(InfoCatólica/Catholic Herald) En una entrevista concedida a CNA, Katalin Novák, Ministra de Asuntos de la Familia de Hungría,
resaltó el vínculo entre las políticas húngaras favorables a la familia
y la identidad cristiana del país. «Si renunciamos a nuestro
cristianismo, perdemos nuestra identidad como húngaros y como europeos»,
afirmó la Ministra.
Como sucede en todos los países de la Unión Europea, la natalidad en
Hungría (1,48 nacimientos por mujer) está por debajo de la tasa
necesaria para mantener la población (2,1 nacimientos por mujer). «Nos
encontramos ante un desafío demográfico», señaló la Ministra. Ante este
desafío, la mayoría de los países europeos han optado por la inmigración
masiva para evitar la despoblación. Hungría, sin embargo, ha decidido adoptar una política distinta: la promoción de la familia.
Gracias a su actitud favorable a las familias, la situación demográfica ha mejorado considerablemente en el país.
Hace ocho años, la tasa de natalidad húngara era aún más baja (1,23
hijos por mujer). En ese momento, según Katalin Novák, el gobierno se
preguntó cuál era la causa y qué podían hacer para solucionar el
problema. «Estamos convencidos de que nuestro futuro está en que las
familias sean fuertes», explicó la Ministra.
El plan actual impulsado por el Primer Ministro Viktor Orban incluye
numerosos incentivos para contraer matrimonio y tener hijos. Las mujeres que se casan antes de los cuarenta años pueden recibir un préstamo sin intereses de unos 31.000 euros,
un tercio de este préstamo se condona si la pareja tiene dos hijos y,
si se tienen cuatro o más hijos, no es necesario devolver nada. A eso se
suma que las mujeres con cuatro o más hijos quedan exentas del impuesto
sobre la renta de por vida.
Además de esta ayuda general, existen muchas ayudas concretas
dirigidas a las necesidades específicas de las familias numerosas. Las
familias con al menos tres hijos reciben una ayuda para comprar un vehículo en el que quepan siete o más personas. Asimismo, las parejas que tienen al menos dos hijos pueden solicitar que se reduzca su hipoteca, reducción que es mayor si tienen un tercer hijo.
Aunque muchos países tienen ayudas a la natalidad, generalmente menos
generosas, un aspecto novedoso del sistema húngaro consiste en su vinculación expresa con el cristianismo.
La Ministra de Asuntos de la Familia ha señalado esta vinculación,
recordando que Hungría es cristiana desde tiempos del Rey San Esteban y
que las políticas en favor de la familia reflejan esa identidad.
En ese sentido, los incentivos económicos son menos importantes que una cultura que fomente tener niños.
«De hecho, hablamos demasiado de dinero», indicó la Ministra. «Tener
niños no es una cuestión de dinero. Por supuesto, cuando no se tienen
niños puede ser por cuestiones económicas, pero no se tienen por los
incentivos. O al menos no debería ser así».
Para crear una cultura más favorable a las familias, se han integrado
en la legislación principios familiares y provida. En 2011, se aprobó la
Constitución húngara, que afirma la inviolabilidad de la dignidad
humana, el derecho a la vida y la protección de esa vida desde el
momento de la concepción. También se reconoce el matrimonio
como la unión entre un hombre y una mujer y la familia como el
fundamento de la supervivencia de la nación.
«¿Verdaderamente reconocemos la labor de cuidar a los niños? ¿Valoramos
a esa madre que se queda en casa porque está cuidando de cinco, seis o
siete niños y no desempeña un papel activo en el mercado de trabajo? ¿Las valoramos de verdad? ¿Reconocemos su labor? ¿Las protegemos?», se preguntó Katalin Novák.
El Estado reconoce la vida del no nacido y, de hecho, las mujeres
pueden solicitar la ayuda por hijos desde el segundo trimestre del
embarazo. El número de abortos en el país es el más bajo que se ha registrado nunca,
pero la Ministra de Asuntos de la Familia señala que es necesario
seguir trabajando en ese ámbito. «Ningún número que esté por encima de
cero es un buen número», afirma.
Hungría ha recibido numerosas críticas por su actitud reticente ante la inmigración.
El Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas
indicó que la ley húngara de 2018, que buscaba combatir la inmigración
ilegal y poner dique a la avalancha de solicitudes de asilo, era
«claramente xenófoba». El Relator Especial sobre los derechos humanos de
los migrantes de la ONU, el chileno Felipe González Morales, ha
protestado de que los «migrantes se presentan en el discurso oficial y
público como enemigos peligrosos». Según datos de 2018, Hungría admite
dos solicitantes de asilo por día.
La Ministra Novák explicó que Hungría no «ve la inmigración como solución a nuestro problema demográfico»
y que el país está dispuesto a ayudar a los refugiados, pero no otorga
prioridad a aceptar migrantes económicos que simplemente quieren vivir
mejor. «En primer lugar, somos responsables de nuestra propia gente. Y
si necesitan más ayuda para tener más niños y formar una familia,
tenemos que proporcionarles esa ayuda».
Asimismo, explicó que la emigración masiva era perjudicial para los
países de origen, ya que privaba a esos países de «las personas mejor
educadas, con mayor movilidad y mayores recursos. ¿Y qué va a pasar con
los que se queden?».