CAMINEO.INFO.- Rosario/ARGENTINA.- La parroquia San Ramón Nonato, de la ciudad de Rosario, celebró ayer su fiesta patronal con una jornada que tuvo como tema central la defensa de la vida y que culminó con una misa presidida por el arzobispo, monseñor José Luis Mollaghan. Al término de la celebración eucarística el prelado impartió la bendición a numerosas embarazadas.
“Todos estamos verdaderamente en el proyecto de Dios. Ninguno de nosotros ha venido a este mundo porque sí. Todos somos queridos por Dios, desde el seno materno. Y cada de uno de nosotros también necesita un día ser recibido y acogido en forma humana, y con amor, tanto por nuestros padres, por nuestra familia, y por los que nos rodean”, dijo el arzobispo en la homilía, pero aclaró que “esta verdad que valoramos en nuestra visión cristiana de la vida, sin embargo no es solamente un tema de la fe”, sino que “también la ciencia aporta el resultado de su investigación, de tal manera que gracias a los avances de la medicina se puede establecer con precisión el comienzo de la existencia de una persona”.
Citando al genetista Jerome Lejeune precisó: “Cada uno de nosotros tiene un momento de iniciación preciso, y este momento es el momento de la fecundación. No existe la más mínima duda sobre esto”. Por esto "aceptar el hecho de que una vez producida la fertilización ha surgido un nuevo ser humano ya no constituye una cuestión de gustos u opiniones. La naturaleza humana del ser humano, desde la concepción hasta la vejez, no es una hipótesis metafísica, sino una evidencia experimental".
“De este modo, la defensa de la vida está en nuestra conciencia, y si se hubiera olvidado, es necesario que se vuelva a recordar como una verdad que debe ser querida y defendida sin interpretaciones reductivas: la vida es un don de Dios; hasta la muerte”, aseguró el pastor rosarino. “Por ello, así como nos horrorizamos ante la violencia y las agresiones humanas por los homicidios, las guerras y los genocidios; las violaciones y la falta de seguridad, así como la miseria, también debemos hacerlo ante la violencia contra la vida naciente y terminal, ya que corremos el riesgo de perder la conciencia colectiva de este verdadero mal y asumirlo paradójicamente como un derecho, sin tener en cuenta que hay un niño por nacer o alguien que verdaderamente vive, aunque se encuentre en la fase última de su existencia”.
Añadió que “no se puede suprimir la vida en el seno de la madre, y por muy inesperada que sea su llegada, el niño por nacer, que vive, nunca será un intruso o un transgresor, más aún, considerando que esta vida naciente se nos confía a nosotros y está privada de toda capacidad de defensa. Pero al mismo tiempo, siempre debemos valorar y estar cerca de la futura mamá, con una profunda solidaridad con la mujer que espera un hijo en el santuario de la vida. De allí que debe ser acompañada, contenida, sin permitir nunca que la dejen sola”.
De todas maneras, monseñor Mollaghan subrayó que “esto no quiere decir que dejemos de defender la vida de los niños ya nacidos y de los jóvenes” y también pidió por ellos, “cuando lamentablemente están forzados a mendigar o están desnutridos, cuando pasan hambre y no reciben la protección del hogar, cuando sufren la explotación sexual o son tentados y padecen el flagelo del alcohol y de la droga. Todas estas situaciones son amenazas contra la vida y una vergüenza para la comunidad humana”.+