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Portada:: Habla el Obispo:: Cardenal Carlos Osoro Sierra:: LA MIES ES MUCHA Y NECESITA OBREROS

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LA MIES ES MUCHA Y NECESITA OBREROS

Tue, 24 May 2011 13:01:00
 

CAMINEO.INFO -Valencia/ESPAÑA-´El domingo pasado, día del Buen Pastor, celebramos en la Iglesia la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. Muchos recuerdos vinieron a mi memoria ese día, especialmente cuando estábamos celebrando la Santa Misa en la iglesia de Santa Catalina, pidiendo al Señor que envíe obreros a su mies. Os aseguro que mientras os dirigía unas palabras, vinieron recuerdos de mi ordenación, especialmente del momento en que yo estaba postrado en tierra y, en cierta manera, envuelto por las letanías de todos los santos. Con su intercesión caí en la cuenta de algo fundamental como es experimentar que en este camino no estaba solo, sino que el gran ejército de todos los santos caminaba conmigo y que los santos vivos de hoy y mañana me sostenían y acompañaban. ¡Qué experiencia más maravillosa! Por otra parte, cuando mi obispo, Juan Antonio del Val, me impuso las manos, pude experimentar la ordenación sacerdotal como inserción en la comunidad de los amigos de Jesús, llamados a estar con Él y a anunciar su mensaje. “La mies es mucha”, nos ha dicho el Señor. Y esto no lo dice sólo para aquél momento y para aquellos caminos. Sus palabras son válidas para hoy, para este tiempo que estamos viviendo. Hoy los seres humanos, en lo más profundo de su ser, esperan a Dios, esperan una orientación, esperan que alguien les indique el camino.

Toda la comunidad cristiana tiene una responsabilidad especial en hacer realidad estas palabras del Señor: “Rogad, pues, al Dueño de la mies que mande obreros”. Ello significa que la mies existe, pero Dios quiere servirse de hombres y mujeres que acerquen la comida, que es el mismo Jesucristo, a todos los hombres y mujeres de este mundo. Se necesitan personas que digan con coraje, pasión y convencimiento: “Sí, estoy dispuesto a ser obrero en tu mies, estoy dispuesto a gastar mi vida sólo y exclusivamente para que los hombres y las mujeres de mi tiempo te conozcan”. Es cierto que las vocaciones vienen de Dios. Nosotros no podemos reclutar personas por medio de la propaganda. La llamada parte de Dios. Pero tenemos que hacer posible que haya momentos, circunstancias, lugares, testigos que abran los oídos a una llamada que Dios siempre hace. Acaso, ¿no serás tú el que estás llamado a hacerlo? Se necesitan obreros porque son pocos. Hay que pedir al Dueño de la mies. Y esto significa orar por ello, decirle al Señor con una confianza ilimitada: Hazlo, por favor, suscita vocaciones. Despierta y abre el oído de los hombres para que escuchen tu llamada de amor. Haz que comprendan a quienes Tú llamas, que entiendan que entregarte a Ti de primera mano es el tesoro más valioso que podemos regalar a los demás y que a ello merece la pena dedicar toda la vida.

Deseo resaltar la importancia de orar sin cesar al Dueño de la mies para que conceda a la Iglesia numerosas y santas vocaciones. Hay muchos jóvenes que, a pesar de las dificultades a las que están sometidos, tienen ganas de entregar la vida para algo importante. Díselo al Señor y ten la seguridad de que Él responderá. Tenemos que ser todos los cristianos, pero muy especialmente los sacerdotes, mediadores audaces de la llamada del Señor. Nunca tengamos miedo a proponer el seguimiento radical de Jesucristo. Es necesario que prestemos nuestra vida para acompañar a los jóvenes asiduamente, en todos los ámbitos, humano y espiritual. Es así como irán discerniendo su opción vocacional. Tengamos valentía para realizar esta tarea. Vivamos convencidos de que es la invitación más valiosa que podemos ofrecer a un joven, pues no le llamamos a servir a un señor cualquiera, sino al Señor de la Vida y de la Historia.

Para hacer posible que la llamada del Señor la experimenten los jóvenes en su corazón en esta cultura que nos toca vivir, es necesario para todos los cristianos, pero de un modo especial para los sacerdotes, que el diálogo con ella sea desde la profundidad que solamente el Señor nos permite tener. De ahí que nuestra relación con el Señor tiene que ser viva, que quien se acerque a nosotros tenga aliento siempre de esperanza, ganas de contagiar a otros a Jesucristo como el único Camino del ser humano para su plena realización. Por eso, este momento y estas circunstancias históricas que vivimos nos están exigiendo una formación adecuada y profunda en la vida espiritual, que nos haga cada día más conscientes de nuestra vocación y más capaces de responder de modo adecuado a la demanda de espiritualidad que viene especialmente de los jóvenes.

Hoy existe una prioridad en nuestro trabajo, que deseo manifestar con explicitud: atender a las vocaciones. Realizaremos un valioso trabajo pastoral si nos entregamos a la promoción, animación y discernimiento de las vocaciones. Como nos ha recordado el Papa Benedicto XVI en su mensaje para la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, para cada Iglesia particular, la atención a las vocaciones constituye una de las prioridades pastorales. ¡No caigamos en el desaliento! ¡Sembremos como en la parábola evangélica del sembrador! En ella, el sembrador arroja con abundancia y gratuidad la semilla de la palabra de Dios, aun sabiendo que caerá en lugares diversos, pero con la seguridad de que parte de la semilla está destinada a caer en tierra buena, en corazones con ardor y con capacidad para acoger la Palabra, con disponibilidad, y para saber responder al imperativo del Señor, “sígueme”, con prontitud, perseverancia y generosidad.

A todos los cristianos de nuestra Archidiócesis de Valencia, cuando estamos realizando el Itinerario Diocesano de Renovación, os tengo que invitar a ser sembradores de confianza en el Señor, de esperanza en Él. El presente y el futuro nos lo prepara Él. Roguemos con confianza. Es la hora de Dios. Fomentemos con alegría el que los jóvenes tomen decisiones definitivas.

Con gran afecto y mi bendición


+ Carlos, Arzobispo de Valencia








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