En estas fechas los
consejos de administración estarán preparando la cuenta de resultados del
ejercicio, activo y pasivo, pérdidas y ganancias, planes de futuro, etc. para
presentarlas a los dueños de las empresas. El resultado de todo ello puede ser muy
favorable para el dueño capitalista y, si lo es, algo puede llegar a los trabajadores de la
empresa aunque en la proporción que decida el dueño que, seguramente no dejará
satisfechos a todos. Unos arriesgan su capital y otros su vida útil mientras lo
sea.
En esta gran empresa
llamada España su consejo de administración, el gobierno, también rendirá cuentas aunque no sé si ante los
titulares de la soberanía, los españoles, o si ante las severas autoridades
europeas.
Lo que ya está anunciado son
las deudas de las variadas y complicadas administraciones que padecemos. No sé
quiénes son los acreedores por tal deuda, si los bancos, el BCE, o los fondos
de inversión. Lo que sí está claro es que tendremos que pagarlo todos los
españoles de varias generaciones.
El viejo consejo de no
gastar más de lo que se gana y no pedir nunca prestado, parece que no rige para
los gestores de las variopintas administraciones que siempre andan a la greña
unos con otros, pero están siempre de acuerdo para subirse sus sueldos, dietas
y prebendas cada año.
Todos los ayuntamientos,
diputaciones y autonomías se pasan el año exigiendo
que el Gobierno realice las inversiones que dicen serían la mar de
beneficiosas para los ciudadanos. Pareciera que todas las inversiones que haga
el gobierno central no tengan que ser soportadas en cualquier caso por los
ciudadanos (y ciudadanas), que salen a la calle con sus pancartas
reivindicativas de trenes, carreteras, casas de la cultura, etc.
Tampoco ofrecerán ningún
estudio detallado de los beneficios que hayan generado tan cuantiosas
inversiones. Con decirnos que la economía está creciendo, todo el mundo a
callar, aunque el común de los españoles no tengamos ni idea de la forma en que
se mide tal crecimiento ni a quienes beneficia
La deuda pública parece no tener nada que ver con el
gasto, más o menos justificado, que realizan los políticos y no quiero pensar,
en absoluto, que los gastos e inversiones también signifiquen corruptelas y
trapisondas.
La cuenta de resultados
que en las empresas son pérdidas o ganancias, en lo público las pérdidas son las
cifras de tanto gasto inútil y las ganancias lo que nos dicen que ha crecido la
economía.
Los presupuestos de todas
las administraciones cuentan con lo que recaude el gobierno central. El reparto
siempre es motivo de enconadas luchas y para mayor desgracia también están las
que exigen más tajada para no irse de
casa y ¡hasta lo consiguen! Claro
que peor será que se vayan de casa y haya que seguir pagándoles los gastos.
Cuando oímos que en el
Congreso se discuten los presupuestos nuestro interés es mínimo, pero debía ser
máximo ya que los titulares de la empresa que se llama España somos los
españoles a los que se nos llama para votar cada cuatro años, pero a pagar todos
los días por IVA por IRPF, por sociedades o por sucesiones.
A pesar de todo tratemos
de ser felices en estas fechas.