Ya estamos en pleno verano, también este tiempo es de salvación, se producirán muchas ocasiones para poder percibir la grandeza de Dios en las múltiples actividades en las que se participan, desde el descanso en la montaña o en el campo, en los viajes, excursiones, convivencias o campamentos… siempre hay tiempo para pensar, para decirte a ti mismo ¿Qué me ha movido en este tiempo?¿detrás de qué he corrido en estos meses?¿a qué le he concedido mayor importancia?¿cómo he gastado el tiempo?¿he escuchado la voz de Dios?¿he sido buen padre, buena madre, buen hijo o hija?¿he tenido en cuenta a los que me han rodeado?¿el trabajo diario me ha servido para santificarme?¿he ayudado a los demás?¿he cuidado mi lenguaje? En definitiva, ¿he sido un buen cristiano?¿he rezado?¿he ido a Misa los domingos?... Cada uno le podrá poner más preguntas, según las necesite para hacerse una revisión, porque el verano también es un tiempo propicio para la salvación.
A la sombra de castaños y nogales, al compás del susurro de un riachuelo de inquietas aguas, alborotadas sólo por la pedregosa pendiente de su cauce, rodeado de feraces tierras, con toda la gama de verdes colores, casi insultantes, por la belleza… ¡Qué hermosa es la obra del Creador!, con solo un gesto, puedo percibir el amor y la grandeza de Dios, me bastaría con dejar caer mi mano hasta tocar las frescas aguas que descienden de la cima de la montaña, como un hilo de plata. Así de fácil puedes entrar en el misterio del amor de Dios y sentirte parte de la obra de la creación. El verano es tiempo de salvación. No lo tomen a broma, que sensaciones como estas le bastaron a Antonio Vivaldi para componer Las cuatro estaciones, de incuestionable belleza.
Os deseo unos días de descanso aprovechados y cerca del Señor. Felicidades a los que celebráis vuestro santo en estos días.