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Domingo XXVI Tiempo Ordinario

Sat, 26 Sep 2020 19:29:00
 

CAMINEO.INFO.-

Jesús les dice a los grandes sacerdotes y a los notables del pueblo: “Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios”. ¡¡Palabras fuertísimas!! Confronta a los grandes sacerdotes y las autoridades con los que no creen, con las prostitutas, y dice que éstos les pasarán delante.

 

¡¡Ahí es nada!! Y de aquí surgen dos preguntas: ¿Qué están haciendo los grandes sacerdotes y los notables del pueblo que lleve a Jesús a hablar así? ¿Qué están haciendo las prostitutas para que Jesús hable así de ellos? La parábola que hemos leído nos da la respuesta.

 

De entrada esta parábola puede parecer un poco simplista. Uno dice que sí y no va, el otro dice que no y sí que va. Y queda muy claro quien ha hecho lo correcto.

 

Pero, la parábola de Jesús no va por este camino tan simplista. El contexto de esta parábola nos ayuda a entenderla. Es muy habitual para interpretar un texto, y así lo hacen los expertos en Biblia, ver los textos que hay antes y de los textos que hay después. El contexto nos ilumina el texto que queremos analizar.

Pues, los textos del contexto nos hablan de la no aceptación de Jesús por parte de los grandes sacerdotes y de los notables del pueblo. Y es en este contexto que la parábola de hoy se nos hace más entendedora. Y es muy cercana a nosotros, más de lo que parece.

 

El hijo que dice que no “pero después recapacitó y fue”, simboliza a los pecadores, publicanos y prostitutas que de entrada negaban a Dios, dicen No a Dios con la vida que llevan, pero, después de escuchar a Juan Bautista  se han arrepentido de su vida de pecado y han dicho sí a Dios.

 

El hijo que dice que sí, pero después no va, simboliza a los maestros de la ley, fariseos, grandes sacerdotes, que de entrada han dicho que sí a Dios, pero después con su vida están negando a Dios, porque rehusaron a Juan Bautista el profeta, “y no le creísteis”, y ahora rechazan a Jesús.

 

Recupero las dos preguntas que hacía al inicio y ahora las contesto: ¿Qué están haciendo los grandes sacerdotes y los notables del pueblo, que lleve a Jesús a hablar así? Se creen buenos. Ellos no se han de convertir. Ya son justos. No son pecadores. En ellos no hay arrepentimiento.

Y con esta actitud viene Juan Bautista y ni caso. Viene Jesús y ni caso. ¿Por que? Porque hay orgullo, autosuficiencia, y falta de humildad. Tres pecados muy habituales hoy en día.

 

¿Qué están haciendo los publicanos y las prostitutas para que Jesús les sitúe  por delante de los demás? Han reconocido su pecado, y se han convertido.

 

Jesús ha comprendido la diferencia profunda entre “los justos” y los pecadores, y es por esto que se atreve a pronosticar que los pecadores pasarán delante de los “justos” en el camino hacia el Reino de Dios; no por el hecho de ser pecadores, sino por el hecho de reconocer  su pecado y cambiar de vida.

 

Hasta aquí la explicación del evangelio. A partir de aquí  dos breves interpelaciones dirigidas a nosotros:

 

1.  ¿A quién nos parecemos más, a los grandes sacerdotes y a los notables del pueblo que se creen buenos y justos y que no necesitan convertirse o a los publicanos y prostitutas que reconocen su pecado y desean la conversión? ¿A quién nos parecemos más? Mirada interior/oración. A mí me parece que nos parecemos más a los grandes sacerdotes y a los notables del pueblo. Una pequeña prueba: se confiesa poca gente, ¿por qué? ¡Nos sentimos superbuenos!

 

2.  ¿Qué hace creer a los grandes sacerdotes y a los notables del pueblo que son buenos? La práctica religiosa. Ellos son muy religiosos, esto les lleva a pensarse que son buenos, y entonces quedan cerrados a la interpelación de Juan Bautista o al mismo Jesús, porque ya son buenos. Son personas religiosas, ya están bien. ¡¡Que no nos pase lo mismo!! No podemos substituir la conversión y la fidelidad al evangelio por la mera práctica religiosa. No hay bastante con venir a misa. No podemos caer en el gravísimo error de pensar que nosotros no necesitamos conversión…

 

Todo esto es un tema capital, por esto Jesús se expresa con esta contundencia.  

 

Jesús acaba la parábola preguntando: “¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?”. Preguntémonos sinceramente ¿Soy yo de aquellos que hace lo que el Padre quiere? ¿Soy yo de aquellos que tiene su vida planteada para hacer lo que el Padre quiere?









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