En unos días celebraremos la Fiesta de la Virgen del Carmen. La
devoción a María bajo esta advocación está muy extendida entre nosotros,
sobre todo en las parroquias del litoral. La gente del mar la honra
como su Patrona.
El origen de la devoción a la Virgen del Carmen
está en el monte Carmelo, que el profeta Elías convirtió en signo de la
fidelidad de Dios y en lugar de encuentro entre Dios y su pueblo de
Israel (1R 18,39). El profeta Elías se refugió en este monte ante la
persecución de Jezabel; del mismo modo los ermitaños cristianos se
refugiaron en sus grutas durante las cruzadas y formaron la familia
religiosa del Carmelo. Recordando a María, la Orden del Carmelo se puso
desde sus orígenes bajo su patrocinio e hizo del Monte Carmelo el signo
del camino hacia Dios.
La tradición relaciona a María con la
nubecilla divisada desde la cumbre del Carmelo cuando el profeta Elías
suplicaba a Dios que pusiese fin a una larga sequía. Elías oraba a Dios
por la lluvia y mandaba a su criado una y otra vez que subiera a la
cumbre del monte para ver si aparecía alguna nube. La séptima vez le
dice el criado: “Se divisa una nubecilla, pequeña como la palma de la
mano de un hombre, la cual sube del mar... Y en brevísimo tiempo el
cielo se cubrió de nubes con viento, y cayó una gran lluvia” (1 Re 18,
44). En esa nubecilla cargada de lluvia, se reconoció la figura de la
Virgen. Porque María por ser la Madre de Dios, es como la nube que nos
da al Salvador, fuente de vida y de esperanza que nos guía en el mar de
la existencia.
María es la estrella que guía el rumbo por las
difíciles aguas del mar de la vida, también para la gente del mar. Como
los marineros de antaño leían la posición de las estrellas para navegar
con rumbo en el mar, así los marineros de hoy invocan con mucha devoción
a la Virgen del Carmen, la Stella maris, como su patrona que los guía
hacia el puerto seguro y como protectora en la tempestad y en la
dificultad.
En el día de su Patrona tenemos presentes a los
pescadores y marineros, a sus familias, al personal de los puertos y a
todos los que emprenden un viaje por mar. A todos los encomendamos a la
Virgen del Carmen para que sientan en todo momento su protección!
También recordamos al Director y a los voluntarios de nuestro
Secretariado diocesano Stella maris y agradecemos su compromiso
encomiable en favor de la gente del mar y sus familias. Quien acoge y
vive el Evangelio de Jesús cuida y defiende la dignidad humana que con
frecuencia está desprotegida en el mundo del mar. Nuestro Secretariado
acoge y acompaña, lleva luz y esperanza a la gente del mar y ayuda a los
marineros necesitados y a todas sus familias.