Celebramos otro año más el día de la Sagrada Familia y volvemos a recordar, con pena, que no se ayuda lo suficiente para que las familias cumplan con la tarea que tienen encomendada por Nuestro Señor. Por un lado, los factores externos perjudican gravemente a la vida familiar cuando se les desprecia y se les ataca tan duramente.
Por otro lado, la propia familia debe hacer un examen de conciencia para ver si están cumpliendo la tarea encomendada por Nuestro Señor. Una familia sana es el fundamento de una sociedad libre y justa, porque educa y socializa como ninguna otra institución social, he aquí la explicación de por qué es esperanza para la sociedad y por qué hemos de cuidarla. Ninguna realidad humana nos protege mejor ante las dificultades.
Dios que ha llamado a los esposos «al» matrimonio, continúa llamándolos «en el» matrimonio. Volved a leer el texto de la Primera Lectura: recuerda lo que favorece la vida familiar: el respeto a los mayores, la obediencia, la honra al padre y a la madre, la piedad y comprensión. Este estilo de vida se completa con las virtudes que pide San Pablo: la misericordia entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión, el perdón.
Dios viene a las familias revelando y proponiendo el modelo y las «exigencias» concretas de su participación en el amor de Cristo por su Iglesia. La familia cristiana acoge el Evangelio, madura en la fe y se hace comunidad evangelizadora. La familia es el signo más excelente del amor vivido, es la mejor escuela de humanidad, que desde la experiencia de sus valores humanos y cristianos puede construir una sociedad, según el modelo del Creador.
Queridas familias: Que vuestros hijos os vean unidos siempre y que el Señor sea uno más en vuestro hogar, mejor, que sea el centro de él. Cuidad que en vuestras casas hayan símbolos religiosos, que os recuerden que sois hijos de Dios y dad ejemplo de cómo confiar en Dios en medio de las dificultades, resistiendo desde la fe.