El 30 de septiembre de 2019, memoria litúrgica de san Jerónimo, el papa Francisco rubricó la carta apostólica Aperuit Illis
con la que instituyó el ‘Domingo de la Palabra de Dios’ para que se
celebre todos los años en toda la Iglesia el tercer domingo del Tiempo
Ordinario.
El Vaticano II dio un gran impulso al redescubrimiento de la Palabra de Dios con la constitución dogmática Dei Verbum.
En aquellas páginas, los padres conciliares nos muestran con claridad
la naturaleza de la Sagrada Escritura, su transmisión de generación en
generación (cap. II), su inspiración divina (cap. III) que abarca el
Antiguo y el Nuevo Testamento (capítulos IV y V) y su importancia para
la vida de la Iglesia (cap. VI). En los últimos años los sucesivos
pontífices, nos han recordado la importancia de la Palabra de Dios que
debe estar siempre en el centro de la vida y la misión de la Iglesia.
Baste recordar la propuesta de san Juan Pablo II en la Tertio Millenio Adveniente (36), del papa Benedicto XVI a la luz del Sínodo de los Obispos de 2008 (cfr. Verbum Domini, 73) y, más recientemente, del propio papa Francisco en Evangelii Gaudium (174).
En este contexto, el papa Francisco escribe su carta Aperuit Illis, enraizando su reflexión y su propuesta, en el Jubileo de la misericordia: “Tras
la conclusión del Jubileo extraordinario de la misericordia, pedí que
se pensara en «un domingo completamente dedicado a la Palabra de Dios,
para comprender la riqueza inagotable que proviene de ese diálogo
constante de Dios con su pueblo» (Misericordia et misera, 7)” (Aperuit Illis,
2). La propuesta de la celebración de este domingo, dedicado a la
Palabra de Dios, evoca por su importancia y arraigo en el Pueblo de
Dios, al del Corpus Christi, dedicado a la Eucaristía. Palabra
de Dios y Eucaristía están íntimamente unidas en la vida de la Iglesia, y
una y otra se convierten en el fundamento de la misión de la Iglesia.
El
hecho de que la celebración del mismo, sea el III Domingo del Tiempo
Ordinario, tiene para el papa Francisco, una clara dimensión ecuménica. “Este Domingo
de la Palabra de Dios se colocará en un momento oportuno de ese periodo
del año, en el que estamos invitados a fortalecer los lazos con los
judíos y a rezar por la unidad de los cristianos. No se trata de una
mera coincidencia temporal: celebrar el Domingo de la Palabra de
Dios expresa un valor ecuménico, porque la Sagrada Escritura indica a
los que se ponen en actitud de escucha el camino a seguir para llegar a
una auténtica y sólida unidad”. (Aperuit Illis, 3).
Os
animo a vivir con intensidad este Domingo de la Palabra de Dios,
apreciando agradecidos el don tan grande que el Señor nos ha entregado
con su Palabra, con el compromiso de vivirlo cada día y la
responsabilidad de testimoniarlo con coherencia.