El Gobierno filipino ha endurecido las medias contra quienes violan
el aislamiento impuesto para contener el contagio del coronavirus. El
presidente Rodrigo Duterte ha ordenado a la policía que dispare a
cualquiera que cree «problemas» en las áreas en cuarentena. Alrededor de
la mitad de los ciento diez millones de habitantes de Filipinas se
encuentran en esta condición, incluidos millones de ciudadanos en
situación de extrema pobreza, que se han quedado sin trabajo debido a
las graves restricciones de la circulación. Las autoridades policiales
han declarado que no aplicarán las nuevas disposiciones.
La Iglesia en Filipinas
Mientras
tanto, la Iglesia en Filipinas sigue movilizándose para hacer frente a
la emergencia sanitaria. Tras las medidas adoptadas por la Arquidiócesis
de Manila, que en los últimos días ha abierto las puertas de muchas
escuelas e instituciones educativas católicas para acoger a los sin
techo, dándoles así la oportunidad de escapar del contagio, la
Arquidiócesis de Cebú ha puesto a disposición el Centro de Convenciones
IEC de Cebú, la estructura que en el año 2016 acogió el 51° Congreso
Eucarístico Internacional, que desde entonces se ha utilizado para
cursos de formación sobre la Eucaristía. Este Centro, que tiene una
superficie de 754 metros cuadrados, se utilizará para alojar a todas las
personas en cuarentena con síntomas leves de la enfermedad. Y según
informa la Agencia de los obispos Cbcp News, hay otra estructura de la
Iglesia local para acogerlos. Se trata de la Escuela del Sagrado
Corazón-Ateneo de Cebú.
Esta iniciativa forma parte de un programa
conjunto para la emergencia denominado «Centro Cebú Bayanihan», en el
que también participa el Seminario Don Carlos, que ha ofrecido sus
instalaciones para el almacenamiento de medicamentos y equipos médicos
necesarios para las dos estructuras de acogida COVID-19.
La
Arquidiócesis de Cebú también ha tomado medidas para ayudar a las
personas que siguen trabajando durante la emergencia y para llevar ayuda
a las comunidades más pobres a través de su programa «Arzobispo
Theophilus Camomot Buhat sa Kalu-oy». En particular, este programa cubre
las necesidades básicas de las familias indigentes que son las más
expuestas a los efectos de la pandemia ya que se ven privadas de sus
únicas fuentes de ingresos.
La Iglesia en Indonesia
Caritas
Indonesia y las diócesis de todo el archipiélago se han unido para
ayudar a los grupos más pobres y marginados en esta emergencia sanitaria
causada por la pandemia COVID-19. El 31 de marzo, el Director ejecutivo
de Caritas, el Padre Fredy Rante Taruk, explicó a UCA News cómo la
asociación católica ha enviado fondos – unos ochenta y seis mil dólares a
doce diócesis – para la compra de desinfectante, máscaras protectoras y
artículos de primera necesidad. Este dinero será utilizado por las
diócesis «para dar prioridad a la asistencia a los grupos pobres y
vulnerables».
Mientras tanto, la Institución Daya Dharma, el
organismo de servicios sociales de la Arquidiócesis de Yakarta, también
ha instalado una estación en uno de los edificios de la Arquidiócesis el
27 de marzo – tal como informó su Director, el sacerdote jesuita
Christopher Kristiono Puspo, a UCA News – para distribuir alimentos a
los pobres y marginados y darles una asistencia adecuada.
Ya se
han organizado varias actividades que durarán hasta el final de la
amenaza de la pandemia. Entre ellas figuran el saneamiento diario de
casas y escuelas por parte de veinticinco voluntarios y la distribución
diaria de trescientas cincuenta raciones de alimentos a automovilistas,
barrenderos, conductores de triciclos, discapacitados, personas sin
hogar, ancianos y transexuales. Se instruyó a los voluntarios para que
mantengan las distancias a fin de prevenir una mayor propagación del
virus. El Padre Christopher Puspo añadió además que la Iglesia también
está llevando a cabo una recaudación de fondos en colaboración con
grupos interreligiosos y la Cruz Roja indonesia.
Por su parte, la
Arquidiócesis de Pontianak, en Kalimantan occidental, en asociación con
GP Ansor, el ala juvenil de Nahdlatul Ulama, la mayor organización
islámica moderada de Indonesia, también está ayudando a los más pobres y
está comprando equipo de protección para los trabajadores de la salud.
De hecho ya ha logrado recaudar unos quinientos cincuenta millones de
rupias – lo que equivale a cuarenta mil dólares– para comprar los
alimentos que se distribuirán entre los necesitados.
«La pandemia
no conoce raza, etnia, religión, clase social o grupo» – dijo Monseñor
Agustín Agus, Arzobispo de Pontianak – y subrayó que es importante “que
nosotros – personas de diversas religiones – hagamos algo para ayudar a
los demás».
Cabe destacar que hasta el 1° de abril, Indonesia registró 1.677 casos de COVID-19 y 157 muertes.