CAMINEO.INFO.- Queridos hermanos y hermanas,
Es significativo que en la Solemnidad de Todos los santos el evangelio que la liturgia nos propone contemplar sea el de las bienaventuranzas. No es una casualidad. En la liturgia no hay nada casual, todo tiene su sentido: las bienaventuranzas nos dibujan perfectamente la interioridad de Jesús, que es nuestro modelo de santidad.
Pensemos qué vivencia espiritual tan peculiar debía tener Jesús para proclamar las bienaventuranzas. Es bueno preguntarnos: ¿qué debía sentir?, ¿qué debía pensar?, ¿qué debía valorar Jesús? para manifestarse esa manera. Ante los evangelios que vamos contemplando siempre es bueno hacer este ejercicio: viajar a la interioridad de Jesús para descubrir los sentimientos, certezas y convicciones que le llevan a manifestarse de una determinada manera.
En las bienaventuranzas descubrimos la interioridad de Jesús, sus convicciones más profundas y a la vez descubrimos a qué estamos llamados nosotros. Con las bienaventuranzas Jesús nos propone unas notas que deben conformar (dar forma a) la vida del santo:
. Es un pobre en el espíritu (se sabe necesitado de la ayuda y de la gracia de Dios para vencer sus egoísmos)
. En sus tristezas se siente consolado por Dios
. Es humilde
. Tiene hambre y sed de hacer la voluntad de Dios
. Es misericordioso
. Tiene el corazón limpio
. Construye la paz
. Es perseguido, injuriado, calumniado, por causa del Reino y se alegra y se regocija por ello
Nosotros como cristianos estamos llamados a vivir con normalidad esas bienaventuranzas (= feliz). Este es el auténtico camino para encontrarnos con la felicidad …
Cuando nos hablan de que todos hemos de ser santos, o al leer vidas de santos, podemos reaccionar de tres modos distintos:
. Para mi es imposible ser santo
. Me da miedo lo que Dios me pida
. Ser santo cuesta mucho
Quizá no lo hayamos formulado así, con estas palabras, pero si miramos nuestro interior veremos que en nuestro camino hacia la santidad algunas de estas justificaciones están en nosotros. Vamos a comentar brevemente cada una de ellas.
. Para mí es imposible ser santo:
Todos estamos llamados a ser santos. ¡TODOS!. Y no porque lo diga yo, o el concilio Vaticano II, sino porque lo dice el mismo Cristo: “Sed santos como mi Padre celestial es santo”.
Si Dios nos llama hacia la santidad no podemos pensar que Dios pide imposibles. Sería contradictorio. Es posible para todos y cada uno de los que estamos aquí ser santos. Es posible porque Dios está dispuesto a darnos las gracias necesarias para que así sea.
En el camino de la santidad no estamos solos. Jesús nos dice “Sin mí nada podéis hacer”, sin él, solo con nuestras fuerzas no podemos ser santos, pero con él todo es posible. “Yo estaré con ...”
. Me da miedo lo que Dios me pida: (grupo de jóvenes)
Lo decíamos la semana pasada: Dios no pide nada, Dios lo que hace es ofrecer (la vida autentica).
Dios no viene a agobiarnos viene a liberarnos. Apartemos de nosotros la imagen de un Dios que me lleva por caminos de infelicidad.
Leon Bloy: “No hay nada más triste que no ser santo”. Todo lo que no me encamina a vivir la santidad heroica es tiempo perdido.
En mi proceso de discernimiento, de descubrir lo que el Señor quería de mi, hubo una frase del Cardenal Ricard Maria Carles que me ayudo mucho: “tu felicidad y la voluntad de Dios es tu vida es una misma cosa”.
No puedo tener miedo a lo que Dios me pida, es Dios, es mi Dios, un Dios que me ama entrañablemente y que desea lo mejor para mi. No puede haber miedo. Por eso hablamos de bienaventurados, de dichosos, de felices …
. Ser santo cuesta mucho.
Aprender chino me va a costar mucho, porque Dios no se ha empeñado personalmente en que yo aprenda chino. Pero Dios se ha empeñado personalmente en que yo sea santo. Si nosotros colaboramos con su empeño, con su deseo, seremos santos, y muy santos, porque es lo que Dios desea.
Ser santo no es difícil, ni costoso, simplemente es largo, porque es una tarea que nos lleva toda la vida terrena. Nos imaginamos al santo como un hombre que hace unos esfuerzos tremendos para lograr hacer lo que hace y no es así. Todo lo que el santo hace lo hace movido por la gracia de Dios y por lo tanto no le cuesta.
En el fondo de las tres justificaciones (......) hay una actitud, la misma actitud está detrás de las tres justificaciones: no hay deseo / no hay esperanza de ser santo, o es un deseo tan superficial que no afecta mi vida. Ese es el problema.
Nos falta la esperanza de que se puede ser santo, y de que eso es lo mejor que nos puede pasar en la vida. Y sin ese deseo, sin esa esperanza, nos falta el motor para llegar a ser santos. Sin esperanza, sin deseo de ser santos, viviendo un cristianismo de ir tirando eso sí que cuesta y no da alegría.
Esperar y desear ser santo. Aquí está la clave. Que está eucaristía nos inflame ya aquí y ahora en deseos de santidad …
