CAMINEO.INFO.- Añatuya/ARGENTINA.- El obispo de Añatuya, monseñor Adolfo Uriona FDP, anunció que el próximo 1° de octubre comenzará el Año Jubilar Diocesano por los 50 años de creación de la diócesis y del inicio del gobierno pastoral del primer obispo, monseñor Jorge Gottau, cuyo lema es “De habitantes a ciudadanos y de bautizados a discípulos-misioneros”.
En una carta pastoral, el prelado explicó que la primera parte del lema se desarrolló durante la Cuaresma 2010, en consonancia con el inicio de los festejos por el Bicentenario patrio, y precisó que sobre la segunda se reflexionará durante el Año Jubilar, cuyo eje central será la Gran Misión Diocesana.
Esa iniciativa tendrá como objetivos “llegar a todos con el anuncio del kerigma a fin de que nuestros fieles tengan un encuentro personal con Jesucristo”, “lograr la renovación de nuestras parroquias a fin de que continúen en estado de misión permanente”, y “formar pequeñas comunidades en torno a la lectura de la Palabra de Dios”.
El prelado indicó que en una primera etapa, la misión propondrá “sensibilizar, convocar y formar a los distintos agentes pastorales que trabajarán en ella”, para después ir cultivando “una auténtica espiritualidad misionera, que dé sentido y contenido a esta experiencia de llevar la Buena Noticia a los hombres”.
Monseñor Uriona planteó en esta instancia que es necesario “dejarse conducir por el Espíritu”, “vivir el misterio de Cristo ‘enviado’” y “amar a la Iglesia y a los hombres como Jesús los ha amado”.
También subrayó que “la llamada a la misión deriva de por sí de la llamada a la santidad. Cada misionero lo es auténticamente si se esfuerza en el camino de la santidad. ‘La vocación universal a la santidad está estrechamente unida a la vocación universal a la misión’, nos decía Juan Pablo II”.
“No basta con renovar los métodos pastorales, ni organizarnos mejor en la Iglesia, es necesario un nuevo ‘anhelo de santidad’ entre todos los bautizados, que los impulse a comprometerse en serio por sus hermanos”, aseveró citando el Documento de Aparecida.
El obispo señaló, además, que “la característica de toda vida misionera auténtica es la alegría interior, que viene de la fe. Una alegría que no es algarabía externa sino que es un don del Espíritu y se funda en la certeza de que el Padre me ama y que el Hijo me ha salvado a través de su entrega en la cruz”.
“En un mundo angustiado y oprimido por tantos problemas, que tiende al pesimismo, el anunciador de la Buena Nueva ha de ser un hombre que ha encontrado en Cristo la verdadera esperanza y la quiere irradiar a los demás”, sostuvo.
Por último, monseñor Uriona puntualizó que la convocatoria a la Gran Misión Diocesana es para “todos” y no sólo para los sacerdotes, los religiosos, las religiosas, los laicos consagrados y los laicos comprometidos, al subrayar que “el bautizado ha de ser un auténtico discípulo-misionero de Jesucristo, si no lo vivimos de esta manera, mal nos llamamos cristianos. No somos dignos de lo que ese nombre significa”.+