La Conferencia Episcopal Argentina (CEA) advirtió que los desencuentros, la corrupción generalizada, el narcotráfico y el descuido del medio ambiente son los grandes “males” argentinos, en el mensaje “Bicentenario de la Independencia. Tiempo para el encuentro fraterno de los argentinos”.
“Todo lo que afecta a los valores sociales y a la vida íntegra de cada argentino es un atentado contra la casa común: el principal de nuestros males es el desencuentro que no nos deja reconocernos como hermanos, a lo que le sigue la corrupción generalizada, la plaga del narcotráfico y el descuido del medio ambiente”, subrayó en el punto 47.
En ese punto los obispos también alertaron que estos ejemplos muestran “que la gran familia de los argentinos está en riesgo y que la casa que compartimos puede resquebrajarse”, para luego reflexionar puntualmente sobre la corrupción, el narcotráfico y el descuido de la casa común.
Reflexiones principales
La corrupción: Un gran flagelo en contra de la construcción del bien común es el de la corrupción, en los ámbitos privados y públicos. La corrupción no es solo un problema personal que atañe al corrupto, sino que alcanza al conjunto de la sociedad, ya que algunos bienes que deben estar puestos al servicio de todos, terminan ilegítimamente sujetos a la voluntad y goce de unos pocos. En consecuencia, se desvirtúa el valor del bien común debido a un comportamiento moral de alcance social que desgasta en el pueblo la confianza en las instituciones de la democracia. En este campo es fundamental que el Poder Judicial se mantenga independiente de las presiones de cualquier poder y se sujete solo al imperio de la verdad y la justicia.
El papa Francisco lo dice claramente al invitarnos a vivir el Año de la Misericordia con actitud de conversión: «La misma llamada (a la conversión) llegue también a todas las personas promotoras o cómplices de corrupción. Esta llaga putrefacta de la sociedad es un grave pecado que grita hacia el cielo pues mina desde sus fundamentos la vida personal y social. La corrupción impide mirar el futuro con esperanza porque con su prepotencia y avidez destruye los proyectos de los débiles y oprime a los más pobres. Es un mal que se anida en gestos cotidianos para expandirse luego en escándalos públicos.
El narcotráfico: Hoy nadie duda de que el narconegocio está ampliamente instalado en la Argentina. No es una sensación, y mientras se discute si el país entero es una ruta de paso, de consumo o si ya tenemos producción en el país, lo cierto y tristemente comprobable es que un silencioso y perverso mal social se extiende con progreso geométrico y sigue matando y destruyendo familias a su paso. Negar la realidad de esta miseria humana que aspira a corromperlo todo, nos puede llevar a una inacción que favorecerá el avance de esta sombra luctuosa sobre nuestra geografía.
En un cuerpo social debilitado en sus instituciones, la organización narco se hace endémica y tiende a corromperlo todo. No obstante, por más que quieran lavar su imagen con dádivas a los carenciados, sus dineros están manchados con la sangre de sus víctimas. Los códigos mafiosos, basados en la violencia y fortalecidos con riquezas mal habidas, contrastan con la firme voluntad de vivir en un estado de derecho. Por eso hemos afirmado que «el narcotráfico está en contradicción con la naturaleza del Estado. Si el primero busca el beneficio de algunos pocos, el segundo debe velar por la justicia para todos. Instalando su propia ley, el narcotráfico va carcomiendo el estado de derecho. Progresivamente los conflictos van abandonando la legislación y los tribunales, para resolverse con la ley de la fuerza y la violencia».
El descuido de la casa común: Cuando hablamos de medioambiente entendemos «una relación, la que existe entre la naturaleza y la sociedad que la habita. Esto nos impide entender la naturaleza como algo separado de nosotros o como un mero marco de nuestra vida. Estamos incluidos en ella, somos parte de ella y estamos interpenetrados»
La «ecología humana» es una llamada común a respetar y cuidar la vida del ser humano y su hábitat, nuestro medio ambiente, pues Dios crea el mundo para el ser humano, pero no lo nombra su dueño, sino custodio respetuoso del bien de la creación. Siendo la tierra don de Dios para nosotros, es la humanidad en su conjunto la que debe sentirse responsable de la creación. Por el contrario quienes se apropian de ella desplazando a otros, olvidan que es un bien compartido.+
Texto completo del mensaje:
“Bicentenario de la Independencia. Tiempo para el encuentro fraterno de los argentinos”