CAINEO.INFO.- Málaga/ESPAÑA.- Málaga ha sumado a la historia personajes que han brillado con gran acierto en el campo de la política, y que dejaron un sendero de vivencias y prestigio para nuestra ciudad.
Francisco Romero Robledo es el objetivo de hoy, y por ello individualizo su persona, y recuerdo y analizo con algunos detalles la vida de este malagueño famoso que se entregó en su tiempo a nuestra ciudad, colaborando en reconocer su entrega en tiempo actual.
Fue un hombre destacado en política, nació en Antequera el 8 de mayo de 1838, murió en Madrid el 3 de marzo de 1906, fue abogado, Ministro de Fomento en el año 1872 durante el reinado de Amadeo I, Ministro de Gobernación durante el reinado de Alfonso XII, Ministro de Ultramar y Ministro de Gracias y Justicia durante la regencia de María Cristina de Habsburgo-Lorena, y Presidente del Congreso de 1903 a 1906.
Se licenció en derecho en 1862. Ese mismo año obtuvo su primer acta de diputado por unión liberal, y mantuvo el escaño hasta 1866.
En el partido constitucional de Sagasta volvió a obtener escaño por Málaga en el período que transcurrió entre el año 1869 y el año 1871. También fue Subsecretario de Gobernación.
Hombre de gran valía, y merecedor de la confianza que le dio el electorado.
Su historia personal pone de manifiesto la autenticidad de su valía humana. En ella se ven muchas y poderosas razones de su carácter, valentía y hombre de bien.
Hay un hecho importante e insólito en su paso por la política, el día en que Romero Robledo tomó posesión como Presidente de las Cortes, quiso que su padre presidiera el acto solemne junto al Rey Alfonso XII.
¿Cuántas veces de niñas, mis hermanas y yo oíamos esta historia que os relato? Mi padre nos las contaba haciendo resaltar la valentía que supuso tal decisión por su parte. Él lo había oído infinidad de veces de boca de su padre, mi abuelo, Luis Robledo Jiménez, que había tenido una convivencia muy cercana con Romero Robledo por ser primos.
El hecho descrito, sin duda, nos lleva a concluir que la decisión adoptada hacia su padre la hizo dejando fuera los respetos humanos, lo que hoy en día no se hace condicionado por los tiempos, guiados por ideologías; y cuando alguien se sale del tiesto y va contra corriente, o manifiesta tendencias contrarias a la ola de la cresta que más alumbra, salta la ofensa o la incomprensión.
Romero Robledo fue un hombre de recta conciencia, pues la decisión fue tomada con independencia del poder, actuando con la libertad de un hijo que era consciente del papel que su padre, -aquél hombre sencillo del pueblo que le dio alas para volar tras sus ideales-, había tenido en su vida.
Su actitud no fue censurada. El privilegio de ser un hombre importante no cayó en la crítica, sino en la ponderación por manifestar su cariño y admiración hacia su padre.
Fue ejemplo para muchos, y ahora también nos hace pensar…….
En Antequera, su pueblo natal, con motivo del centenario de su muerte en 1906, el Ayuntamiento le ofreció un gran homenaje con exposiciones, recuerdos de familia y un sinfín de comentarios.
Le llamaban “el pollo” de Antequera por ser un hombre elegante, y por su porte personal en su trato y costumbre.
Por todo esto, Francisco Romero Robledo, dejó esa gran huella que los hombres de valía aportan tras su desaparición.