El cardenal Mario Aurelio Poli, arzobispo de Buenos Aires, presidió la
misa exequial de cuerpo presente de monseñor Miguel Ángel D’Annibale,
junto con el obispo auxiliar de la diócesis, monseñor Han Lim Moon, y en
presencia de su madre y hermana. “Que la tristeza de la partida no nos
robe la esperanza de volver a encontrarnos algún día”, expresó el
cardenal.
La diócesis de San Martín celebró la misa exequial de cuerpo presente de
monseñor Miguel Ángel D’Annibale, fallecido el martes 14 de abril, a
causa de una leucemia mieloide aguda M4.
El cardenal Mario Aurelio Poli, arzobispo de Buenos Aires, presidió
la misa, de la que participaron la madre y la hermana de monseñor
D'Annibale. El obispo auxiliar de San Martín, monseñor Han Lim Moon, el
vicario general de la diócesis, presbítero Fernando Rey, y algunos
presbíteros del clero diocesano, concelebraron la Eucaristía.
En su homilía, el cardenal Poli expresó: “Nosotros no podemos
entender esto, y él –monseñor D'Annibale– no nos perdonaría si no lo
hacemos a la luz de la Pascua. Todavía recordamos el anuncio del ángel:
¡Ha resucitado!”. En ese sentido, animó a que “no nos pase el
desconcierto de los discípulos de Emaús que se fueron tristes sin
entender lo que había pasado”.
“Supongo que en el corazón de ustedes está lo que lo cualquier madre
dice: ‘No entiendo por qué Dios no me escuchó’. Pero este Dios bueno
tiene claro que aunque a veces nos cuesta entenderlo, Él resucitó”.
El cardenal Poli recordó: “Miguel Ángel nos educó a muchos obispos”,
haciendo referencia a sus conocimientos en liturgia y cultura. “Era un
hombre que siempre propiciaba su comprensión y cercanía”, añadió, y
completó: “Que la tristeza de la partida no nos robe la esperanza de
volver a encontrarnos algún día”.
Al referirse a su tiempo en la diócesis de San Martín, mencionó: “En
estos dos años largos se creó un vínculo fuerte con este obispo. Por
eso, si entendieron algo de lo que quiso decirles en estos años,
pónganlo en práctica”, aconsejó. Luego el cardenal recordó un viaje a
Río Gallegos donde “todo el mundo hablaba de Miguel Ángel”, haciendo
referencia al cariño que supo ganarse en la diócesis austral.
“Es tiempo para asimilar en el corazón la Pascua y para que
entendamos que todos pasaremos por este paso, pero primero lo hizo Jesús
para sacarnos el miedo y, además, nos dice: ‘Alégrense, no teman’". Y
dirigiéndose a los sacerdotes presentes los incentivó no sólo a predicar
estas palabras, sino también a vivirlas.
“San Bernardo dice que la primera persona que uno se encuentra cuando
llega al cielo es María", señaló el purpurado. "Que la ternura de
nuestra Madre de Lourdes, la inmaculada, sea la que ahora lo recibe a
Miguel Ángel”, deseó, y pidió al Señor “el consuelo, la fortaleza, y el
entendimiento de lo que Dios nos quiere decir con este paso en la
historia de la diócesis”.
“Con el mismo consuelo del Jesús resucitado que nos acaricia el
corazón, a Él le entregamos a este pastor que ha predicado el magisterio
de la Iglesia”, concluyó.
Al finalizar la Eucaristía, monseñor Han Lim Moon dedicó unas
palabras recordando los últimos momentos junto a monseñor Miguel Ángel:
“El último día del retiro de Pascua que predicó, a las 9 de la noche,
vino a decirme que tenía que internarse y me contó lo que le pasaba (…)
Esa predicación era del Evangelio de los discípulos de Emaús, y Miguel
Ángel predicó de una manera muy enérgica, a mí me sorprendió, porque
sabía que después tenía que internarse”.
“Lo acompañé al hospital y después de que le hicieran todos los
estudios, rezamos juntos un Avemaría y me pidió la bendición. Luego
volví a verlo cuando le di la unción y ya estaba sedado”, recordó
monseñor Moon.
El prelado auxiliar quiso traer las últimas palabras de la
predicación de monseñor D’Annibale: “Cuando los discípulos estaban muy
tristes, Jesús los acompañó. El problema ocurre cuando no sabemos cómo
reconocer su presencia resucitada. Para reconocerlo, recomendó cuatro
cosas: interpretar la vida a la luz de la fe y a través de la palabra de
Dios, reconocer a Jesús resucitado y compartirlo en comunidad”.
Seguidamente, monseñor Han Lim Moon realizó la oración exequial y
bendijo el cuerpo de monseñor Miguel Ángel D’Annibale, rezando junto con
los presentes un Padrenuestro, un Avemaría y un gloria.+