tu familia se construya con esos valores, es que tu
desempeño profesional, laboral, se construya con esos valores; no con la
corrupción de los valores, sino con esos valores. Que el crecimiento y
la responsabilidad del proceso formativo y educativo se desarrolle en
estos valores, tratándolos para plasmarlos y que el mundo se acerque a
lo que nosotros creemos que es el destino último del hombre, que es el
camino de retorno a Dios, como lo dice San Agustín.
-Y las vocaciones sacerdotes y religiosas, ¿la Acción Católica sigue siendo semillero de eso?
-El
trabajo institucional quiere favorecer siempre la profundidad de la
búsqueda y descubrimiento de la propia vocación. Cada persona es una
misión en esta vida, esa es una hermosa síntesis que hace Francisco. Esa
ha sido siempre nuestra preocupación, ayudar que en el proceso
formativo cada uno encuentre la respuesta a ese llamado interior. La
Acción Católica ha sido ese semillero de vocaciones sacerdotales y
religiosas, y sigue siéndolo. Es cierto que hay hoy un menor número de
vocaciones, pero una mayor conciencia de la vocación laical. No hay un
cambio de mira en descubrir la vocación de los bautizados”.