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El modelo de familia repercute en el aprendizaje |
El modelo de familia repercute en el aprendizajeFri, 22 Nov 2013 09:02:00
Dos estudios recientes realizados en España y Canadá analizan cómo influye la estructura familiar en el rendimiento académico de los hijos. No es este el único ni el más importante de los efectos del legado educativo de los padres. Pero tiene la ventaja de que puede ser medido y comparado en las investigaciones sociológicas.
Como informa la agencia Aceprensa, el primer estudio, realizado por investigadores de la Cátedra de Políticas de Familia de la Universidad Complutense (Madrid), muestra que hay más riesgo de repetir curso en las familias monoparentales o reconstituidas. El otro, de un economista canadiense de la Simon Fraser University (2), revela que las hijas criadas en hogares homosexuales tienen menos probabilidad de graduarse que las criadas en familias de padre y madre casados.
Aunque en España el porcentaje de parejas que conviven sin casarse es todavía muy inferior al de las casadas (el 13% del conjunto de parejas en 2008, según datos de la Comisión Europea), su incremento ha sido notable en los últimos años: en el censo de 2001, que por primera vez contó a las parejas de hecho, representaban el 6%.
En consecuencia, el porcentaje de niños nacidos fuera del matrimonio se ha duplicado en casi diez años (32,5% en 2009, 16,6% en 2000). Además, debido a que las parejas de hecho son menos estables, también ha aumentado el porcentaje de hogares monoparentales: el 3,2% del conjunto en 2012, lo que supone un aumento del 78% en la última década.
Peor en familias no nucleares A la vista de estos cambios, los economistas Daniel Santín González y Gabriela Sicilia Suárez se preguntan cómo influye en el rendimiento escolar de los hijos el hecho de vivir en una “familia no nuclear”, definida en el estudio como aquella en la que “el alumno no convive simultáneamente con sus dos padres biológicos o de adopción”. Dentro de esta categoría destacan los hogares monoparentales y las familias reconstituidas (uno de los padres divorciados se ha vuelto a casar o cohabita con una nueva pareja).
Los hijos de familias monoparentales o reconstituidas tienen más riesgo de repetir que los que viven con su padre y su madre biológicos o adoptivos
Para responder a esta pregunta, los autores compararon la tasa de repetición y los resultados en matemáticas de una muestra de alumnos españoles de 10 y 14 años (4º de primaria y 2º de secundaria) que viven en “familias no nucleares” con los de otros alumnos de la misma edad y características socioeconómicas parecidas que viven en “familiares nucleares”. La muestra fue de más de 27.000 alumnos en cada uno de los cursos, pertenecientes a más de 870 colegios de todo el país.
Los autores han encontrado que las diferencias más significativas se producen en los alumnos de más edad, sobre todo en la tasa de repetición. Los alumnos de 14 años que viven en “familias no nucleares” tienen una tasa de repetición del 45,2% en las escuelas públicas y del 32,7% en las privadas; en cambio, la de los alumnos de “familias nucleares” es el 33% en las escuelas públicas y el 22% en las privadas.
Las encuestas constatan también que “los alumnos en familias no nucleares perciben que sus padres tienen menor compromiso e interés en su vida académica, les dedican menos tiempo y tienen una peor relación padre-hijo”, lo que según los autores ayuda a explicar en parte las diferencias encontradas en ambos tipos de hogares.
En los hogares homosexuales Tampoco da igual haber sido criado en un hogar homosexual. A partir de una muestra del 20% de hogares del censo de Canadá, el economista Douglas W. Allen descubre que en 2006, entre los niños en familias de gais y lesbianas la probabilidad de graduarse era un 35% menos que entre los hijos que vivían en familias de padre y madre casados. Pero esta es la media entre chicos y chicas. El panorama pinta mucho peor para ellas.
En los hogares formados por gais, la probabilidad de graduarse de las chicas era un 85% inferior, y en los de lesbianas, un 45% menos, siempre en comparación con las hijas de hogares de padre y madre.
En una entrevista realizada por MercatorNet, preguntan a Allen a qué se deben los malos resultados de las chicas. Con honradez, Allen aclara que no tiene respuesta a esa pregunta; su estudio se limita a recoger datos empíricos que contradicen la tajante afirmación de que no hay diferencias entre criarse en un hogar homosexual o en un hogar de madre y padre casados.
Pero fuera de las conclusiones de su estudio, sí se permite especular: frente a quienes dicen que los roles del padre y de la madre son intercambiables, él cree que ambos progenitores son necesarios y que las chicas son las que más notan las diferencias.
La muestra más amplia El estudio de Allen tiene varias ventajas metodológicas respecto a los 59 que utilizó la Asociación Americana de Psicología (APA) para afirmar que no hay diferencias entre los niños criados en uniones homosexuales y los demás, y otro publicado en 2010 sobre hogares homosexuales en EE.UU.
En primer lugar, la muestra es muy grande (cerca de 2,5 millones de hogares), mientras que en la mayoría de los manejados por la APA los encuestados no llegan al centenar (cfr. Aceprensa, 28-09-2012). Aunque el de 2010 analizaba una muestra mejor, dejaba fuera a los hijos que no habían vivido durante cinco años seguidos en el mismo lugar.
A diferencia del censo de EE.UU., el de Canadá sí identifica a las parejas homosexuales y permite distinguir si están casadas o si cohabitan. Esto desinfla el número de “hogares homosexuales” porque en algunos casos se trata de simples compañeros de piso y en otros, de homosexuales que viven con sus familiares.
Además, el matrimonio gay lleva más tiempo legalizado en Canadá (desde 2003 algunos tribunales reconocieron las bodas gais en siete de las diez provincias y en 2005 se aprobó por ley para todo el país). Después de una década ya es posible observar algunos efectos de la legalización; por contra, el informe de la APA que sirvió de bandera reivindicativa al movimiento gay es de 2005.
Otra ventaja del estudio de Allen es que tiene en cuenta la trayectoria de las parejas. Esto es importante porque en los hogares homosexuales es más probable que los hijos provengan de una unión anterior que de la adopción o de la reproducción asistida. Como han demostrado otros estudios, el divorcio de los padres reduce la probabilidad de graduarse de los hijos. Si no se atiende a esta variable, la probabilidad de graduarse en un hogar homosexual resulta todavía más reducida.
¿Consenso o tabú? MercatorNet pregunta a Allen si teme una represalia como la que sufrió el sociólogo de la Universidad de Texas Mark Regnerus (cfr. Aceprensa 28-06-2012), autor de una investigación que ofrece pruebas de las diferentes consecuencias que tiene en los hijos criarse en un hogar homosexual o en un hogar de madre y padre casados. Regnerus fue acusado por activistas gais de presentar resultados “fraudulentos” y “difamatorios”. Pero una comisión de su universidad concluyó que Regnerus no había cometido ninguna mala praxis científica.
Allen también ha sufrido el acoso de activistas gais tras publicar el estudio. Un día llegó a la Simon Fraser University, donde trabaja, y se encontró la bandeja de entrada de su correo electrónico repleta de mensajes con ataques personales e insultos. Antes de eso, otros habían pedido su dimisión igual que le ocurriera a Regnerus. “Afortunadamente –explica Allen–, en mi universidad me conocen bien y soy respetado, además tienen un fuerte sentido de la libertad académica”.
De todos modos, le preocupa el empeño que hay por silenciar a los investigadores que se atreven a mostrar que los hijos criados en parejas homosexuales no están tan bien como se dice.
Después de haber leído “casi todo lo que se ha escrito sobre este tema en los últimos quince años”, Allen recuerda que el consenso en torno a la tesis de que los hijos criados por parejas homosexuales no son distintos se construyó sobre una serie de trabajos preliminares con muestras que no son representativas. Curiosamente, cuando algunos se proponen profundizar más y descubren que no hay pruebas que apoyen esa tesis, las conclusiones de las ciencias sociales ya no interesan.
“El debate parece haberse movido del campo de las estadísticas al de las pegatinas con eslóganes”, donde lo que triunfa es “la idea de la ‘igualdad matrimonial’ y del movimiento gay como heredero del movimiento por los derechos civiles”. Se ve que también hay diferencias en la forma de estudiar las estructuras familiares.
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