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“Las autoridades musulmanas no condenan el terrorismo de Boko Haram en Nigeria”, denuncia el obispo Olivier Dashe |
“Las autoridades musulmanas no condenan el terrorismo de Boko Haram en Nigeria”, denuncia el obispo Olivier DasheMon, 12 May 2014 05:11:00
Olivier Dashe, obispo de Maiduguri, región nigeriana donde se ha hecho fuerte Boko Haram, asegura que «las autoridades musulmanas no nos defienden» y que «los cristianos vivimos una persecución constante en el norte de Nigeria. “Secuestran a nuestras mujeres, raptan a nuestras hijas, queman nuestras propiedades, incendian nuestras iglesias… el terror es lo habitual», ha declarado al diario madrileño ABC.
El obispo Oliver Dashe Doeme tiene 53 años. Toda una vida dedicada a sus feligreses. En su papel de obispo de Maiduguri, capital del estado de Borno, epicentro de la violencia de la milicia islamista de Boko Haram, este nigeriano se enfrenta cada día a la barbarie terrorista. «Para ser cristiano en el estado de Borno uno debe ser valiente, tener coraje. La mayoría han sido trasladados a otras áreas del país», destaca en conversación con el periódico.
Doeme sabe de lo que habla. El pasado 14 de abril, a solo unos kilómetros de su parroquia, milicianos de Boko Haram atacan un internado femenino de Chibok, secuestrando a más de dos centenares de jóvenes. Tres semanas después, en un nuevo ataque, entre 200 y 300 personas fallecían cuando los rebeldes asaltaron un mercado. Decenas de niños perdieron la vida.
La escena es tristemente habitual en esta región del noreste de Nigeria, aunque según el obispo la situación «cada vez va a peor»: «Hasta 2006, la relación entre las comunidades cristianas y musulmanas era completamente normal. Sin embargo, desde esa fecha (año en que la milicia islamista comenzó a intensificar sus ataques), vivimos un asedio», destaca el padre.
Apoyo político al terror
Fuentes militares consultadas por este diario reconocen que en los últimos meses el Ejército ha perdido el control del estado de Borno. Que los islamistas campan ya a sus anchas por un territorio que es cruce de caminos entre Camerún, Chad y Níger, y cuya orografía juega a su favor. Sin embargo, es el apoyo manifiesto y encubierto de la clase política del Estado lo que de verdad facilita sus acciones. «Las autoridades musulmanas de la región no hacen lo suficiente contra la violencia. No condenan las acciones armadas y permiten que estas agresiones ocurran de forma habitual», denuncia Doeme.
Como muestra, un botón: a finales de marzo, en los apenas 48 kilómetros que separan las localidades de Gwoza y Bama, más de una veintena de iglesias fueron arrasadas; cinco personas, secuestradas, y decenas, asesinadas. Ni un solo miembro de la alta jerarquía musulmana del estado de Borno levantó la voz para criticar estos crímenes.
Y el miedo es como una pandemia que se extiende a las regiones vecinas de Adamawa y Yobe, donde las autoridades eclesiásticas locales ya han advertido que la comunidad cristiana se enfrenta «a la extinción» si no se toman medidas. «¿Por qué los cristianos somos un objetivo?», repite Doeme la cuestión inquirida. «Ellos (Boko Haram) piensan que somos infieles, y por tanto nos han convertido en su objetivos», añade. Sin embargo, entre tanta barbarie, entre tanto muerto (desde 2009, Boko Haram se ha cobrado al menos 5.000 vidas), el obispo todavía tiene esperanza: «Algún día esta crisis terminará y podremos vivir en paz». Un día más, Dashe Doeme continuará luchando por defender su parroquia y, sobre todo, por proteger a sus feligreses.
Nada casual
El auge de Boko Haram no es casual. Las complicidades de ciertos representantes políticos y religiosos del norte del país en los ataques a comunidades cristianas son evidentes. Como reconocía a ABC el imán Hussein Zakaria, uno de los principales líderes religiosos locales, «sin el apoyo de buena parte del Gobierno nigeriano, el crecimiento de Boko Haram habría sido imposible».
Para Zakaria, el entorno político de Kashim Shettima, gobernador de la región de Borno, es clave para entender la fuerza de Boko Haram: «Ya en enero de 2012, uno de los principales sospechosos de la masacre de Madalla fue detenido en la propia residencia del gobernador. Solo unos días después, el reo escapaba del control policial. El apoyo político en Borno es evidente», denuncia el líder religioso.
No es la primera acusación que recae sobre las autoridades políticas de esta región. En 2012, el general Jeremiah Useni, presidente del Arewa Consultative Forum (una organización formada por líderes del norte del país), acusaba a Ali Modu Sheriff, exgobernador local, de ser la mano negra tras el crecimiento de la milicia. «En 2002, Boko Haram tan solo era una sociedad estudiantil. Sin embargo, durante su campaña electoral Ali Modu Sheriff subvencionó y proporcionó armas al grupo para que se convirtieran en matones de su candidatura. Simplemente, aquello se le fue de las manos», reconoce el general.
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