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1 Re 19, 16.19-21
Sal 15, 1-2 y 5.7-11
Gál 4,31 - 5,1.13-18
Lc 9, 51-62
Hoy las lecturas nos plantean un tema fundamental, y fundamental quiere decir que está en el fundamento, el tema es el seguimiento.
Podríamos decir que en el evangelio es un tema transversal, el seguimiento a Jesús está en el trasfondo de todo, pero en las lecturas de hoy se explicita.
Lucas para darle importancia y relieve sitúa estos tres diálogos de seguimiento camino de Jerusalén.
Por tanto, estamos delante de un tema fundamental, transversal en todo el evangelio, y muy importante.
Las respuestas de Jesús en los tres diálogos nos presentan una catequesis sobre el seguimiento, hecha por Jesús mismo, de un tema tan importante.
Al primero, le dice: “Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza”. Jesús no tiene donde reclinar la cabeza.... Jesús nos habla de su pobreza, de su austeridad de vida, de su desprendimiento. Nos habla de la nula importancia que da a los bienes materiales. Este es el estilo de seguimiento que nos pide.
Al segundo, Jesús le dice: “Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios”. Dios por encima de todo, la voluntad de Dios en nuestra vida por encima de todo. No hago lo que a mí me parece, miro de descubrir la voluntad de Dios en mi vida. Este es el estilo de seguimiento que Él nos pide.
Al tercero, Jesús le dice: “El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios”. A veces, seguimos a Jesús, pero miramos otros caminos como si nos pudieran llenar más, o tenemos dudas respecto al sentido de nuestro camino. Y Jesús con estas palabras nos hace una llamada a una opción radical por Él, una opción de totalidad. Porqué esta opción de totalidad es la que hace del seguimiento de Jesús una opción que nos comunica la vida plena. Si el seguimiento es mediocre, lo que recibimos no compensa. Si el seguimiento es radical alcanzamos la plena realización como personas.
Resumiendo: Jesús quiere un seguimiento en desprendimiento, un seguimiento que busca la voluntad del Padre, y un seguimiento radical, de totalidad.
Parece que a través del texto, Jesús, por un lado, nos pregunte ¿y tú cómo me sigues?, y, por otro lado, parece que Jesús nos invite a un seguimiento más intenso de su persona.
A raíz de este evangelio, yo me he preguntado ¿Qué quiere decir seguir a Jesús?, ¿quiere decir ir a misa?, ¿quiere decir rezar tres minutos antes de ir a dormir?, ¿quiere decir no hacer daño a nadie? ¿Qué quiere decir seguir a Jesús? Imagino que hay muchas respuestas. Yo doy la mía, seguir a Jesús es desear ser como Él, desear vivir como Él, es desear amar como Él. Este deseo nos lleva a establecer una relación personal con Jesús, y, por tanto, a concretar unos medios para vivir esta relación que nos transforma en otros “Cristos”.
¿Qué quiere decir seguir a Jesús? Cada uno ha de pensar la respuesta. Es como hemos dicho un tema tan importante que vale la pena trabajarlo un poco. Debemos sentirnos invitados por Jesús a un seguimiento que comporta desprendimiento, buscar la voluntad del Padre y hacer por Él una opción de totalidad.
En todo esto nos jugamos mucho, porqué de cómo lo seguimos depende nuestra vida. Pongo un ejemplo, cuando era seminarista en Cardedeu, llevé durante tres años, un grupo de adolescentes que acabaron confirmándose. El otro día me entero que una chica del grupo, muy buena chica, muy admirable en muchos sentidos, hace unos años se casó por “lo civil” y ahora ya está divorciada. No puedo dejar de pensar que un seguimiento de Jesús más cercano habría hecho de la vida de esta chica una vida muy diferente, totalmente diferente.
Ya lo decía Bernanos; ”¡Cómo cambian las ideas cuando las rezo!”.
Para seguir a Jesús nos hace falta tener muy claro que Dios quiere lo mejor para nosotros, que Dios quiere la máxima plenitud y felicidad para sus hijos. Nos hace falta tener muy claro que el gozo de Dios es nuestra felicidad, nuestro crecimiento, nuestra maduración como personas, nuestra santidad.
Algunos dicen: “Es que si obedezco a Dios no soy libre”. ¡Tonterías!. “Es que si he de ir a misa no soy libre”. ¡Más tonterías! San Pablo nos lo ha dejado clarísimo hoy: “Hermanos, vuestra vocación es la libertad” “Cristo nos ha liberado .. para que seamos libres”.
Cristo es la fuente de donde mana la libertad. El pecado es esclavitud. Cristo nos da la libertad. El pecado es esclavitud porqué nos impide amar. Cristo nos da la libertad porqué nos comunica la capacidad de amar.
La libertad es la capacidad de hacer el bien, la capacidad de amar. Por tanto, el camino del seguidor de Cristo, es el camino de la verdadera libertad.
Todo esto es lo que nos ilumina san Pablo, cuando dice: “No una libertad para que se aproveche la carne; al contrario sed esclavos unos de otros por amor”.
Cuánta sabiduría en pocas palabras... La libertad no es hacer lo que me apetece, sino servir a los demás por amor. Y esta libertad la vamos adquiriendo en el seguimiento de Jesús...
