Domingo XXIII Tiempo Ordinario

CAMINEO.INFO.- Este evangelio es tan rico que da pie a comentarlo frase a frase... Empecemos...

Jesús va de Tiro a Galilea pasando por la Decápolis. Son unos datos geográficos significativos, porque sitúan la acción de Jesús en un territorio pagano, fuera del territorio del Pueblo de Israel. Y por tanto, curando a una persona no judía. Esto nos habla a nosotros de la universalidad de la salvación. Jesús no sólo viene para salvar al Pueblo de Israel sinó a todos. ¡Jesús viene para salvar a todos! y este todos, esta universalidad, también está referida a los que nos rodean y no acaban de vivir la fe (hijos, nietos, maridos) ¡También Jesús para ellos es Salvador! ¡¡Es así!! ¡Es preciso crecer en esta certeza!

¡La salvación de Jesucristo es universal También está dirigida a ellos. ¡¡No lo olvidemos!!

“Y le presentaron un sordo...”. “Le presentaron”, unas personas acercan el sordomudo a Jesús. Estas personas somos nosotros, que acercamos a los que no conocen Jesús a Jesús. En muchas curaciones hay personas que acercan el enfermo a Jesús. ¡Es significativo! ¡Nos interpela! ¿A quién acerco yo?
“Un sordo”, ¿quién es este sordo? Somos nosotros. Me lo escuchareis infinidad de veces. Nosotros somos el sordo, el leproso, el ciego, la mujer pecadora. Aquello que Jesús hace en ellos, a mi me lo hace. Aquello que Jesús les dice a ellos a mi me lo dice. Así hemos de leer el evangelio. ¡¡Jesús me habla a mi y actúa en mi!! ¡¡Por esto, sus palabras son espíritu y son vida, y no son palabras del pasado!!

¡¡Qué importante es entender esto!!

Mosén, ¿yo soy sordo? ¡¡Sí, tu... y yo!!
•Sordos porque sólo escuchamos lo que queremos escuchar, todo aquello que no encaje con nuestra mediocridad lo rechazamos, lo diga quien lo diga.
•Sordos porque no escuchamos el grito de queja de los pobres, de los enfermos, de los necesitados que nos rodean, que son hermanos nuestros.
•Sordos porque no escuchamos lo que Dios nos dice. ¡¡Cientos de veces nos han dicho que hemos de leer el evangelio y no lo hacemos!! ¡¡Y en la misa cuando se proclama la Palabra estamos distraídos!! ¡¡Sordos!!
Mosén, ¿yo soy mudo? ¡¡Sí, tu... y yo!!
. Mudo porque somos incapaces de pedir perdón.
. Mudo porque no decimos palabras de amor.
. Mudo porque no proclamamos la Buena nueva.
¡¡Nosotros somos el sordomudo!!
¡¡Somos nosotros que necesitamos ser curados!!
¡Nos hemos de poner de rodillas, delante de Jesús, para que Él nos toque, nos cure!
¡¡Y Él lo quiere hacer!! ¡¡Pídeselo!!

“...Le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua”. La Iglesia, desde los orígenes, ha visto en estos gestos un símbolo de los sacramentos. Los sacramentos son unos gestos, unas palabras con los cuales Jesús continua “¡tocándonos!”. Hoy Jesús toca al sordomudo. También nos toca a nosotros a través de los sacramentos. ¡¡Esto requiere, pide nuestra fe!! A más fe, más acción de Jesús. Jesús con los sacramentos nos toca, como tocó al sordomudo. ¡Qué fuerte si te lo crees!

Si hace dos mil años las acciones de Jesús a través de su cuerpo eran: eficaces, poderosas, vivificantes, sorprendentes, donde la gente cambiaba de vida. Dos mil veinticuatro después, las acciones de Cristo a través de los sacramentos, son: eficaces, poderosas, vivificantes, sorprendentes, donde la gente cambia de vida.

La Iglesia, con los sacramentos, continúa la acción de Jesús. Es Jesús quien actúa a través de los sacramentos. ¡¡Esto pide fe!!

“Y mirando al cielo”, Jesús se dirige al Padre. Jesús todo lo hace en comunión y con relación al Padre. ¡¡Hagamos igual que Jesús!!... ¡¡levantemos los ojos al cielo!!, levantemos los ojos hacia nuestro Padre. Si aprendiéramos a hacerlo, cómo cambiaría nuestra vida, porque todo tendría un tono divino, sobrenatural.

¡A lo largo del día hemos de levantar los ojos a nuestro Padre del cielo! ¿Cómo? Hace falta encontrar “trucos” que nos ayuden a mirar al cielo. Ejemplo: Yo, hubo un tiempo que cada vez que ponía la mano en una puerta, miraba hacia el cielo... Cada uno hemos de ser capaces de encontrar momentos “de levantar los ojos al cielo”. Al empezar..., al acabar…, al salir…, a...

Jesús dijo: “Effetá”, que quiere decir “ábrete”. Esta palabra es una palabra que decimos los sacerdotes en cada bautismo. Después del bautizo, se hace el rito del “effetá”. Donde el celebrante toca las orejas y la boca del niño, diciendo: “El señor Jesús, que hizo oír a los sordos y hablar a los mudos, te conceda, a su tiempo, escuchar su Palabra y proclamar la fe, para alabanza y gloria de Dios Padre”.
Palabras que nos iluminan que estamos llamados a escuchar la Palabra de Dios (orejas) y a proclamar las maravillas que Dios hace en nuestra vida (boca).

¡¡Gesto… escuchemos y proclamemos… es el dinamismo que nos viene del bautismo!! ¿Lo vivimos o no lo vivimos?

Acabo ya, pidámosle a Jesús: abre mis oídos, estoy un poco sordo... abre mi boca, me cuesta, no sé, proclamar tus maravillas... ¡¡pidámoselo!!