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Domingo V del Tiempo de Pascua: "El que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante"

Sat, 05 May 2012 23:41:00
 

CAMINEO.INFO.-

Hch 9,26-31


Sal 21
1 Jn 3,18-24
Jn 15,1-8

Domingo pasado no contemplábamos una aparición de Jesús resucitado sino una afirmación suya que nos lo hacía vivo y presente en nuestra vida: “Yo soy el Buen Pastor”

Hoy seguimos en esta misma línea: no contemplamos una aparición de Jesús resucitado sino una imagen que nos da de sí mismo: “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos”. Una imagen muy pascual porqué también nos habla de un Jesús vivo, resucitado, y que comunica vida.

La figura del Buen Pastor daba mucho juego, pero Jesús quedaba como alguien que estaba fuera de nosotros. En cambio la imagen de la vid y los sarmientos nos introduce un tema capital para los cristianos: participamos de la misma vida del Cristo. Cristo nos comunica su propia vida. Jesús nos viene a decir: “quiero vivir en vosotros, déjame vivir en ti”.

Los filósofos de la sospecha (Marx, Nietzsche, Feuerbach) acusaban al cristianismo de imponer una moral de esclavos. Y lo decían porqué no habían entendido este tema capital de nuestra fe.

Ciertamente, si todo lo que Jesús dice en el evangelio lo hemos de vivir con nuestras propias fuerzas naturales, la nuestra es una moral de esclavos. Pero si Cristo vive en nosotros, entonces nuestra propuesta lleva a plenitud todo aquello que es verdaderamente humano. El amor es humano, Cristo lo lleva a plenitud. El perdón es humano, Cristo lo lleva a plenitud. La amistad es humana, Cristo la lleva a plenitud. La alegría es humana, Cristo la lleva a plenitud. Compartir es humano, Cristo lo lleva a plenitud, etc. ...

Los cristianos desde los inicios entendieron muy bien este Cristo presente y vivo en nosotros. Por esto San Pablo dice a Gálatas 2,10 “Ya no soy yo quien vive; es Cristo que vive en mi”. Unos siglos después San Agustín, que a veces quería provocar a su auditorio, decía: “Se puede decir que no somos cristianos, que “somos Cristo”. Y ahora hace poco más de 200 años el Cura de Ars decía hablando de Cristo y nosotros: “Somos dos trozos de cera fundidos en uno solo”.

Jesús mismo se expresa en este sentido: “Permaneced en mí, y yo en vosotros”. “... el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante”. “Si permanecéis en mí”.

Palabras que nos iluminan dos realidades. La primera es este deseo de comunión que hay en Jesús: quiere vivir en nosotros. Es bonito y evocador contemplar a Jesús como deseoso de entrar y de estar en comunión con nosotros. Cuando vemos un sagrario lo primero que tendríamos que pensar es: Jesucristo desea unirse a mí. Somos lo que contemplamos Si queremos hacer experiencia del amor de Dios, un camino es contemplar a Jesús deseoso de unirse a nosotros.

La segunda realidad que nos iluminan las palabras de Jesús es el sentido de permanencia. Las palabras de Jesús no apuntan a encuentros esporádicos o intermitentes, apuntan a estar en Él permanentemente de manera que toda nuestra vida (trabajo, ocio, vacaciones, gastos, relaciones humanas, etc.) esté marcada por esta unión.

Este permanecer en Él tan insistente (7 veces aparece la palabra “permanecer”) nos ha de llevar a examinar nuestra vida y ver si “estamos y vivimos en él” o si nuestra relación aún es un poco esporádica. Importante examinarnos en este tema.

Como a cristianos hemos de estar contentos por la claridad con la que habla Jesús. Esta imagen que da de sí mismo es tremendamente clara y nada ambigua.

Él es la vid, nosotros los sarmientos, si estamos unidos a Él recibimos su vida. ¿Cómo nos unimos a Él? Con la plegaria, con la meditación de la Palabra de Dios, con trato con María, con la Eucaristía, haciendo el bien, especialmente a los pobres y necesitados (en quien Él se hace especialmente presente).

¿Y qué quiere decir que recibimos su vida? Significa qué nos comunica su espíritu, su principio vital, el Espíritu Santo.

Por tanto, de nosotros depende estar unidos por una pequeña ramita por la cual a penas pasa nada , o por un tronquito fuerte y consistente que deja pasar grandes dosis de Espíritu Santo.

Si estamos adecuadamente injertados, unidos a Él, damos fruto, y un fruto abundante... si no estamos unidos a Él no podemos hacer nada. Y el evangelio entonces sí es una moral de esclavos .


A los niños de catequesis les decimos muchas veces: Jesús es tu amigo. Yo también se lo digo pero me da miedo: miedo porqué de un amigo se puede prescindir y no pasa nada, encontrarás otro y ya está: y miedo porqué Jesús es mucho más que nuestro amigo: Jesús es el Hijo de Dios que nos quiere hacer participar de su vida de Hijo, de su Espíritu de Hijo y al recibir este Espíritu tengamos vida y vida en abundancia.

Acabo ya con un apunte breve, Jesús podría haber hablado de que era un manzano, y nosotros las manzanas, pero esto nos haría pensar en una salvación muy individual. Cuando Jesús utiliza la imagen de los sarmientos nos ayuda a ver que la salvación tiene una dimensión muy comunitaria, porqué nosotros formamos parte de un sarmiento. Por esto, es tan importante crecer en esta sensibilidad comunitaria, porqué nuestra salvación también tiene una dimensión comunitaria muy importante ...

Que esta Eucaristía nos ayude a quedar más estrechamente unidos a la vid, a Jesucristo, porqué sin Él no podemos hacer nada y con Él damos mucho fruto...







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